La creación de la autovía central de Galicia ha pasado ya por ocho ministros

c. punzón / s. varela VIGO, LUGO / LA VOZ

GALICIA

El estado del trazado de la A-54
La Voz

Ideada en 1992, la A-54 (Lugo-Santiago) no se concluirá antes del 2021

13 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La adjudicación del penúltimo tramo de la autovía ideada para vertebrar el interior de Galicia uniendo Lugo y Santiago llevó esta semana al Gobierno central a asegurar que dicho trámite «demuestra el compromiso del Ministerio de Fomento con esta infraestructura». Pero la carretera de 101 kilómetros diseñada para conectar el centro de la comunidad y al mismo tiempo acortar sensiblemente los viajes entre Santiago y la Meseta, ha pasado de mano en mano por los últimos ocho ministros de Fomento sin que pueda atisbarse la finalización de la obra hasta al menos el año 2021.

La laxa apuesta de los sucesivos ejecutivos centrales por la A-54, la vía llamada a equilibrar las conexiones viarias de Galicia, se pone de manifiesto por el hecho de que ocho ministros de Fomento se han ido traspasando hasta ahora el proyecto. De nada ha servido que fuese incluido en el plan de infraestructuras del Estado 2000-2007, o que después integrase el listado de compensaciones por el desastre del Prestige en el Plan Galicia, con fecha de finalización en el 2010. El 2014, el 2018, el 2020 y el 2021 se han ido sucediendo después como fecha de finalización de las obras cuyo proyecto puso en marcha José Borrell en 1992 con un estudio que justificaba dejar unidas por autovía Santiago y Lugo en lugar de que sus usuarios lo sigan haciendo por las sinuosas, peligrosas y transitadas N-547 y N-634 o dar todo un rodeo por la A-6 hasta empatar en Betanzos con la autopista del Atlántico.

Un largo historial

Borrell dio el visto bueno a dibujar su trazado. Rafael Arias Salgado inauguró en 1996 las obras del primer tramo, entre Santiago y Lavacolla, que fue abierto en 1999 por José María Aznar. Francisco Álvarez Cascos incluyó todo el proyecto en el plan de infraestructuras del Estado del nuevo siglo y después en el Plan Galicia.

Parón con Álvarez

La socialista Magdalena Álvarez ni se manifestó sobre el proyecto en la primera etapa de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, mientras que José Blanco sí impulsó la obra con su llegada al ministerio con una cascada de licitaciones y adjudicaciones, pero la crisis económica llevó a reprogramar a Fomento sus inversiones y a suspender diversos contratos. Con el regreso del PP al Ejecutivo Ana Pastor priorizó desde el 2011 la culminación de la autovía del Cantábrico (A-8) sobre cualquier otra en obra en la zona, aunque fue ella junto a Rajoy y Feijoo quien inauguró los últimos cinco tramos abiertos. Su sucesor, Rafael Catalá, solo guardó en depósito los expedientes en su breve paso por Fomento, y ahora Íñigo de la Serna adjudica el tramo Melide- Palas y anuncia que en breve hará lo mismo con el Arzúa-Melide para que todos los trayectos pendientes se encuentren en obras antes de finalizar el año.

De momento solo para los usuarios de Lavacolla que parten desde Santiago los tramos de la A-54 abiertos tienen sentido, el que no le han encontrado aún los que transitan por los 38 kilómetros finalizados en el 2015 entre Nadela y Palas de Rei, donde la intensidad de tráfico en algunos puntos no llega a dos vehículos por minuto. Que no esté finalizado todo el trazado impide que el viaje entre Lugo y Santiago deje de requerir como hace un cuarto de siglo una hora y media, al haberse rebajado las limitaciones de velocidad en los obligados pasos por las carreteras nacionales a causa de su elevada siniestralidad.

La alternativa es un viejo trazado plagado de peregrinos, tráfico local y radares

Siete kilómetros y medio de los quince que separan, nunca mejor dicho, Arzúa y Melide figuran entre los diez tramos con mayor riesgo de accidentes de la red de carreteras de España. Cuatro tramos sucesivos de curvas situados a la entrada y salida de Melide obligan a rebajar la velocidad en una vía cargada de tráfico, con alta presencia de maquinaria agrícola, y para acabar de aumentar su peligrosidad, con infinidad de peregrinos realizando sus recorridos tanto de la ruta del Norte como del Primitivo. Los accidentes mortales se han sucedido en los últimos años y han obligado a sembrar el itinerario de señales luminosas en los cruces donde los peregrinos se ven empujados a circular por el arcén sin apenas distancia de seguridad o donde suelen cruzar de sentido.

Las limitaciones a 70 kilómetros por hora se han generalizado también, especialmente entre Melide y Lavacolla a lo largo de la N-547, tanto en zona de curvas como en las rectas existentes. El radar móvil de la Guardia Civil se mueve además a lo largo de todo el trazado llamado a ser sustituido por la A-54 cuando esté culminada. La DGT controla de manera más intensa el tramo próximo a Guntín, la transición entre las provincias de Lugo y A Coruña y la llegada a Lavacolla. Otro control fijo completa la red de vigilancia del trazado en las inmediaciones de Santiago.