Interior niega el traslado a la policía víctima de maltrato

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

El ministerio no le concede una plaza en Galicia y propone pasarla a segunda actividad

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En casa de herrero, cuchillo de palo. Y un palo enorme es el que se ha llevado la agente gallega de la Policía Nacional destinada en Madrid que solicitó el traslado a Galicia por ser víctima de violencia machista. Su expareja la maltrataba y está condenado judicialmente por ello. Además, el hombre vive muy cerca de la comisaría en la que ella trabaja, por lo que se encuentra con él y con su madre con frecuencia. Su desesperación y miedo la llevaron, como ella misma relató, hasta a ir a comprar el pan con la pistola encima. Pese a todo, el Ministerio del Interior sigue sin escucharla y, lejos de atender su petición de tener una plaza cerca de su familia y sus amigos, pretende ahora castigarla aún más pasándola a segunda actividad. Una semijubilación con la que vería reducidos muy sensiblemente no solo su jornada, sino también su salario.

La agente, compostelana de nacimiento, se fue a vivir en el 2005 a Madrid y en el 2009 ingresó en la Policía Nacional. Un año más tarde, destinada ya en la capital de España, conoció a un hombre con el que mantuvo una relación de solo un año pero que amenaza con marcar el resto de su vida. Fue víctima de violencia machista y, aunque al principio calló «por vergüenza», acabó denunciando. Ganó el juicio, aunque cometió el error de no acudir al hospital tras alguna de las agresiones. Sin parte de lesiones, pudo presentar pocas pruebas en la vista oral, aunque al menos sí obtuvo una condena por coacciones en el ámbito familiar y la mayor orden de alejamiento que puede otorgar un juzgado: 500 metros durante dos años y medio. Esa distancia, no obstante, era muy poco para ella. La policía quiso regresar a Galicia, donde está su red de apoyo familiar y social. Se encontró con la nula comprensión y apoyo de la Dirección General de la Policía (DGP), que no tuvo en cuenta que las víctimas de violencia machista tienen derecho por ley a un traslado para huir de sus agresores.

Finalmente, Interior optó por salir del paso con una comisión de servicio en una comisaría gallega que a la agente le permitió rehacer su vida y recuperarse del daño psicológico. Pero aquella solución tenía fecha de caducidad y el ministerio le informó de que, al terminar el plazo, tenía que reincorporarse en Madrid. Esa posibilidad le provocó una depresión y estuvo de baja, pero sus ganas de sobreponerse la hicieron levantarse de nuevo y lleva meses de servicio en la capital española. Tenía la esperanza de que, al final, la DGP atendiera a razones.

Pero no. Tras pasar por el Tribunal Médico de la Policía Nacional, donde asegura que le preguntaron por un trastorno alimentario que no sufre -«Vamos, que o se confundieron o no sé qué pasó», se lamenta la agente-, se propuso su pase a segunda actividad, una decisión contra la que va a presentar alegaciones pero que no hace más que revictimizarla. «Es curioso que los que tienen que proteger a las víctimas actúen así», reflexiona. Si Interior insiste, no le quedará más remedio que acudir a la sala de lo contencioso-administrativo del TSXG, donde también está pendiente de resolverse el recurso que había presentado con anterioridad contra la decisión de Interior de no prorrogar la comisión de servicio que le había concedido en Galicia.