«Galicia y Asturias deben trabajar más unidas para ganar influencia política»

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

El expresidente del Principado cree que las dos comunidades deben colaborar para combatir el declive demográfico

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la gira que Vicente Álvarez Areces (Oviedo, 1943) está haciendo por toda España como portavoz del PSOE en el Senado, tocó Santiago, ciudad en la que vivió como universitario. Animó al PSdeG a proyectar más su labor en la Cámara Alta, para él un empeño personal, como lo es que se profundice más en las relaciones galaico-asturianas.

-¿Acaso existen barreras en la relación entre Galicia y Asturias?

-Yo diría que se necesitan más que nunca, porque aunque pueda haber divergencias, los problemas estructurales son los mismos. Cuando se habla del corredor atlántico, existe una necesidad imperiosa de hacer esfuerzos comunes, de que Galicia y Asturias trabajen más unidas para ganar influencia política, y no solo en el conjunto de España, que también, sino a nivel europeo.

-¿En qué asuntos debería centrarse esa cooperación?

-En diversos ámbitos. Con las infraestructuras hay problemas obvios, porque los grandes corredores tienen velocidades distintas. El corredor atlántico, reconocido a nivel europeo, debe ir más allá de los puertos de Lisboa, también están Vigo, A Coruña, Gijón o Avilés, y no tenemos manera de que los accesos a esos puertos y la logística tengan un trato prioritario europeo. Hay que unir voluntades, influir y crear esa área estratégica.

-¿Y cómo cree que hay que actuar ante el declive demográfico, que es común a las dos comunidades?

-Efectivamente, el envejecimiento de la población es enormemente alto y este tipo de problemas demográficos hay que abordarlos de forma transversal, con una herramienta de actuación política, con medidas para contener el éxodo rural hacia las áreas urbanas, que eviten la destrucción de nuestro patrimonio y garanticen la prestación de servicios públicos, de movilidad o de conexión a Internet.

-Pues da la impresión de que cada territorio ataca este tipo de problemas por su cuenta.

-Pero quizás no sea lo mejor. Mire, voy a ponerle un ejemplo, aunque a lo mejor arrimo un poco el ascua a mi sardina. Cuando estaba Touriño de presidente en Galicia y yo en Asturias, fuimos conscientes de que estábamos obligados a hacer cosas en conjunto, quizás los objetivos no fueron enormes, pero nos pusimos de acuerdo en trazar una estrategia común para ayudar a que las empresas electrointensivas puedan salir adelante. Y bien que lo recordará Zapatero.

-¿Habla de Alcoa?

-En Galicia era Alcoa, pero en Asturias afectaba también a Arcelor, Mittal y Asturiana de Zinc. Hicimos un planteamiento común, logramos defendernos de una directiva europea y que no hubiese ninguna deslocalización. También cooperamos en planificar los accesos a las comarcas limítrofes, en la reserva de la biosfera del Eo, y muchas otras cosas.

-Quizás ayudó que ambos fueran amigos de hace años y miembros del mismo partido.

-Ayudó a tener acuerdos rápido, pero también los tuvo antes con Fraga. Lo que hay es que definir objetivos comunes.

«Para mí Santiago es, ante todo, una gran emoción, por los maravillosos años que viví aquí»

Álvarez Areces vino a Santiago a reunirse con el PSdeG para coordinar su labor en el Senado, y se quedó dos días. Quería -dijo- visitar algunos espacios de su etapa universitaria de finales de los sesenta. Alojarse en el Hotel Compostela, donde iba a estudiar, porque «se estaba calentito», el café Derby, el almuerzo y tertulia con Touriño o la visita a tantos amigos que conserva.

-¿Qué es para usted Santiago?

-Es, ante todo, una gran emoción, por los maravillosos años que viví aquí, una parte importante de mi vida en la que desarrollé mis dos grandes pasiones, las matemáticas y la política, que siempre las hice compatibles de forma instintiva, porque no podría vivir sin ninguna de ellas.

-En Galicia lo detuvieron y lo enviaron tres veces a la cárcel. Algún rencor quedará...

