Los Ángeles del Infierno, una vida demasiado al margen de la ley

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Lucía Vidal

La desarticulación de una banda de moteros formada por gallegos pone bajo el foco a esta tribu nacida en EE. UU.

29 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Y ahí estaban ellos, un grupo de personas con sus propias normas basadas en el honor, el respeto mutuo y la disciplina». El que fue presidente de una de sus divisiones, George Christie, explicaba así la atracción que muchos adeptos a los Ángeles del Infierno sienten por una banda que el Departamento de Justicia de Estados Unidos considera una organización criminal y que en España lleva ya un nutrido grupo de detenidos. Los últimos, dos gallegos pertenecientes al capítulo del norte del grupo Hells Angels Mc Spain, imputados entre otros delitos por tráfico de drogas, extorsiones, coacciones, tenencia ilícita de armas y hurto.

No es la primera vez que una subdivisión de estos moteros alados deja huella en la comunidad en forma de bofetada a la ley. En septiembre del 2013, la Policía Nacional arrestó en Pontevedra a cuatro integrantes de los Ángeles del Infierno canadienses y dos españoles que iban a operar desde Galicia. Habían fletado un velero que transportó desde Colombia 500 kilos de droga desembarcada en el litoral gallego y cuyo destino era Madrid.

Si se atiende a los orígenes de esta tribu, que en la actualidad tiene más de 230 subdivisiones repartidas por el mundo, uno no se explica qué hace una banda como esa en un sitio como este. Los Ángeles del Infierno nacen al calor de la euforia aliada tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Corría el año 1948 y un grupo nada escaso de militares buscaban en Fontana (California) la anhelada adrenalina vivida en el campo de batalla. La desazón de volver a una vida rutinaria y carente de emoción, -sumada a los bajos precios de las motos, por los materiales sobrantes de la guerra- motivó a muchos de ellos a unirse a un grupo cuyo leitmotiv eran la diversión, las curvas y una libertad nada bien entendida que, hasta el día de hoy, han dejado sucesos tan sangrientos como el ocurrido en un concierto de los Rolling Stones en Altamont (California) en 1969. Esa noche uno de los miembros de estos ángeles de los bajos fondos apuñaló a Meredith Hunter -un afroamericano que avanzaba hacia el escenario con una pistola-, causándole la muerte. De fondo sonaba Under My Thumb.

La contracultura motera se ha defendido en innumerables ocasiones de unos ataques que consideran desmedidos. De hecho, su lema «Cuando hacemos el bien nadie se acuerda de nosotros, cuando hacemos el mal nadie lo olvida», es toda una declaración de intenciones. También lo es la de aquellos que rechazan el 1 %, un distintivo que portan quienes abiertamente manifiestan estar en contra del sistema y que parte de unas reyertas ocurridas en California. Incidentes por los que el entonces presidente de la Asociación Americana de Motoristas tuvo que salir en defensa «del 99 % de los motoristas americanos que son honestos».

A pesar de que la Guardia Civil reconocía en el 2014 que «no son más de cinco las bandas asentadas en España que son realmente peligrosas», el Ministerio del Interior tiene el ojo puesto en más de 80. Europol ha advertido de que el número de estos «clubes motoristas» ha aumentado en Europa «a un ritmo significativo desde el 2010». Pero el hecho de poseer una Harley Davidson no significa tener que formar parte de uno de estos grupos criminales. Al contrario, estos son una excepción. Estas bandas minoritarias que se asientan en la geografía española proceden fundamentalmente de Alemania, el Reino Unido o Estados Unidos. Así, una vez llegan a España van absorbiendo grupos pequeños de origen español.

Las autoridades han constatado que España se ha erigido como un mercado estratégico a la hora de crear rutas de tráfico de drogas y seres humanos. Por eso, se puso en marcha la operación Triciclo hace más de un año, gracias a la cual se pudo detener el fin de semana a ocho personas vinculadas a los Ángeles del Infierno. Este dispositivo se inició con una investigación por presunto tráfico de drogas a personas relacionadas con el mundo de las motos.