El hermano de Elena: «Ella lo acogió por pena y la acabó asesinando»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Marta Carballo / Nacho L. Tella

Constantin Marcu fue también víctima del sospechoso de haber asesinado a su hermana, a la que ha velado en Santiago

22 dic 2016 . Actualizado a las 20:03 h.

Constantin Marcu es doblemente víctima del presunto asesino de su hermana Elena. Por lo que Adrian Eurgen Burlacu supuestamente le hizo a ella, asestándole más de treinta puñaladas que acabaron con su vida, pero también por lo que en el pasado le hizo a él. A ambos los captó en su pueblo natal, Magura, en el centro de Rumanía, prometiéndoles un buen trabajo y una vida mejor. Ella solo tenía 17 años cuando cayó en sus garras, y en cuanto alcanzó la mayoría de edad se fue con él a Hungría. Desde allí llegaron después a Galicia, concretamente a Lalín. Los hermanos Marcu fueron engañados. Cayeron en las redes de una mafia rumana dedicada a la trata de blancas, al narcotráfico y a los robos en pisos. Constantin, que está estos días en Santiago para velar a su hermana y tramitar la repatriación del cuerpo, escapó aprovechando que conservó su documentación. Hoy vive en Cataluña. Ella no tuvo esa suerte y se pasó años explotada por el que también fue su pareja.

El historial policial de Burlacu es el de un peligroso delincuente. Detenciones por robos con fuerza y por un secuestro en el 2012 que lo llevó a prisión más de dos años. Elena testificó contra él en aquel juicio pese a que su presunto asesino llamó a su familia amenazándola y exigiendo que ella cambiase su testimonio para exculparlo. Cuando él ingresó en la cárcel, ella pudo cortar las férreas ataduras que les unían y rehízo su vida en Santiago, donde encontró trabajo de camarera y comenzó a estudiar un módulo de FP de Farmacia.

La historia de Elena volvió a truncarse cuando, hace cosa de un año, Adrian Burlacu salió de prisión. «Él la buscó y finalmente dio con ella. Tomaron un café y ella le dijo que no quería volver con él, pero que podían ser amigos», relatan Constantin y un amigo catalán, Jesús Saumell, que ha viajado con él a Santiago para ayudarlo.

Hace unas semanas, Burlacu apareció en el piso de Elena. «Le dijo que no tenía dinero, que no tenía dónde ir y le pidió quedarse. Elena lo acogió por pena y al final la acabó asesinando», cuenta el hermano de la mujer. Su bondad y generosidad, cualidades que todos los que la conocieron resaltan de ella, le abrieron la puerta al monstruo que la había maltratado y que se había aprovechado de ella. «Siempre nos trató con violencia, exigiéndonos dinero y aprovechándose de nosotros», explica Constantin.

El relato que el hermano hace del crimen es sobrecogedor. «Él quería que pensase que había cambiado, que ya no era un criminal. Las dos semanas que estuvo en su casa le hacía la comida y limpiaba, la trataba bien», explica. El pasado viernes, cuando Elena le dijo que no solo no iba a volver con él a la vida de antes, sino que además él tenía que marcharse inmediatamente de su casa, se consumó la tragedia.

Imagen de archivo, juicio en junio del 2013
Imagen de archivo, juicio en junio del 2013 CAPOTILLO

«Fue un crimen premeditado y muy sádico», asegura. Según su versión de los hechos, que es la que tienen por parte de la compañera de piso de Elena que presenció el crimen, Burlacu sonrió, sacó su móvil e hizo una llamada telefónica. «Puso el altavoz y mantuvieron una conversación en rumano con otra persona. En un momento dado, dijeron algo y a Elena le cambió la cara. Después, ella le pidió que le devolviera los papeles del coche, él bajó y cuando volvió, sin mediar palabra, la acuchilló. Seguía manteniendo la llamada telefónica con esa otra persona a la que le decía, me queda una, me queda una», explica Jesús, el amigo de Constantin. La testigo pudo esconderse en el baño y salvar su vida. «Tuvo que pasar por un infierno. La pobre incluso se reprocha no haberla ayudado, pero no podía hacer nada. Si no se hubiese escondido, ahora estaría también muerta», afirma Constantin Marcu, que asegura que también ha sufrido las amenazas de Adrian Burlacu.

«La compañera de piso salió del baño y le puso unas toallas para cortar la hemorragia»

En el piso del número 32 de la calle San Pedro de Mezonzo de Santiago, en el Ensanche compostelano, vivía Elena Marcu junto a su compañera de trabajo y a la madre de esta última. El pasado viernes, sobre las 17 horas, en la vivienda solo estaban las dos amigas y el presunto asesino. Cuando Adrian Burlacu comenzó, presuntamente, a acuchillar salvajemente a su expareja, ella pidió ayuda desesperadamente, pero ya no había nada que hacer. Todo lo que pudo hacer la otra chica fue salvar su propia vida. «Primero se escondió en la habitación, pero después se dio cuenta de que allí no estaba segura y se encerró en el cuarto de baño. Tuvo la habilidad de coger el móvil, por lo que pudo llamar a la policía», explica Jesús Saumell, el amigo del hermano de la víctima, que estos días no se separa de él ni un momento.

Tuvieron que ser unos momentos terribles. «Cuando se fue, Elena aún estaba viva y gritó a su amiga que por favor la ayudase, que el criminal -como le llama siempre Constantin- ya se había marchado. Tuvo el valor de salir y se encontró allí a mi hermana en un charco de sangre. Le puso toallas para intentar cortar la hemorragia, pero ya no había nada que hacer, los médicos consiguieron reanimarla, pero una de las puñaladas le había seccionado la tráquea y, al no tener aire, el cerebro había dejado de funcionar», explica el amigo del hermano de la víctima. 

Pacto en el Senado

Mientras, la Comisión de Igualdad del Senado aprobó ayer una iniciativa de todos los grupos para alcanzar un pacto de Estado contra la violencia machista. Se analizará la ley integral vigente desde el año 2004 y se estudiarán las medidas de prevención, protección y reparación de las víctimas de malos tratos.