Los vecinos sospecharon de la muerte de la mujer de Culleredo cuando dejó de pagar el alquiler

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Atlas TV

Su coche estaba lleno de polvo y en el edificio nadie la veía desde hace siete años

04 jul 2017 . Actualizado a las 18:03 h.

«Era una persona discreta. Vivía con su madre y, cuando esta murió, se quedó sola y deprimida». Poco, o muy poco, saben los vecinos de Culleredo de María del Rosario V. O., la mujer de 56 años cuyo cadáver apareció ayer momificado en su casa, situada en el número 75 de la avenida Miguel González Garcés de O Portádego.

«Su desaparición fue algo muy raro, porque dejamos de verla de la noche a la mañana. De hecho, aún hace poco que comentamos que qué habría sido de ella. Y mira tú...», comenta Mauri, el responsable de un local de hostelería donde solía parar esta mujer.

El descubrimiento se realizó ayer sobre la una de la tarde, después de que un vecino del inmueble se decidiera a denunciar ante la Guardia Civil de Culleredo la posible desaparición o muerte de esta mujer, de la que no se tenían noticias desde hacía siete años.

Las evidencias de que le había pasado algo, según explican algunos vecinos, eran muchas, ya que en su buzón se acumulaban el correo y las notificaciones y, en la plaza de garaje, su coche estaba lleno de polvo y porquería desde hace más de un lustro sin que nadie lo moviera. Pero lo que despertó más sospechas de los vecinos es que la mujer había dejado de pagar el alquiler del piso, que tenía una orden de desahucio y que le habían cortado el agua y la luz por impago.

Sin familia próxima

Desde la Guardia Civil confirmaron que a María del Rosario no se le conoce familia próxima y que quizás por ello nadie denunció antes su desaparición. Algunos residentes en el edificio explicaban ayer que todos tenían «la certeza de que le había pasado algo porque el buzón lo tenía atestado y lo normal es volver a vaciarlo. Y ella era la dueña del coche, porque su madre no lo conducía... Así que de todos era sabido que algo le había pasado, incluso la agencia que le alquilaba el piso. Pero, claro, mientras siga habiendo dinero en el banco y siga pagando...», explicaba ayer una vecina de la misma planta.

Pagos domiciliados

MARCOS MÍGUEZ

Otro vecinos comentaban que más de una vez pensaron que se había ido de viaje, que se había ido a vivir a la aldea (su madre era de Oroso) o que, simplemente, tras la muerte de la progenitora había decidido cambiar de vida. «El caso de estos apartamentos es especial porque la gran mayoría son alquilados, entonces la relación entre los vecinos no es tan estrecha como si fueran en propiedad. Te das cuenta de que falta una persona y te extrañas de no verla más, pero como tampoco sabes su vida, pues...», explicaba ayer otra persona del vecindario. De hecho, el vecino que fue al cuartel de la Guardia Civil a poner la denuncia tuvo que hacer al menos siete llamadas telefónicas para intentar localizar al propietario del piso, que está a nombre de una empresa de Madrid, y poder hacer las gestiones necesarias para que un cerrajero abriese la puerta.

Tendida en el pasillo

La escena que se encontraron los guardias civiles que accedieron al inmueble fue tremenda, ya que el cadáver de la mujer se hallaba tendido en el suelo, ya momificado después de tanto tiempo. Estaba vestida, aunque descalza y con el bolso en una zona próxima. Hasta la vivienda se desplazó un equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil, que determinó, en primera instancia, que la mujer pudo haber fallecido por causas naturales, ya que no hay indicios de violencia alguna ni presencia de medicamentos que hubieran hecho pensar en un suicidio. También se desplazaron un médico forense y la autoridad judicial, que a primera hora de la tarde de ayer ordenó el levantamiento del cadáver y el traslado de las diligencias al juzgado de guardia.

«Nos acercamos más de una vez a la puerta para ver si notábamos algo, pero no había olor»

«Sabíamos que le había pasado algo. Teníamos la certeza. Lo que no sabíamos era si estaba muerta en casa, si se había tirado por un acantilado... Lo que nos descolocaba un poco es que en ningún momento notamos olor por la descomposición del cadáver». Este hecho que constatan los vecinos también sorprendió ayer a los agentes de la Guardia Civil que acudieron al piso tras la denuncia por la desaparición de María del Rosario. De hecho, el fuerte olor que desprenden los cadáveres se cuela por tuberías, por los huecos de ventilación de los baños, por debajo de las puertas e incluso por los enchufes. Pero eso no pasó en el 2.0 C. «El anterior conserje y yo nos acercamos más de una vez a la puerta para ver si notábamos algo, algún olor. Pero nada...», indica una vecina del inmueble.

María del Rosario estaba divorciada y no estaba trabajando. Eso es, al menos, lo que ayer comentaban los vecinos. También decían que la madre, que falleció a finales del 2009, estaba jubilada y que en su momento trabajó en el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (Chuac). La última vez que se supo algo de María del Rosario, al menos de forma oficial y fehaciente, fue en el año 2010, cuando fue a hacerse unos análisis al PAC de Culleredo. A partir de ese momento nadie supo nada más de ella. «No sé más. No sé a qué se dedicaba. Creo que cobraba alguna invalidez. Tanto la madre como la hija te saludaban, pero no había un trato muy familiar con ellas. Es una desgracia», lamentaba ayer una vecina.