Educación quiere que la presencia de padres en el Consello Escolar aumente

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Las ANPA solo ocupan ahora 5 de las 51 plazas que integran el órgano consultivo

12 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Consejo Escolar del Estado votará mañana el dictamen obligatorio de la normativa de la nueva reválida. La renovación in extremis de este órgano ha puesto sobre la mesa su existencia, por lo demás discreta. Galicia también tiene su propio Consello Escolar, que posiblemente se reúna este mes, su segunda cita anual tras una en marzo. Con el comienzo de la legislatura se avecinan cambios, ya que la Xunta se había comprometido a modificar la ley que regula la entidad para aumentar la presencia de padres, favorecer la de alumnos y acoger a colectivos en favor de la diversidad. Pero, ¿cómo funciona el Consello? ¿Para qué sirve? ¿Sus miembros qué opinan?

El Consello Escolar de Galicia, como el del Estado, es un órgano consultivo que emite ante cada ley dictámenes obligatorios pero no vinculantes. Están representados todos los sectores de la escuela y en total son 51 personas, aunque hay cuatro plazas vacantes: las tres de los estudiantes -«no hay alumnos porque el órgano que tiene que proponer a los candidatos son las confederaciones, y no hay ninguna en Galicia», dice la Xunta- y una de las dos del personal de administración y servicios. Hay mínimas diferencias entre la composición de los consejos gallego y estatal: el primero incluye a los movimientos de renovación pedagógica y al Seminario de Estudos Galegos, mientras que el estatal cuenta con un espacio propio para las mujeres. El Consello se reúne entre una y tres veces al año en función de la normativa que tenga que tramitar, y es la comisión permanente -siete personas- la que da forma a la sesión.

En cuanto a qué opinan sus componentes, la totalidad aplaude su existencia, aunque sobre el funcionamiento hay opiniones encontradas. Por una parte, está la Administración educativa, que lo considera «de vital importancia» porque «palpa el sentir de los grupos». Lo dice José Manuel Pinal Rodríguez, director xeral de Centros e Recursos Humanos (el vicepresidente del organismo, Fernando del Pozo, declinó la invitación a participar en este reportaje).

Para Pinal es lógico que los dictámenes del Consello no sean vinculantes, porque no podría variar leyes aprobadas en el Parlamento, pero asegura que «surgen acuerdos para mejorar el sistema» y «ha habido modificaciones, algunas cosas se eliminaron o se transaccionaron» a raíz de las opiniones del consello.

En absoluto comparten esta opinión otros representantes del ente autonómico. Ni el especialista José Luis Fernández (representante del Movemento de Renovación Pedagóxica) ni los sindicalistas Anxo Louzao (CIG) o Gerardo Morano (UGT). Para este último, los plenos del Consello le transmiten «la sensación de un frontón. La consellería no acepta nada, incluso en cosas fácilmente asumibles». Y Anxo Louzao resume: «Somos convidados de pedra [porque] é un apéndice da consellería. Aprobáronse resolucións contra á Lomce, o decreto do bilingüismo, a lei de convivencia... pedíronse modificacións e non foron atendidas. É unha excepción atopar algo que aprobara o Consello e que a consellería fixera un cambio na normativa». Morano añade: «En los dictámenes a veces no se recoge lo que se ha debatido, y pueden ser sesgados. En una ocasión que la reunión se alargaba mucho se colgaron las conclusiones antes de que el debate terminara».

¿Presidente por votación?

La crítica también llega del Movemento de Renovación Pedagóxica. José Luis Fernández asegura que el Consello «é un órgano consultivo moi incómodo. Os ditames son bastante ridículos. Ti non podes dicir que queres dialogar se despois non fas ningunha cesión». Recalca que «é o único consello do Estado no que o presidente [es el conselleiro] non aparece». Louzao asegura que se debe a «un regulamento moi encorsetado, a dispor da consellería e que non cumpre a función de participación», y que en el caso gallego el colmo es que lo preside el titular de Educación, cuando lo normal es que sea un nombre que se pueda mantener cuando cambia el conselleiro. Por cierto, en este punto, el sindicalista propone que «sendo un órgano de representación parecería lóxico que ao presidente o nomearan os propios membros do Consello, e non a Administración».

No es la dificultad de ver plasmado en normativa aquello que se aprueba la única queja de los miembros del Consello. Los padres y centros, por ejemplo, se consideran infrarrepresentados. Son cinco personas (tres de las ANPA públicas y dos de las concertadas) frente a los doce sindicalistas (representantes de la escuela pública, de la privada y centrales sindicales) o a los ocho de los concellos. María José Mansilla, de la ANPA de colegios concertados, apunta: «Como somos tan pocos estamos muy limitados en las comisiones de trabajo, porque además no hay suplencia, y si soy elegida yo y ese día no puedo ir, pues no va nadie».

Ignacio Parajó, de la Federación de Centros Educación e Xestión (concertados), valora positivamente el Consello -«su función es enriquecer las normas con las opiniones de los conocedores del problema»- pero duda de la representatividad del mismo: «No es un foro educativo en el sentido estricto, ya que tiene un enfoque también de tipo político, que atiende otras reclamaciones no estrictamente educativas». Para él, «el futuro de la sociedad está en los colegios, es lo que vamos a tener dentro de unos años. Si no estamos centrados en cuestiones técnicas y educativas, igual lo lamentamos».

Javier Sánchez, de Anpas Galegas, para quien el Consello «é un órgano importante de representación», también cree que los padres tienen poca fuerza porque «os grupos facemos emendas ás leis ou decretos e as valora a comisión permanente, no que nas ANPAS so teñen un representante». Y esta entidad aboga por centrarse en cuestiones que afectan a los niños: ellos están pendientes de que se trate su última iniciativa, «a mellora da educación domiciliaria-hospitalaria, xa que o protocolo actual non é suficiente».

Frente a estas quejas sobre el peso de los diferentes grupos, Anxo Louzao niega la mayor: «O profesorado non está sobredimensionado, todo o contrario. Penso que os profesores temos moito que dicir ao respecto do sistema. Habería que preguntarse a razón de certa representación: a propia Administración galega; a Administración local ten oito persoas; que fai representada a patronal do transporte; ou os empresarios, propietarios do ensino privado.... Os profesores somos os que diariamente estamos ensinando». Y considera que si la consellería se plantea cambiar la estructura del Consello «non será para mellorar a participación do organismo, senón para que o apoie a ela».«Somos convidados de pedra» y «es un frontón», lamentan los representantes de los sindicatos