Galicia y Uruguay se postulan como bisagra comercial de Europa y América

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

Vázquez abre las puertas de su país a las empresas, y a los gallegos a nivel personal

01 dic 2016 . Actualizado a las 11:24 h.

Si una oportunidad se caracteriza por tener muchas ventajas y casi ningún inconveniente, invertir en Uruguay parece que lo es. Es la idea que defendieron ayer en Santiago durante más de dos horas el presidente del país, Tabaré Vázquez, y los ministros de Economía y Transportes. Escuchaba atento un nutrido grupo de empresarios gallegos que tuvieron en el presidente de la Xunta a un comprometido portavoz que se preocupó durante su intervención de justificar la petición lanzada por él mismo para que se conociese en Galicia de primera mano el plan estratégico de infraestructuras que Vázquez quiere desarrollar a cinco años vista.

El territorio de Uruguay es seis veces más grande que Galicia pero está poco más poblado -3,4 millones de habitantes-, se encuentra enclavado entre dos gigantes como Brasil y Argentina y compite con Chile por abanderar la estabilidad, la seguridad empresarial y el crecimiento sostenido en Latinoamérica. Su economía se ha ralentizado, como admite el propio Gobierno, y por ello han confiado el margen para medrar y mejorar la calidad de vida de su población a las inversiones en sectores como el energético, las comunicaciones, la vivienda social, los viales, las conexiones ferroviarias y las mejoras en puertos y saneamiento. En total, unos 11.600 millones de euros, de los cuales un tercio procederán de capital mixto público y empresarial y los dos tercios restantes del sector privado.

El compromiso de Feijoo

Feijoo sacó pecho en su intervención y garantizó a Vázquez que las empresas gallegas podrían asumir ese plan en solitario por su solidez a la hora de hacer negocios, y se mostró convencido de que aquellas que atiendan la oferta uruguaya van a cumplir. «Los gallegos tenemos palabra, no gastamos más de lo que tenemos y pagamos lo que debemos», resumió el titular de la Xunta, quien se aferró a los argumentos de la estabilidad política, la confianza que da superar una grave crisis y los estrechos lazos de sangre para convertir la relación comercial en un puente económico entre Europa y América. Dos puertas de entrada y salida a mercados mucho más grandes cuyo tránsito, insistió Vázquez, no sería solo para las empresas.

«Somos un gran país para invertir y desarrollarse, también a nivel personal, porque tenemos talento y calidad de vida», justificó el mandatario sudamericano, que después de una retahíla de alentadores datos sobre los avances de Uruguay concluyó que el mayor valor del país es «su gente», que lleva en su ADN la cultura del trabajo que inculcaron, entre otros, los gallegos.

Una economía con trece años de crecimiento que ofrece un trato ventajoso

«No me pregunten por el modelo económico. No tenemos, porque no nos gustan las respuestas rígidas para todas las preguntas». Con esta sorprendente frase definió ayer Danilo Astori, ministro de Economía, la línea de trabajo que ha permitido a Uruguay crecer durante trece años consecutivos, con cierta desaceleración pero sin entrar en números negativos «en un entorno recesivo». Astori bajó al detalle y explicó a los empresarios gallegos congregados en Santiago que en su país se van a encontrar un clima de negocio estimulante, con igualdad de trato respecto al inversor nacional, sin límite para la dotación de capital, con un sistema impositivo «único y coherente» y con una exoneración de impuestos de entre el 20 y el 100 % de la aportación, según sus características. El lazo, de acuerdo con lo que relató, se completa con la garantía jurídica que supone una ley de participación empresarial que trazó brevemente Víctor Rossi, ministro de Transportes.

Tabaré Vázquez, que aparcará los contenidos económicos de su gira europea para visitar dentro de unos días al papa Francisco en el Vaticano, tuvo tiempo de conocer los entresijos de la SD Compostela -antes de ser político dirigió un club de fútbol- y comió con parte de la delegación uruguaya en un restaurante de Santiago.