«Dos hombres no paraban de gritar: 'Los muertos no, los vivos, los vivos'»

andrea presedo / l.l. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

XOAN A. SOLER

El 24 de julio del 2013 amanecía triste a la par que esperanzador para Loreto Mena

24 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de julio del 2013 amanecía triste a la par que esperanzador para Loreto Mena. Natural de Chile pero residente en Piloño (Pontevedra), esta mujer de 74 años decidió montarse en un tren con destino a Madrid la noche anterior. Necesitaba ir a la capital para formalizar su pasaporte y abandonar España. En su Chile natal la esperaba su hermana, que, enferma de cáncer, deseaba despedirse en persona.

Loreto consiguió poner en regla el documento, pero no llegó a tiempo para despedirse de su hermana, que falleció ese mismo día. Ya no había nada más que la retuviese en la capital, así que decidió volver en el siguiente tren que hubiese a Galicia: el Alvia 04155.

«En cuestión de segundos el tren empezó a dar vueltas. Lo recuerdo todo hasta el momento en que me di un golpe en la cabeza y me dormí», relata. Al recobrar la consciencia el vagón era otro totalmente distinto y ella solo quería salir de allí. La ayuda tardó poco en llegar. «De repente entraron dos hombres que no paraban de gritar: “Los muertos no, los vivos, los vivos”. Se acercaron a mí y me ayudaron a salir». Pero ella seguía en shock. La conmoción era tan grande que a pesar de tener diez huesos rotos, Loreto no sentía dolor. «¡Estaba convencida de que al llegar al hospital me darían el alta y me iría para casa!», pero le esperaban meses de recuperación. «Los primeros meses estuve a tratamiento psicológico, pero la medicación solo me hacía dormir. Al despertarme volvía a recordar todo. ¿De qué me valía dormir todo el día si luego iba a seguir igual? Así que decidí dejar de tomar las pastillas y afrontarlo por mi cuenta. Me di de alta del psicólogo yo misma. Llorando no se remedia nada».