Nadie reclamó hasta ahora el cuerpo de la mujer fallecida en Culleredo

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

El Ayuntamiento se hizo cargo de su cremación y las cenizas reposarán en Feáns

07 jul 2017 . Actualizado a las 00:39 h.

María del Rosario tuvo que morir en casa y guardarlo en secreto durante siete años para dejar una huella imborrable en el número 45 de la avenida Miguel González Garcés de Culleredo. Ahora que falleció, todo el mundo habla de ella en el edificio de 15 viviendas en el que había residido con su madre antes de fallecer en el pasillo de su casa. Tenía 49 años cuando fue vista por última vez y era ese tipo de vecinas que «era como no tenerla». No le recuerdan conversaciones ni se escucha un cotilleo sobre su vida privada. «Era educada porque siempre saludaba, pero nada más que eso», dice una de sus vecinas. Tremendamente reservada, María del Rosario ya no está, pero parece que nunca haya estado.

Sin padres, sin hermanos, sin pareja, sin amistades para toda la vida, su cuerpo apareció el lunes y el jueves a última hora nadie acudió a los juzgados o a la Guardia Civil para ocuparse de las honras fúnebres. Ni familiares ni conocidos.

Como nadie lo hizo, el Ayuntamiento de Culleredo se ocupó de organizar y costear los gastos de su cremación. Sus cenizas reposarán a partir de este viernes en el columbario del cementerio coruñés de Feáns. Claro que, si alguien aparece, podrá reclamar la urna. Y si es familiar, reclamar también sus bienes, en caso de que los tenga.

De lo más insólito del caso de María del Rosario es que durante estos siete años en los que, según la Guardia Civil, ha estado muerta en su casa, el alquiler del piso se seguía pagando religiosamente. 400 euros cada uno de los doce meses del año. Más de 30.000 euros salieron de su cuenta corriente sin ningún tipo de problema. Hasta que, un día, a la inmobiliaria coruñesa a la que pertenecía la vivienda no le llegó la mensualidad correspondiente. Fue este mismo año. Ahí le lanzaron una orden de embargo. Le cortaron la luz y el agua. Pero no fue esa la razón por la que la Guardia Civil acudió el lunes al domicilio de Rosario, sino por la llamada de un vecino.

Hasta entonces, que la puerta de su casa estuviese siete años cerrada, que su coche permaneciese intacto, sin cerrar y cubierto de polvo en el garaje, o que sus ventanas estuviesen mugrientas solo hizo suponer que se había ido y que el piso no lo habían vuelto a alquilar.

Si no aparece ningún familiar, el Estado se quedará con sus propiedades

Ni hijos, ni padres, ni cónyuge, ni hermanos, ni sobrinos... Cuando la relación de posibles herederos se agota, el beneficiario de los bienes de un difunto es el Estado. No es muy habitual, pero sucede. ¿Qué ocurre entonces? Cuando hereda el Estado, tiene la obligación de asignar un tercio de la herencia a instituciones municipales de beneficencia, acción social y profesionales, ya sean estatales o privadas, otro tercio también se destina a entidades de este tipo de ámbito provincial y el último tercio va íntegro a cancelar deuda pública. En este caso, una vez que la Delegación de Hacienda tenga conocimiento de que María del Rosario ha muerto sin testar, buscará una relación de los bienes propiedad de la fallecida antes de realizar el reparto entre las Administraciones.

El presidente de la Xunta dice que hay recursos sociales para evitar casos similares

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, lamentó el caso de esta mujer y afirmó que el Gobierno gallego cuenta con una «oferta suficiente» de recursos para atención de personas mayores en los que «no hay lista de espera».

Feijoo aseguró que la Xunta cuenta con todos los servicios «a disposición de las personas mayores» y ha aludido al servicio de teleasistencia, con 5.000 usuarios. Se trata de un sistema que ofrece un contacto con el exterior «ante cualquier eventualidad», afirmó el presidente gallego, que ha incidido también en otros servicios, como los geolocalizadores, para extender el contorno de seguridad fuera del edificio, además de los centros de día, los servicios de atención en el hogar o el servicio Xantar na Casa. «Hay oferta suficiente, pero no podemos meternos en la vida personal o familiar. No podemos obligar a nadie a solicitar estos servicios», concluyó.