Ola solidaria con el emigrante retornado que se encontró su casa okupada

La Voz

GALICIA

Las redes sociales se vuelcan con Antonio Vázquez. Además de cargar contra los intrusos, lamentan la pasividad de los políticos y el desamparo de las leyes actuales

22 mar 2017 . Actualizado a las 19:04 h.

Muebles arrancados. Ni rastro de cuadros ni de objetos personales. Excrementos de perro, restos de una desvalijada plantación de marihuana, montañas de ropa sucia e instrumentos que en algún momento fueron utilizados para consumir droga. Así se encontró Antonio Vázquez el pasado noviembre uno de los dos pisos que en el año 1982 compró en el barrio coruñés de Eirís. Tras más de media vida en Venezuela, había decido regresar e instalarse en él junto a sus hijos. El otro, todavía está okupado a día de hoy. «No hay derecho, después de una vida de trabajo, no hay derecho», se lamentan tras conocer su historia los lectores de La Voz. «¡No sale uno del asombro, de la vergüenza y de la indignación!».

Se vuelcan en las redes sociales para dar su opinión conmovidos por el caso, enfadados incluso, solidarizados con este lucense de 84 años que espera impotente a que la Justicia mueva ficha. La mayoría de los internautas creen que es este un problema político, algunos judicial. Ofrecen como solución una reforma profunda de las leyes; cargan contra las administraciones, a las que consideran demasiado permisivas; y exigen que los partidos en el poder asuman responsabilidades. «¿Quién, o quiénes, están protegiendo a estos delincuentes?», se preguntan. «¿Hasta cuándo se va a permitir que unos antisistemas, aprovechados, puedan robar una propiedad privada sin que el Estado de Derecho pueda hacer nada para impedirlo?».  

Desde Facebook, censuran la «poca vergüenza» de los okupas y se preguntan cómo es posible que hoy en día sucedan este tipo de situaciones: «Esto es inconcebible, parece una historia de ciencia ficción, ¿cómo este país no tiene una ley que proteja la propiedad privada ante los vándalos? No se entiende». Hay quienes se echan las manos a la cabeza al saber que los intrusos han llegado incluso a exigir compensaciones económicas para marcharse y tambien quienes discrepan con las prioridades, comparando la agilidad a la hora de llevar a cabo desahucios y la pasividad a la de desalojar a okupas. 

«Estas personas son delincuentes y como tal hay que tratarlos. Una cosa es ocupar una casa y otra muy distinta destrozarla, eso es vandalismo», matiza algún usuario, secundado por otros que abogan por diferenciar «este tipo de okupas» del movimiento que toma viviendas y terrenos vacíos para darles fines sociales, políticos o culturales. La respuesta general es, sin embargo, unánime: respaldo y apoyo a Antonio Vázquez. Ánimo y mucha solidaridad.