El fracaso del superventilador de O Ribeiro

p. s. OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Santi Amil

El invento traído en 1996 del Valle de Napa como antídoto ante las heladas se pudre. Solo llegó a funcionar tres años

03 may 2017 . Actualizado a las 10:07 h.

Alguna que otra miradita ha recibido estos días el superventilador que en marzo de 1996 se había instalado en San Cristovo, en Ribadavia, como antídoto contra las heladas. Sobre todo porque lleva años abandonado, pudriéndose, precisamente en una zona que está abonada a estos accidentes meteorológicos y que este año tampoco se ha librado. Más de uno se pregunta si hubiera podido salvar lo suyo, en el caso de haberse preocupado -juntamente con sus vecinos- por mantenerlo en funcionamiento. Para entender la instalación del artefacto es conveniente volver la vista atrás y situarse en el año 1994. Una fuerte helada había provocado daños importantes en la comarca de O Ribeiro, con especial intensidad en la zona de San Cristovo, que es, al igual que otras viñas próximas de Beade, una de las áreas de alto riesgo. Entonces, como ahora, a finales del mes de abril, se celebraba la Feira do Ribeiro y el conselleiro de Agricultura, Tomás Pérez Vidal, había estado ágil modificando su discurso para apelar a la conveniencia de que los viticultores tuvieran presente la necesidad de contratar seguros agrarios.

En aquel contexto, un viaje de directivos de la Cooperativa Vitivinícola do Ribeiro a la californiana Valle del Napa permitió ver en aquellos viñedos unos artefactos de notable envergadura que, según les explicaban, eran el mejor remedio contras las heladas. Los postes de energía eólica no se habían adueñado del paisaje, por lo que el descubrimiento quedó asimilado a ventiladores.

El recuerdo de los daños de 1994 estaba demasiado fresco y al conselleiro Pérez Vidal le sonó a música lo que le contaban desde la bodega de Valdepereira. La presión era alta, por lo que el invento que llegaba de Valle de Napa encontró eco.

Financiado por la Xunta

La Xunta pagó el equipo. La bodega se ofreció a cuidarlo durante un par de años, como así ocurrió. Pasado ese tiempo, deberían ser los vecinos, propietarios de los viñedos, cooperativistas o no, los que asumieran esa responsabilidad. Fue imposible alcanzar un acuerdo para repartir las labores de mantenimiento, desde la vigilancia e interpretación de los indicadores que cada tarde alertarían de la posibilidad de heladas hasta su puesta en marcha, aparte de la adquisición de combustible para que funcionara.

Consume, dicen, como un camión. Se decía que protegía hasta ocho hectáreas, pero no se ha podido comprobar. La semana pasada hubiera sido perfecta para demostrar su eficacia, pero nadie le hace caso desde hace 18 años, por lo que la influencia del movimiento preventivo de aire frío y caliente seguirá sin confirmarse. De Francia llegan noticias que hablan de velas, fuego, calentadores y helicópteros. Aquí ni se ha puesto en marcha un ventilador.