El sueño americano que naufragó en las playas de Normandía

GALICIA

Mila Méndez

El gallego Manuel Otero es uno de los protagonistas de los documentales de Galansky

06 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sobran los que piensan que la historia está trillada, que Steven Spielberg lo contó todo en la oscarizada Salvar al Soldado Ryan. No obstante, los detalles sobre una de las operaciones militares más complejas y decisivas mantienen intacto su poder de seducción. Un interés con el que saldar, quién sabe, la deuda con las vidas que segó el ataque. Óscar Galansky (Moaña, 1987) sintió esa necesidad el primer día que pisó Omaha Beach, el nombre en clave de la playa francesa para los aliados. «No sabría definir la sensación. Solo sé que íbamos caminando por la arena y, de pronto, nos encontramos con un cuchillo semienterrado. Era del ejército de EE. UU. La historia está presente aquí por todas partes», se explica. Este realizador audiovisual tiene devoción por los conflictos bélicos: «Sé que son historias tristes, pero, en cierto modo, creo que es bueno recordarlas». Participó en recreaciones de la Guerra Civil y de la Gran Guerra. Ahora es el turno de la segunda contienda mundial. En concreto, de un episodio clave: el desembarco en las playas de Normandía aquel 6 de junio de 1944.

Lleva en la región francesa desde finales del 2016. Ha fijado su residencia provisional en el llamado Muro del Atlántico. Desde allí filma un documental que va colgado por capítulos, subtitulados a varios idiomas, en su canal de YouTube. Se llama Tropa Guripa, un homenaje a los que se han dejado la piel en las guerras, los soldados rasos o guripas. «Más que los grandes movimientos de tropas, me mueven las historias particulares. Cómo vivían, qué pensaban», confiesa. De la mano de expertos locales, reconstruye los hechos acaecidos en la costa normanda durante los casi tres meses que duró la bautizada operación Overlord. Muestra los búnkeres, las baterías alemanas y los museos: «73 años más tarde, Normandía vive del turismo que genera la batalla». Un filón al que han tenido que acostumbrarse los vecinos: «La mayoría -asegura- quiere olvidar». 

A punto de cumplir los 30, Galansky tiene casi la misma edad que uno de los protagonistas más especiales de su proyecto. Gallego, como él, y hasta la fecha el único español del que se ha acreditado que participó en el Día D. Un trabajo posible gracias a las investigaciones de la coruñesa Asociación Histórico Cultural The Royal Green Jackets y a la documentación que guardaba la familia del combatiente de Serra de Outes. «Manuel Otero murió en la playa la propia mañana del desembarco. Tenía 28 años y era miembro de las tropas norteamericanas», anticipa. ¿Qué hacía un vecino de Outes luchando contra los alemanes? Irónicamente, perseguir el sueño americano.

«Después de sobrevivir a la Guerra Civil, luchó en Brunete, emigró a Nueva York. Allí se dio cuenta de que, si quería prosperar, era imprescindible conseguir la nacionalidad. Una de las vías para alcanzarla era alistarte en el ejército. Gracias a los archivos militares americanos, sabemos que él lo hizo como voluntario el 19 de marzo de 1943», cuenta Óscar. En Omaha, el moañés quiere reconstruir los últimos pasos de su compatriota. «Pasó aquí unas pocas horas. Formaba parte de la 1ª División de Infantería. Llegó a la playa en una barcaza que fue diezmada por los nazis», continúa Óscar, que reconoce: «Tuvo un final muy triste». Manuel Otero hizo su último viaje de vuelta a Galicia ya sin vida. «Su familia consiguió que exhumaran el cuerpo y que lo trajeran a Outes». En su lápida, la fecha y lugar de su muerte son reveladores: Francia, 6 de junio de 1944.