Las borrascas encontraron el camino a Galicia

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El pasillo de las borrascas
Ayerra

Sin «La Niña», el anticiclón se ha retirado hacia el sur y ha dejado la puerta abierta a las bajas presiones

04 feb 2017 . Actualizado a las 18:06 h.

Después de meses con unas condiciones muy secas, que han hecho emerger parte de la historia que descansa bajo el agua de los embalses, Galicia ha vuelto a convertirse en el comité de bienvenida de las borrascas que circulan por el Atlántico. Otro océano, el Pacífico, ha recuperado las condiciones neutras. Eso quiere decir que las aguas, ahora mismo, no están ni más cálidas de lo habitual, algo que da lugar al fenómeno de El Niño, ni más frías, cuando se produce La Niña. Las anomalías en el Pacífico ecuatorial explican en buena medida la persistencia de las altas presiones sobre la península ibérica durante el último año y medio, que no solo han dejado un verano con récords de temperaturas máximas sino que, además, desde el pasado otoño, han impedido que llueva. Porque las borrascas conocen muy bien el camino a Galicia, pero últimamente han estado encontrándose con un potente anticiclón a su paso y no han tenido más opción que tomar otras rutas.

Como la memoria meteorológica es corta, quizá no recuerde que hace pocas semanas el sur peninsular sufrió uno de los peores temporales de su historia mientras aquí disfrutábamos de días soleados. Incluso puede que aún retenga las dos olas de frío que asolaron Europa en enero y que dejaron temperaturas de hasta quince grados bajo cero en algunas localidades gallegas. Todo ello ha sido una consecuencia directa de la persistencia de las altas presiones.

Pero, sin La Niña, el anticiclón por fin se ha retirado hacia el sur, donde debería estar en esta época del año debido a la menor radiación solar en el hemisferio norte, y ha dejado la puerta abierta para que lleguen las bajas presiones. El jet stream, la corriente que está situada a unos doce 12 kilómetros de altura y que divide el aire frío polar del cálido subtropical, ha estado circulando con grandes ondulaciones, desplazando aire cálido cuando ascendía y frío cuando descendía. Pero ahora se mueve de oeste a este. Eso le ha permitido hacer lo que mejor sabe, traer de la mano las borrascas hasta Galicia.

Este nuevo escenario ha creado una configuración conocida como tren de borrascas o canadiense, ya que muchas nacen en las costas de Canadá. Durante los últimos días hemos sufrido los efectos de un carrusel de borrascas que han penetrado de forma encadenada y que no solo nos han devuelto la lluvia que tanto reclamábamos, sino que, además, nos han metido de lleno en el invierno más crudo. En 36 horas Galicia ha recibido el impacto de tres ciclones extratropicales. La borrasca del jueves, Jürgen, incluso llegó a alcanzar la categoría de ciclogénesis explosiva. Durante su formación experimentó una caída brusca y rápida de la presión, que alcanzó los 960 milibares y provocó lluvias torrenciales, vientos con rachas de 158 kilómetros por hora y el primer aviso de color rojo en la costa. Las olas superaron los 11 metros y la espuma volvió a A Guarda, como en las grandes ocasiones. Pero lo realmente novedoso ha sido lo que ha pasado ayer viernes, cuando dos pequeñas borrascas, Kurt y Leiv, realizaron prácticamente el mismo recorrido para llegar hasta nuestra comunidad y dejar registros para la historia de la climatología gallega.

«Kurt» superó a «Hortensia» y quedó a un paso de «Klaus»

Las cifras de Kurt, que atravesó Galicia durante la madrugada del 3 de febrero, han permitido situarlo casi en lo más alto de la lista de los temporales más fuertes que han asolado Galicia. Ha superado ampliamente los números del histórico Hortensia y también los de Flora, una borrasca cuyos efectos sorprendieron a los propios servicios meteorológicos gallegos. Kurt ha provocado vientos de 182 kilómetros por hora, solo por detrás del ciclón Klaus, los restos de un huracán que se transformó en una ciclogénesis explosiva y que hasta la fecha encabeza la lista.

Los cuatro tienen cosas en común: son borrascas de reducidas dimensiones que pasaron rozando la costa norte gallega y que provocaron el caos.