Se puede vivir en un piso 20 y estar seguros

Carlos Punzón
c. punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

GUSTAVO RIVAS

En Galicia hay 83.000 edificios de más de 10 plantas y una normativa amplia de prevención de incendios

18 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El incendio de la londinense torre Grenfell ha hecho alzar la vista a gran parte de la ciudadanía y preguntarse si es seguro vivir en alguno de los edificios más altos, donde ni siquiera llegan las más largas escaleras con las que cuentan los bomberos en Galicia.

Hay registradas 82.937 edificaciones de diez plantas o más en las urbes gallegas y, de ellas, apenas 15.000 fueron construidas este siglo, lo que redunda en un menor despliegue de medidas de seguridad.

Normativas europeas, estatales, autonómicas y locales se entrecruzan en la regulación de las exigencias de seguridad, que reconocen no tener muy claras en algunas de las directivas consultadas de las comunidades de vecinos de dichos rascacielos. Como punto de partida, el compendio de normas clasifica como edificios en altura aquellos «cuya diferencia de cota entre la cara superior del último forjado habitable y todas las salidas del edificio a la vía pública sea mayor de 28 metros». Es decir, los que tienen más de siete plantas.

Desde la Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios se manifiesta que es completamente posible protegerse frente al fuego en un rascacielos, porque «los avances tecnológicos y los sistemas de protección automáticos contra incendios permiten hoy detectar un incendio en cualquier tipo de ambiente en una fase muy temprana».

La normativa básica en edificación establece que los sistema de detección y alarma son obligatorios para las viviendas que superen los 50 metros de altura. Deben estar presentes, pues, en la torre Costa Rica de A Coruña, el techo de Galicia con 119 metros; o en la torre Trébol (90), el edificio Galicia (80) y el Torres y Sáez (78), todos en la misma ciudad, o en A Torre de Ourense y el antiguo Xeral de Vigo, próximamente Ciudad de la Justicia, que son los que marcan los techos más altos en la comunidad.

En todos ellos y los que queden por encima de esos 50 metros tiene que haber detectores de humos en los pasillos, en escaleras, zonas comunes y de servicio y trasteros. La alarma general tiene que ser audible en cualquier punto del edificio.

Todos los inmuebles residenciales tienen que contar con extintores, excepto las viviendas unifamiliares, y bocas de incendio equipadas si superan una capacidad de 50 personas o mil metros cuadrados. También es obligatorio señalizar todas las salidas y los recorridos a seguir en el caso de las construcciones en altura.

Evacuación y extinción

Pese a las herramientas para evitar siniestros, las consultoras especializadas en sistemas antiincendios admiten que los edificios de más de 15 plantas «presentan una serie de problemas graves por la dificultad de su evacuación y por el ataque exterior del fuego».

Ashes Fire Consulting considera que los rascacielos deben contar al menos con una fachada que permita un acceso fácil a los bomberos y que puedan maniobrar con sus camiones, escaleras y tanques de agua, para lo que estiman que deben contar con 4,5 metros de llegada y 10 para mover sus vehículos.

Considera la misma empresa que la estructura del edificio y sus viviendas deben garantizar su estabilidad frente al fuego continuado durante al menos 180 minutos, para permitir el rescate, y cada planta tiene que estar compartimentada en dos sectores con salidas opuestas.

Simulacros de evacuación, planes específicos de autoprotección del edificio, pulsadores manuales de alarma, puertas cortafuegos en cada planta y detectores de humos y calor son calificados como elementos mínimos indispensables. Pero, además, los rociadores de agua se apuntan como herramienta inexcusable para los gigantes de la construcción, aunque su coste de mantenimiento sea notable. Igualmente exigido es contar con una columna seca, una tubería que parta desde la base hasta el último forjado y con acceso en cada planta, que pueda surtir de agua exclusivamente en caso de incendio.

El 90 % de las comunidades antiguas no adoptan sistemas de seguridad básicosSustituir materiales combustibles por otros ignífugos es otra consideración reiterada que aporta el sector de la seguridad, que advierte de la peligrosidad de los rellanos y escaleras forradas de madera y barnices inflamables, o las moquetas, sofás, alfombras y cortinas en espacios comunes. Su presencia y la falta de medidas de seguridad llevan a la patronal del sector de protección contra incendios a asegurar que el 90 % de las comunidades de propietarios antiguas no disponen de las más básicas medidas de seguridad, y tampoco el 20 % en las más nuevas.

La torre Grenfell no tenía rociadores automáticos, las alarmas no se activaron, según los testigos, y la estructura de cada planta no solo no retuvo las llamas, sino que estas se propagaron con rapidez por la fachada ventilada puesta el año pasado para mejorar la estética de la edificación, y que acabó por hacer las veces de tiro de una chimenea. Arquitectos gallegos consultados apuntan que la normativa en España obliga a interrumpir ese recubrimiento de fachadas cada vez más extendido en Galicia cada 18 metros (tres plantas), así como a utilizar en el aislamiento materiales que no se incendien y eviten caída de gotas y partículas inflamadas o humos.