El ascenso desigual de los pupilos de la UPG

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Lavandeira jr | EFE

La progresión de Luís Villares dentro de En Marea se topa con obstáculos que no tiene Ana Pontón en el Bloque

15 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las credenciales de Ana Pontón y de Luís Villares, referentes de las dos fuerzas que se disputan el voto nacionalista en Galicia, hablan de un pasado político común que tiene su epicentro en la Unión do Pobo Galego (UPG), el partido motor del BNG, pero muestran dos modelos muy diferentes de forjar un liderazgo orgánico. Ambos son originarios de la provincia de Lugo, coincidieron estudiando en el campus universitario de Santiago y, tres lustros después, sus nombres vuelven a cruzarse como los dos perfiles en ascenso en la política gallega, aunque dicha progresión se están produciendo de manera muy distinta.

El nexo común entre la portavoz nacional del BNG y el portavoz parlamentario de En Marea es la célula política del campus compostelano que dirigía a finales de los noventa el perseverante Moncho Hermida, también lucense, miembro del secretariado político de la UPG y uno de los cerebros del partido motor del Bloque. El propio Hermida se ocupó de abrirle a Villares ficha en la U y de asignarle el objetivo de penetrar en las organizaciones estudiantiles de la Facultad de Derecho, mientras a Pontón se le reservaba un papel similar en la Facultad de Políticas.

Eran los buenos tiempos del BNG, cuando se pavoneaba con su posición de segunda fuerza política de Galicia, tenía tres escaños en Madrid e incluso un eurodiputado en Estrasburgo. No obstante, la célula política no tardó en disgregarse. Luís Villares colgó pronto los hábitos de la U para forjarse una carrera judicial, mientras Ana Pontón se mantuvo fiel a la ortodoxia del partido, participando de paso en la dirección de Galiza Nova, la organización juvenil del BNG, hasta que fue reclamada a principios del 2004 para cubrir el hueco que había dejado Pilar García Negro con su dimisión.

Parlamentaria y juez

El tiempo que empleó Pontón en crecer como parlamentaria y bregarse en el Bloque le sirvió a Villares para forjarse una fulgurante carrera como juez, que lo acabó llevando unos años después hasta el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Pero sostienen quienes lo conocen que la política nunca dejó de interesarle.

El declive sufrido por el BNG en los últimos años, unido al contexto de crisis y a las acampadas del 15M, parecían abrir, al menos en principio, un escenario propicio para la implantación de una nueva fuerza política en Galicia, capaz de competir en su mismo espacio. Así debieron de verlo Xosé Manuel Beiras y sus fieles escuderos en el 2012, cuando impulsaron Anova y AGE, el germen de lo que hoy es En Marea.

Al propio Luís Villares le reservó el destino una oportunidad de derrotar en las urnas a la formación que dejó atrás hace años, dirigida ahora por aquella camarada de la célula universitaria. Así que si antes colgó los hábitos de la UPG, esta vez colgó la toga de magistrado para ponerse al frente de En Marea.

Cumplió uno de los objetivos, al duplicar con creces al BNG en las urnas, pero En Marea se quedó a mucha distancia de cumplir con otro propósito menos confeso, que consistía en borrar al Bloque del mapa, en engullir buena parte de su base electoral para tener opciones de llamar algún día a las puertas de la Xunta. Y ahí se quedó lo que parecía ser un paseo triunfal del magistrado por la política, pues el liderazgo que intenta forjarse dentro de la colmena de En Marea le está dejando el cuerpo lleno de picaduras. Que el nombre de Luís Villares no figure en la lista para la coordinadora de su partido más que como miembro nato, en tanto que sea portavoz, es una mala noticia para su progresión política, pues para desahuciarlo políticamente bastaría con que su grupo parlamentario -en el que es Podemos la fuerza con más peso- elija a otro portavoz.

Es una espada de Damocles que no pende sobre la cabeza de Ana Pontón. Reforzada ante los suyos por haber evitado la desaparición del BNG, lo que le aguarda de aquí a la asamblea de marzo que la reelegirá como portavoz nacional sí que es un verdadero paseo triunfal que puede brindar tantas oportunidades como errores cometa, o no, en el partido que lidera el antiguo camarada de la célula universitaria.