Feijoo ante Rajoy: «Galicia non se conformará nunca con menos do que lle corresponde»

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

El presidente del Gobierno central pone a la comunidad como «modelo de éxito» para España

13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto Núñez Feijoo prometió ayer por tercera y previsiblemente última vez su cargo como presidente de la Xunta. Lo hizo en un acto de marcado carácter institucional en el Parlamento de Galicia y después, a diferencia del 2012, salió a la calle al encuentro de la gente, que poco pudo aplaudirle porque el paraguas era obligatorio. «Hai que mollarse por Galicia», proclamó en el Obradoiro, «a praza maior de Galicia, de España e de Europa».

A su lado estuvo durante buena parte de la jornada Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno de España le devolvió así el calor que Feijoo le concedió en el Congreso hace solo dos semanas en su toma de posesión, y su presencia le sirvió al jefe del Ejecutivo gallego para darle empaque político a la lectura de su discurso, en el que las ideas de estabilidad y diálogo volvieron a ser los ejes fundamentales. Feijoo añadió al final una acotación improvisada para recordar que «Galicia non vai pedir máis, pero non se conformará nunca con menos do que lle corresponde», aunque agradeció a Rajoy el «compromiso» expresado en su intervención.

Antes, garantizó ante medio millar de cargos institucionales y representantes de la Galicia más activa que su Gobierno va a ser leal a España y protagonista en cualquier debate con todas las comunidades autónomas para lograr una financiación «xusta», sin aislamientos territoriales y con «mans tendidas» para que «non haxa galegos que queden atrás. Avanzaremos todos, con metas definidas por todos», remarcó. 

Discurso manuscrito

El titular de la Xunta desveló que el presidente del Gobierno contactó con él en la noche del viernes para adelantarle que el contenido de su discurso iba a ser más histórico que político, y a la mañana siguiente Feijoo también descubrió que sus apuntes estaban manuscritos, cuestión que también hizo pública: «Rajoy sente o país», interpretó. Efectivamente, el presidente español hizo un breve repaso vital recordando que nació y estudió en Santiago, y que fue en la capital gallega donde compartió piso y despacho en la Rúa Nova con otro alto cargo de la primera Xunta de 1981. Sin quejarse de aquella precariedad, quiso reforzar la idea de progreso de la Galicia democrática. «Llegar a Padrón nos llevaba 45 minutos, por Pedrafita se circulaba a diez kilómetros por hora y los políticos todavía iban por las aldeas inaugurando la luz eléctrica», hizo memoria. Es, a su juicio, la demostración de que existió prosperidad y progreso «por más que nos hayan golpeado cinco años de crecimiento negativo». La clave, dijo, ha sido la estabilidad institucional y «coraje» de una gran mayoría de gallegos que han compensado «a los que dicen que aquí no cambia nada. Hay cosas que no están bien, muchas, pero esta base es un logro colectivo de los gallegos», zanjó antes de pregonar que Galicia tiene «todo» para triunfar en el siglo XXI y que, de hecho, es un «modelo de éxito» para toda España. Por dos veces también le deseó a Feijoo un punto de suerte en la encomienda, «que siempre es necesaria», y acabó reconociendo que su intervención le parecía un «honor impagable».

El presidente gallego, que recibió un chaparrón de elogios públicos tan insistente como la lluvia que caía fuera de la sede de O Hórreo, fue generoso en los agradecimientos y especialmente expresivo con los portavoces de la oposición, que acudieron al acto institucional, algo que no ocurrió hace cuatro años. Y también tuvo sentidas palabras con los actuales alcaldes y exregidores invitados, a los que independientemente de su color político hizo partícipes de la construcción de Galicia. De alguna manera, Feijoo quiso rodearse de aquellos protagonistas de la vida pública gallega que, en el pasado y el presente, hacen del diálogo una herramienta estratégica para la política, y por ello destacó la labor de los expresidentes que le precedieron. Allí estaban presentes Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño. Este último le deseó «éxito» y «normalidade institucional», dos recetas que también hizo suyas la tercera autoridad del país, la presidenta del Congreso Ana Pastor, quien advirtió a un presidente «emocionado» al que deseó lo mejor para que «Galicia siga creciendo». 

Amigo y «referente»

También tuvo felicitaciones personales de políticos de otras comunidades españolas, como la del presidente de Castilla y León Juan Vicente Herrera, que ensalzó sin timidez la figura del titular de la Xunta, al que considera un «gran amigo», así como «un referente» entre los dirigentes autonómicos. Herrera, que hizo unas breves declaraciones al llegar a la sede parlamentaria, adelantó y sustanció algunas de las ideas que Feijoo deslizó en su discurso institucional, y pidió que se escuche a aquellos que, como su homólogo gallego, tienen «una visión leal, común, integradora y crítica del modelo constitucional del 78» en un momento en el que, en su opinión, «se escucha más a aquellos que distorsionan» dicho modelo. 

El acto popular, justificado

En un día de alabanzas, Feijoo también quiso responder sin acritud a los que lamentaron la celebración de un acto ciudadano al son de las gaitas, «porque Galicia non está para festas», según el grupo parlamentario de En Marea. El presidente de la Xunta, que días atrás debatió con su entorno la oportunidad de reeditar el acto del 2009 y los sucesivos de Fraga y Touriño, y que suspendió en el 2012 por la crisis, defendió la decisión final con euforia y con ganas de «falar ao pobo, que é o mínimo que pode facer un político».

En la praza do Obradoiro, «ante o símbolo galego de alcance universal» y sin la rigidez del Parlamento, Feijoo manifestó que «Galicia non é un final, senón un principio». Él empezó a escribir ayer las primeras palabras del último tomo de su trilogía gallega.

«Un galego que non está, un galego que está por vir»

Núñez Feijoo llevó preparado al Parlamento un discurso institucional del que solo se separó para reclamar ante Rajoy el peso que a Galicia le corresponde en España y para acordarse durante unos breves pero emocionantes segundos de su familia. Casi al final, aseguró que para llevar a cabo su misión cuenta «coa lembranza e o exemplo dun galego que non está -en referencia a su padre, fallecido este verano- e coa motivación e a ilusión dun galego que está por vir». Su madre, su hermana y su pareja, Eva Cárdenas, embarazada, apenas pudieron contener las lágrimas.