Manuel Fernández Blanco: «Esto no es lo de siempre»

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

GUSTAVO RIVAS

«Aquí no están en juego las pasiones humanas, solo el exhibicionismo», señala el terapeuta

26 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Veterano terapeuta en el Materno Infantil de A Coruña, Fernández Blanco es un agudo observador de las conductas sociales y de sus consecuencias.

-Las peleas juveniles no son nada nuevo. ¿No es esto un poco lo de siempre?

-Es verdad que tienen un componente de lo de toda la vida: enfados, rencillas... una forma de reafirmar la virilidad a través de la violencia. Siempre hubo estas peleas en los institutos, en las verbenas. Pero aquí hay un componente nuevo. Si bien es cierto que en algunas peleas se forma un corro, aquí las nuevas tecnologías lo multiplican. La finalidad no es dirimir diferencias a través de la violencia, la finalidad es la exhibición pública. Así que esto no es lo de siempre. En la propia noticia se dice que muchas veces no hay motivos para la pelea. Aquí no están en juego las pasiones humanas. Solo el exhibicionismo.

-El vídeo muestra cómo los contendientes se marcan y se pegan como si fueran profesionales...

-Sí, es casi como una contienda pugilística, con su escenario y su público. Eso es lo nuevo. Aquí, lo que se privilegia es el espectáculo.

-¿Debería preocuparnos esta violencia de espectáculo más que una pelea de las de toda la vida?

-Sí. Es más preocupante porque ya forma parte de una cultura de la violencia. El nuevo adulto no realiza una intromisión en el mundo del niño-adolescente. Hasta hace poco era una presencia importante, con influencia. La figura de autoridad está cada vez más devaluada. Muchos padres están acomplejados porque son menos hábiles que sus hijos con las nuevas tecnologías y los hemos dejado solos. Y entre iguales es cuando más fácilmente surge la violencia.

-Al final, la culpa la tenemos siempre los padres.

-Hay una parte que viene también del chico, que no considera al padre una referencia y busca la experiencia en Internet.

-Las chicas aparecen en el vídeo participando de la ceremonia como los chicos. ¿También se pelean?

-Desde luego. Es la peor versión del «Si ellos lo hacen, nosotras también». Es entender la igualdad de la peor manera. El arma femenina era normalmente el insulto, el desprecio, pero eso está cambiando. En cualquier caso, aún sigue existiendo diferencia entre sexos.

-¿Estos comportamientos se curan con la edad?

-Algunos ya se hicieron adultos y no cambiaron. En la consulta vemos a padres que participan de estos mismos circuitos de ocio, que se pelean con sus hijos por el uso de la consola. Cuando se pierde esa referencia generacional es cuando se propician los episodios de violencia.

-¿Hay que pensar que estos chavales construirán una sociedad peor?

-Tampoco hay que ser catastrofistas. La mayoría no serán personas marginales, pero debemos tener en cuenta estos fenómenos. Es como el acoso escolar, que también es diferente. Siempre existió el abusón, pero este tipo de acoso sistemático que se acaba convirtiendo en ciberacoso es algo nuevo. Y sus efectos son mucho más devastadores. No podemos conformarnos y pensar que esto es lo de siempre.

-¿Cómo se combate esto?

-Solo hay una manera. Con la policía y con las responsabilidades legales. A veces es cierto que se mejora con la edad, con un poco de criterio, pero también con una sanción. Las medidas coercitivas funcionan, pero no para todos. Es como el carné por puntos: funciona, pero sobre todo con gente sensata. A veces, la pulsión puede más que la norma, pero hay que dejar claro que esto no es admisible en nuestra sociedad, que nuestro ordenamiento jurídico no lo permite.

-Porque el recorrido de las imágenes es libre y global.

-Este tipo de imágenes son las que aumentan el tamaño del corro y, de algún modo, están pensadas para eso. Y el objetivo, que es la exhibición, se cubre sobradamente. Porque no basta con hacerlo, hay que mostrarlo. Un alumno que capta y difunde estos episodios, tiene una relación de complicidad con ellos, porque es su mirada la que en buena medida sostiene este tipo de actos.