Turismo sostiene que al exigir sábanas de tela en los albergues defiende «a imaxe» de Galicia

Juan María Capeáns Garrido
juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

MARTINA MISER

Lamenta que durante la tramitación del decreto no recibiera ninguna alegación por parte del sector

30 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Desmerece una sábana desechable en un albergue del Camino la imagen turística de Galicia? La Xunta cree que sí, y por eso obliga al sector a través de un decreto a que cuando un peregrino accede a uno de estos establecimientos -en el que le cobran seis euros- pueda disponer «de inmediato» de una toalla en el cuarto de baño y de «un xogo completo de lenzaría, manta ou edredón e almofada», se entiende que de tela.

La cuestión es que esta norma está en vigor desde hace siete meses, y durante su tramitación ninguna asociación ni colectivo puso el grito en el cielo a pesar de haber sido informados de su contenido.

La queja tardía la abanderan ahora los hosteleros del entorno del Camino de Fisterra-Muxía, que denuncian que este aparentemente sencillo servicio hace insostenible la economía de estos negocios, que hasta hace poco utilizaban sábanas de papel desechables o permitían el uso de sacos de dormir sobre los colchones. La alta rotación, normalmente diaria, obliga a realizar un dispendio en limpieza que hunde el beneficio y, con todo, el mayor coste es de personal, ya que alguien tiene que dejar las camas y literas listas a diario con el material textil lavado.

«O obxectivo é garantir a calidade e a imaxe de Galicia», sostienen los responsables de Turismo de la Xunta, desde donde destacan el carácter internacional del Camino a la hora de proyectar la comunidad, lo que obliga a esmerarse con el peregrino «satisfacendo as súas necesidades e expectativas».

Sin incidencias en verano

La medida, obligatoria junto a otras que tratan de ordenar el negocio de los albergues, hay que cumplirla desde el mes de mayo, pero en la Administración autonómica no consta ninguna queja al respecto ni en los meses de verano, en los que es habitual que se registren llenos. Solo el Consello Galego de Consumidores presentó una alegación para que se hiciese constar expresamente que la lencería tenía que ser de tela.