Beiras vuelve a levantar el puño, pero ya como invitado

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

El líder nacionalista reapareció en la tribuna al lado del alcalde de Santiago, Martiño Noriega, y de los diputados de En Marea en el Congreso

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca las bancadas de la oposición fueron tan misceláneas en el Parlamento de Galicia, de ahí que los diputados buscasen su sitio a la entrada y que fuese Ana Pontón la que le indicase su asiento a Leiceaga. El PSOE, a la derecha; En Marea, a la izquierda; y el BNG, en medio actuando de bisagra y dialogando en ambas direcciones. Departió especialmente Pontón con Ánxeles Cuña, militante de EU y nieta de Alexandre Bóveda, figura muy venerada por los nacionalistas gallegos, que ayer acudieron a la sesión con claveles rojos y el Sempre en Galiza de Castelao, como hiciera Beiras en 1985 para reingresar al BNG en el Parlamento tras la expulsión de sus diputados por no acatar la Constitución.

Pero al margen de los despistes de novatos, que provocaron que a Coti Burgo le cambiasen el apellido por Rodríguez y que el conselleiro Paco Conde llegase a decir «si xullo», en vez de «si xuro», la jornada transcurrió con suma tranquilidad. Quizás porque no estaba Xosé Manuel Beiras, que en la misma sesión de hace cuatro años amagó con disolver la Cámara al presidir la mesa de edad. Esta vez el líder nacionalista, que llevaba un mes fuera de foco, reapareció en la tribuna de invitados al lado del alcalde de Santiago, Martiño Noriega, y de los diputados de En Marea en el Congreso, levantando el puño izquierdo al entonar el himno gallego y agradecer con un gesto el recuerdo que tuvo para él David Rodríguez, diputado de Anova, al prometer el cargo en el hemiciclo.

En la tribuna había más alcaldes que el anfitrión; entre ellos, la regidora socialista de Lugo, Lara Méndez, y el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores (BNG), que al finalizar el acto departió con el presidente de la Xunta en funciones. También todos los expresidentes del Parlamento vivos, con la excepción de la socialista Dolores Villarino.

Por lo pronto, ayer todos se acomodaron en su sitio, aunque de forma provisional a la espera de que el nuevo Gobierno reabra el baile de escaños.