Un belga dice que es su padre el hombre de las cajetillas que también afirma ser un boirense

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

La familia flamenca y el barbanzano han denunciado los hechos con menos de un mes de diferencia

13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado 29 de junio, en Bélgica, un hombre de nombre Serge recibió la llamada de su madre. Ella le informaba de que, sin dar crédito, vio la cara de su difunto marido en un paquete de tabaco. La imagen, según la viuda, era un primer plano de la cara que coincidía sorprendentemente con la de su esposo. Serge, atónito, se echó a la calle para buscar en la primera tienda que tuviera a mano una cajetilla ilustrada con el retrato de su progenitor agonizando e intubado en un hospital. La búsqueda no duró mucho y, efectivamente, este belga dio crédito a la versión de su madre. El siguiente paso consistió en denunciar la situación para que la Unión Europea elimine la fotografía que atribuye a su padre, y que coincide con la que el vecino de Boiro F. J. T. A. asegura que es la suya.

Serge denunció los hechos el 29 de junio, y este residente en el término barbanzano de Boiro hizo lo propio pocos días después, concretamente el 11 de julio, en el puesto de la Guardia Civil que hay en su ayuntamiento. Con anterioridad, F. J. T. A. puso en conocimiento de la oficina de consumo de la Xunta el presunto atropello. En ambos casos, y según explicaba ayer el afectado, todavía no ha tenido respuesta de nadie más que de la Guardia Civil, que sigue interesándose por la situación. «Han pasado cuatro meses desde que presenté la denuncia, pero todavía no he tenido noticia de los juzgados de Ribeira, que es donde se encuentra. Por eso me decidí a hacer pública la situación por la que estoy pasando, que no es nada fácil. Cada pocos días me acabo encontrando con un retrato mío en la barra de un bar o en cualquier acera en una cajetilla arrugada». 

Constancia del caso de Bélgica

Al preguntar por los fines que busca F. J. T. A. con la denuncia que presentó en el instituto armado, este boirense se muestra razonable, y despeja cualquier duda sobre una motivación económica: «Lo primero es lograr que se retire mi cara de estos paquetes de tabaco. Y si logramos confirmar que soy yo, será el momento de pedir responsabilidades a las personas que deciden qué imágenes se colocan en los paquetes de tabaco y, de paso, que expliquen de dónde las sacan. Pero nadie puede negarme que el hombre intubado que aparece en algunos paquetes de tabaco soy yo».

F. J. T. A. es consciente de que la batalla que ha iniciado hará que se enfrente ante un gigante como la Unión Europea, aunque él tiene especial interés en conocer la identidad de la persona que habría sacado la foto: «Tuvo que ser en el Clínico, no hay otra posibilidad, y ese culpable no está tan lejos y tuvo que ser alguien del hospital, ya que nadie más entra en un preoperatorio».

«Sigo pensando que soy yo, no hay dudas»

F. J. T. A. lo tiene claro. Su discurso, y su tono, nunca se alteran ni son estridentes. De sus palabras tampoco se deduce rencor, pero sí indignación por el simple hecho de verse retratado en cajetillas de tabaco, que él mismo consume, sin autorización. Al ser preguntado sobre la denuncia presentada por una familia belga que asegura que uno de sus integrantes, ya fallecido, es la misma persona que dice ser este boirense, sentencia: «Sigo pensando que soy yo, no hay dudas».

De hecho, este ciudadano gallego de 54 años reconocía ayer al ser preguntado por la denuncia localizada en Bélgica (y que difundió en España el portal www.exclusivomen.com), que ya tenía constancia del caso. También explicó que, bajo su punto de vista, él se parece bastante más que el difunto que residía en esta nación del norte de Europa: «Esto hay que tratarlo con seriedad, y no dudo de las buenas intenciones que tienen los familiares de este señor que ya murió, pero la verdad, la foto de él está ahí para verla, igual que la mía. Y cada uno puede sacar sus propias conclusiones».

Lo que sí es cierto es que el aspecto físico de F. J. T. A. ha cambiado un poco desde que superó un rosario de operaciones quirúrgicas en la espalda: «He perdido 17 kilos desde que me hicieron esa foto en Semana Santa del 2013 mientras estaba en el preoperatorio del Clínico. Pero soy yo, no hay duda. Lo que tengo claro es que me reafirmo en cada palabra que hay en la denuncia de la Guardia Civil o en la reclamación que presenté en el departamento de consumo. También me gustaría explicar que soy consciente de que tiene que haber más casos en el mundo, pero yo ahora tengo que defender mis derechos».

F. J. T. A., por último, se mantiene firme en la idea de preservar su identidad y de no conceder entrevistas a otros medios.