Condenada a indemnizar a los padres del niño que tenía en acogida por negarse a devolverlo

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

La mujer, coruñesa, llegó a ocultarse con el menor en un pueblo de Granada para evitar su entrega

06 dic 2016 . Actualizado a las 08:29 h.

«La procesada cuidó y mimó al menor de manera ejemplar», dice la sentencia. La mujer, pese a lo que hizo, cuidó y mimó a ese pequeño de forma «ejemplar». Lo pone la sentencia que la condena a indemnizar con 3.000 euros por daños morales a un matrimonio de Senegal que le había entregado a su hijo en acogida temporal y, llegado el momento, la procesada no solo se negó a devolverlo de nuevo a sus padres biológicos, sino que se escondió con el crío en un pueblo de Granada. La absuelven del delito contra los derechos y deberes familiares por el que también fue juzgada porque el juez entiende que la acusada fue muy buena madre durante los seis años que estuvo con el crío. Aparte de la indemnización, esta mujer deberá hacer frente a una multa de 2.700 euros como autora de un delito de coacciones.

Todo comenzó en el 2006, cuando un matrimonio de origen senegalés con residencia en A Coruña tuvo un hijo del que no podía hacerse cargo. En aquellas fechas, estos padres tenían una estrecha amistad con la acusada, que se prestó a echarles una mano. Les ofreció la posibilidad de cuidarles al menor durante el tiempo en que no pudieran criarlo ellos. Y así fue. El crío, de apenas meses, vivió con la procesada, que la tomó «como una figura materna por los mimos y cuidados que le brindaba».

Seis años después, en el 2012, los padres biológicos, con una situación económica y laboral más desahogada, le comunicaron a la entonces amiga que ya se podían hacer cargo del menor y que se lo entregase. La mujer se negó en rotundo. Ni siquiera después de constantes y diarios requerimientos. La pareja se presentaba casi a diario en el domicilio de la mujer y esta no respondía a sus llamadas y ocultaba al pequeño.

Cuenta la sentencia que el matrimonio quería llevarse al niño de vacaciones a Senegal para presentarlo a la familia y cumplir con los ritos religiosos que ellos profesan. Ni así permitió que los padres se acercasen a su hijo.

Como la insistencia de los reclamantes no cesaba, la acusada decidió cambiar de ciudad en el 2012. Hasta ese momento, ocultaba al crío en su propio domicilio, negando cualquier contacto con sus padres. Eligió un pueblo de Granada, donde escolarizó al pequeño.

Pese a ser conocedora de la denuncia que los padres biológicos pusieron contra ella, la mujer perseveró en su decisión de no entregar al menor. Ni siquiera quiso desvelar su lugar de residencia o el paradero del crío cuando fue interrogada por la policía en calidad de imputada.

El juzgado ordenó a la policía localizar al niño y prohibió a la acusada abandonar el país. Los agentes pudieron encontrar al pequeño, pero no entregárselo a sus padres biológicos, que tuvieron que esperar a que avanzase el proceso. Hasta que, en el 2014, el pequeño fue entregado a su familia, a la que también se le concedió la custodia. El juez permitió durante año y medio que el crío siguiese con la madre de acogida por los buenos cuidados y cariño que el menor le tenía.