La Iglesia gallega, obligada a reorganizarse

j. c. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Parroquias por sacerdote en Galicia
La Voz

La falta de vocaciones empuja a la concentración de servicios en cabeceras parroquiales

01 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si el papa Francisco lanzara mañana una disposición eclesiástica que obligara a todos los sacerdotes a jubilarse a los 65 años, la Iglesia católica se quedaría en Galicia sin poder satisfacer la mayor parte de los oficios dominicales que se celebran. A estas alturas, en el mapa gallego, el número de sacerdotes es muy inferior al de parroquias. Según los datos aportados por las distintas diócesis, en ellas residen 1.459 curas, de los que solo 1.129 están en activo. A estos sacerdotes les corresponde la atención de 3.496 parroquias. Y aunque estos datos reflejan un problema acuciante para la atención al culto, aún lo es más la edad media de los sacerdotes gallegos, que ronda los 67 años. Probablemente más de la mitad de los que hoy todavía abren y cierran iglesias en toda Galicia dejarían de oficiar ante una hipotética jubilación obligatoria a los 65.

Hay sacerdotes en la actualidad que están gestionando una docena y media de parroquias mientras que otros solo atienden la suya, aunque ya han sobrepasado los 80 años de edad. Y el relevo apenas existe. Las ordenaciones nunca sobrepasan en ninguna de las diócesis gallegas los dos o tres curas, que inmediatamente pasan a aliviar las sobrecargadas agendas de los que están en ejercicio.

«Hay que distribuir las fuerzas -señala el vicario de pastoral de Santiago, José Antonio Seoane-. Lo que no podemos hacer es sobrecargar a los que están en ejercicio». Este vicario y su homólogo en Ourense, Francisco Pernas, acuden a los sínodos que se están desarrollando en cada una de sus diócesis para avistar el futuro de la Iglesia, al menos en lo que tiene que ver con la atención a las parroquias. «Llevamos mucho tiempo pidiendo ideas e iniciativas que debatiremos a partir del próximo año», dice el vicario de Ourense, Francisco Pernas.

¿Cómo se imagina su diócesis dentro de veinte años? «Imagino que la atención se irá desplazando a la cabecera de los ayuntamientos, concentrando los servicios en los lugares de referencia», responde Pernas. Pero lo cierto es que, en buena medida, eso ya está ocurriendo. La Iglesia gallega ya está en esa fase de concentración, donde los curas de menor edad atienden hasta 18 parroquias y centralizan los servicios en un punto de referencia mientras intentan que todas las demás tengan alguna misa al mes.

El momento de los laicos

La falta de vocaciones, que ha cortado prácticamente en seco el relevo en la iglesia, señala hacia una solución poco menos que obligada: «Nos hemos acostumbrado a que los sacerdotes hagan demasiadas cosas y yo creo que los laicos podrían hacer algo más», reflexiona el vicario de pastoral de Santiago. En los últimos años, algunas congregaciones han decidido tomar el toro por los cuernos y participar de una liturgia que la Iglesia llama celebración de la palabra y que consiste en una ceremonia dirigida y oficiada por laicos con una estructura similar a la de la misa y, normalmente, con el reparto de la comunión previamente consagrada por un sacerdote. Para Seoane, hay muchas actividades que hoy cubren los curas y que podrían ser perfectamente resueltas por los laicos: «Es que, aunque hubiera muchos curas, hay funciones que no deberían hacer. El cura es el que firma, pero ya me dirá si los cursos de preparación al matrimonio no podrían hacerlo mejor unos laicos». Estas cuestiones serán las que tengan que acordar en el sínodo que celebran las diócesis y donde el alarmante envejecimiento de los sacerdotes en ejercicio es uno de los temas más preocupantes a resolver.

Los mínimos que las diócesis pretenden cubrir son la atención de los sacramentos y poder atender todas las parroquias al menos con una misa al mes. La paulatina sobrecarga de parroquias en un mismo sacerdote está agudizando otro problema colateral, la falta de atención sobre el patrimonio, una riqueza de un valor extraordinario que deja iglesias prácticamente sin la atención del párroco durante semanas: «Hay que solucionar eso, porque muchos templos son verdaderas joyas», dice Pernas. Para Seoane el problema pasa por la misma solución que los anteriores: «Es una corresponsabilidad del pueblo de Dios. Ese es un trabajo más de laicos que de sacerdotes, porque por decreto no van a aparecer más curas».