Ana Enjamio confió a dos amigas que el detenido de Vigo la había amenazado

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

Mila Méndez

La policía cree que César Adrio actuó «obcecado» por el rechazo y la jueza ya activa el jurado popular

20 dic 2016 . Actualizado a las 16:24 h.

La titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Vigo tomará mañana declaración como investigado al técnico César Adrio Otero, vigués de 38 años, como supuesto autor del delito de asesinato de la ingeniera Ana María Enjamio Carrillo, de 25 años, en su portal el sábado. La policía le atribuye la muerte planificada y con ensañamiento de su compañera de trabajo. La magistrada lo interrogará mañana y ya ha activado un proceso para juzgarlo con el tribunal de jurado popular. La víctima recibió entre ocho y diez cuchilladas al entrar en su portal al volver de una cena de empresa.

El juzgado de guardia que investigó inicialmente el crimen considera que se trata de violencia machista porque el implicado y la víctima tuvieron una relación previa. Ambos convivieron a partir de febrero durante unos meses en un piso alquilado a nombre de él. Aunque la joven realizaba visitas esporádicas y otras veces convivía, la jueza de guardia entiende que hubo una relación sentimental. Luego ella rompió y se alojó en un piso compartido con una estudiante y una trabajadora en la avenida de Madrid. El fin de semana que fue apuñalada, ellas estaban fuera. 

Dos hijos

La relación con César era oculta y esporádica, pero la joven filtró detalles a dos amigas íntimas. Les contó que era un hombre casado y con dos hijos que se había separado o divorciado en la misma época en la que ella trabajaba como becaria en la empresa Cablerías Auto S. L. en el polígono de As Gándaras, en O Porriño. Él era su formador técnico hasta que fue contratada.

Las amigas se preocuparon cuando presenciaron u oyeron que ese hombre mantenía fuertes discusiones con Ana María y la agredía verbalmente o la amenazaba. Eran situaciones puntuales que la víctima contó en confidencia. Nunca denunció al implicado, pero lo intentó dejar por su agresividad. Hace poco, ella dio el paso y volvió con su novio de siempre, un deportista y paisano suyo que reside en Vigo. Ambos se habían dado un tiempo en el 2015 y un año después volvieron juntos, lo que no asumió el compañero de trabajo, que se sintió colgado, primero separado y luego sin su joven novia. La policía sospecha que el hombre estalló en la cena tras beber.

César Adrio alegó que salió pronto de la fiesta y se fue a duchar a la casa de sus padres, con los que convive ahora. Luego, siempre según su versión, viajó en coche a Vilagarcía a visitar a sus dos hijos pequeños. Al mediodía, fue requerido en la comisaría de Vigo. Aparcó su Renault Megane y, al entrar, la policía lo declaró persona investigada y llamó a un abogado. Había mínimos indicios contra él tras oír los testimonios de las amigas.

En el interrogatorio, lo negó todo y salió libre del centro policial doce horas después porque los agentes registraron con orden judicial su coche y su piso y no hallaron pruebas del delito. La policía tampoco encontró sangre en la camiseta y los vaqueros que vistió en la cena.

Los investigadores de la UDEV, que trabajaron 24 horas seguidas, ya habían asumido que las pesquisas iban a ser largas pero, a la mañana siguiente, César Adrio se autolesionó en su casa con cortes en las manos. La policía pensó que él mismo se había delatado, atormentado tras una noche de remordimientos, y lo detuvo tras trasladarlo al hospital.

Los agentes lo interrogaron ayer en comisaría en calidad de detenido pero él se acogió a su derecho a guardar silencio. Callar es una táctica de defensa porque goza de la presunción de inocencia y los agentes no han encontrado el arma homicida, la ropa ensangrentada ni el teléfono móvil de la víctima. Agotarán el plazo máximo de 72 horas para buscar más pruebas.

La principal hipótesis policial es que el sospechoso actuó obcecado y obsesionado por su compañera, y sufrió un arrebato al enterarse en la cena de que ella volvía con su novio y verse rechazado. Los agentes ven rasgos de ensañamiento típicos de un crimen machista.

Rastrean el GPS del móvil de César para saber dónde estaba a la hora del crimen

La jueza de instrucción de Vigo en funciones de guardia autorizó a la policía a registrar el teléfono móvil decomisado al implicado y hacer un rastreo de las llamadas entrantes y salientes. También comprobarán la localización GPS del aparato para saber dónde estaba el implicado a la hora del crimen. Y quieren saber si envió mensajes de WhatsApp a la víctima esa noche para quedar con ella.

El juzgado de guardia también encargó un informe de identificación de las huellas dactilares y de sangre halladas por la policía científica en el portal donde se perpetró el crimen. También le tomaron tejido de las manos para identificar el ADN de la víctima, si es que hay, y el suyo propio para cotejarlo con las muestras halladas en la víctima y el portal.

La forense que examinó el cadáver también vio indicios de que la víctima se defendió y luchó por su vida. Eso significa que el implicado no logró matarla por sorpresa, pero no se sabe si ella lo identificó. El detenido no presenta marcas ni en el rostro ni en las manos. Los vecinos oyeron gritos de dolor y una voz que decía: «¡Ah, ah! ¡Mamá, mamá!», pero nadie recuerda que pronunciase el nombre del asesino.

Una posibilidad es que el implicado, al salir antes de la cena, tuviese tiempo para buscar un cuchillo, cambiarse de ropa e incluso ponerse una capucha para no ser reconocido. Por las huellas halladas en el portal, se sabe que la joven intentó escapar hasta que el asaltante le segó el cuello y le clavó más puñaladas en la zona izquierda del pecho, con algunos cortes de tanteo, quizás para atemorizar a la víctima. No hay indicios de que sufriese un intento de agresión sexual, por lo que se cree que su intención era matarla.

Otro enigma es cómo hizo el agresor para no ser visto por el vecino de 18 años que entró antes ni por las dos amigas y un colega que llevaron en coche a Ana María hasta su portal. Quizás tenía ya las llaves o se coló en el portal y se escondió tras la puerta de las escaleras a esperar a que llegase la víctima. O quedó con ella por WhatsApp para hablar.