-(Ríe). No, en absoluto, en aquel momento estaba tan convencido de que hacía lo correcto, que lo vivía con una dignidad profunda. No solo la cárcel, nos ponían multas, y había estudiantes que se extraían sangre para venderla y poder pagar aquellas multas. Hubo un movimiento de solidaridad emocionante. Los estudiantes en Santiago salimos a apoyar en 1972 la lucha de los trabajadores de Ferrol en torno a un convenio colectivo a los que masacraron literalmente. Yo era delegado de la Facultad de Ciencias y acabé en Orden Público, multado y condenado a cuatro meses de prisión, pero aquella lucha valió la pena.

-Luchó contra la dictadura y fue actor de la transición. ¿Cómo lleva el discurso que cuestiona aquel pacto del «régimen del 78»?

-Lo que dicen algunos de aquella etapa no solo no es cierto, sino que es rechazable. Es falsear la historia para hablar de un supuesto pacto de élites, cuando en realidad hubo sacrificios enormes de una parte de la sociedad. Lo que había fundamentalmente eran anhelos de libertad, de reconciliación, de llegar de forma pacífica a la democracia y de poner en marcha uno de los períodos más brillantes de nuestra historia, con luces y sombras, porque siempre hay sombras, pero que no se debe reinventar.

-Pero es innegable que ya no representa lo mismo para todos.

-Soy consciente, pero no se debe falsear la historia para los más jóvenes. El otro día lo comentaba Fernández Toxo, que estuvo en la cárcel de A Coruña conmigo, en el homenaje a los abogados de Atocha: «Aquellos que dicen que fue un pacto de élites no conocen nuestra historia».

«Podemos está obsesionado con la destrucción del PSOE»

El portavoz del PSOE en el Senado analiza la situación de su partido y la irrupción de Podemos en la escena política.

-Explíqueme lo de Gijón, la ciudad donde fue alcalde: gobierna la derecha, pero la mayoría es de izquierdas.

-Pues es una singularidad negativa que trajo la llegada de Podemos, que es una formación que surge de la gran incidencia que tuvo la crisis económica y de la sacudida que sufrió la socialdemocracia. Podemos cayó en una contradicción, su práctica política no está para servir a los ciudadanos y en Gijón se puso de relieve, al facilitar el gobierno de la derecha del Foro Asturias.

-¿Por qué se llega a ese punto?

-Porque Podemos se ha alejado mucho de los intereses que dice representar. La transversalidad no la han demostrado, y cuando tuvieron la oportunidad de impulsar un Gobierno de progreso en España, le negaron esa posibilidad a Pedro Sánchez. Su gran objetivo es el sorpasso, Podemos está obsesionado con la destrucción del PSOE, y no les interesa construir un país de progreso y beneficiar a las clases sociales más afectadas.

-Suena muy crudo como lo está contando...

-Pero es que es así, quieren destruir el PSOE para sustituirlo.

-¿Se equivocó el PSOE al facilitar con su abstención que gobierne Rajoy?

-No, creo que hizo lo que tenía que hacer. El tema de la gobernabilidad de España no es banal, sería una locura ir a unas terceras elecciones cuando el país llevaba un año paralizado con un gobierno en funciones. Yo haría autocrítica al revés, por no haber actuado antes, al ver que de los 90 diputados pasamos a 85, porque eso nos daría margen para condicionar nuestra abstención con algo que mejorara la vida de las clases más dañadas por las políticas de la derecha.

-¿Qué debe hacer el PSOE para recuperar su espacio político?

-Es difícil, es un proceso y debemos iniciarlo. Hay que innovar. El PSOE tiene vocación de gobierno, así que tiene que reformar su proyecto, tener la sensibilidad de trabajar para la gente y no de actuar dentro una burbuja. Tenemos que fortalecer la cohesión social y territorial, hacer que el Estado del bienestar sea sostenible, abordar modelos fiscales que combatan la ilusión de millones de euros a paraísos fiscales y que luche contra el modelo de precarización que se le ofrece a la juventud y que está provocando cierta fatiga democrática. Los jóvenes necesitan ver el futuro con ilusión, ser insertados en el mercado laboral que no rompa sus sueños.