La captura de varias bandas frena los robos en el rural, pero no en las ciudades

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

FORXAN

Los últimos asaltos con violencia no se ajustan a la limpieza con que actuaban los grupos desmantelados

17 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Este fin de semana, los ladrones aprovecharon la fiesta de A Peregrina en Pontevedra para desvalijar tres pisos en apenas dos horas. La Guardia Civil detuvo en Meicende (Arteixo) a varias personas a las que incautó joyas presuntamente robadas en casas de la zona. Hace unos días, la Guardia Civil desarticuló una banda a la que se imputan 49 robos con fuerza cometidos desde el pasado 15 de enero en varias casas ubicadas en localidades de A Limia, Baixa Limia y Celanova como Muiños, Xinzo, Lobeira, Celanova, Calvos de Randín y Pousa, además de otras en el norte de Portugal. Además detuvo a un hombre en Santiago por su presunta implicación, en octubre del 2014, en la detención ilegal de un vecino de Boqueixón para robarle dinero y joyas en su casa. Junto a todo ello, según datos dados el mes pasado por el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, solo en nueve operativos realizados por la Policía Nacional y Guardia Civil fueron detenidas otras 48 personas acusadas de cometer 187 delitos, que en su mayoría eran robos en viviendas.

La captura de esos grupos ha logrado frenar oleadas de robos como las registradas hace unos meses en concellos de la comarca coruñesa perpetrados por albaneses. A expensas de que en cualquier momento puedan llegar a Galicia otros grupos dedicados al asalto de viviendas, fuentes encargadas de frenar esos delitos dicen que «al menos en la provincia de A Coruña tenemos unas cifras controladas». Eso no implica que no haya asaltos. La semana pasada cuatro encapuchados entraron a robar en la casa de un jubilado al que propinaron una paliza para sustraerle 40.000 euros en el municipio ourensano de Vilamartín de Valdeorras. Días antes habían entrado en el hogar de un hombre de noventa años en el municipio coruñés de A Baña. Y justo el sábado anterior otra mujer de ochenta años recibió una brutal paliza de dos encapuchados que entraron a robar en su casa de la parroquia pontevedresa de Lérez.

El modus operandi de los asaltantes de Vilamartín y Lérez no se ajusta al modelo habitual de robos limpios que utilizaban las bandas desarticuladas en Galicia. Hechos como esos son también los que ensombrecen la estadística general de criminalidad dada a conocer por Interior la semana pasada y en la que Galicia se presenta como una de las comunidades más seguras Mientras los delitos en general descienden en el primer semestre del año un 6 % con respecto al mismo período del 2015, los robos con fuerza en viviendas aumentan un 2 % al alcanzar los 2.006, un porcentaje que se dispara sobre todo por los robos en las ciudades.

Lo que no tienen en cuenta los datos es que muchos de esos robos quedan solo en tentativa. Además, ciudades como A Coruña, donde los robos aumentaron un 83,3 % en doce meses, contribuyen a disparar la estadística general.

Galicia, y fundamentalmente la ciudad herculina y el despoblado territorio ourensano, están en el punto de mira de unos asaltantes con un perfil muy variado, según muestran los operativos llevados a cabo durante este año. Desde bandas de rumanos como la desarticulada esta semana en la que fueron detenidos media docena de ciudadanos de ese país junto con un marroquí, a grupos compuestos por ciudadanos españoles y del extranjero como el capturado en junio pasado durante la operación Destroyer, o supuestos delincuentes que entran en las casas en solitario como el detenido en abril en Vilagarcía y al que acusan de ser el presunto autor de 21 delitos de ese tipo. Junto a él fue detenido otro individuo español por un delito de receptación (comprar o aceptar material robado).

Los objetos de deseo de los asaltantes son joyas, relojes, dinero, móviles o electrodomésticos, aperos de labranza o herramientas. De todo un poco es lo que halló la Guardia Civil, por ejemplo, durante el registro de tres viviendas en junio pasado en la operación Petra. En aquel operativo fueron detenidos once presuntos responsables de 19 robos en el interior de viviendas habitadas de Carral y Abegondo.

El «modus operandi» es variado y en las urbes cada vez son más usadas las técnicas de cerrajero

A mediados del mes pasado los dueños de una vivienda ubicada en Saias, Caldas de Reis, escucharon un ruido que procedía de la planta baja de la casa. Bajaron y se encontraron con un hombre que pretendía entrar en la vivienda por la ventana de la cocina. En cuanto los vio, el asaltante huyó corriendo con un segundo individuo que lo aguardaba fuera. Poco después ambos fueron detenidos.

A estos presuntos ladrones los delató el ruido. Aunque los métodos de fuerza en los que revientan los bombillos o el uso de las ventanas son los más usados en Galicia, sobre todo por las bandas del este como los georgianos que actúan de forma itinerante, en las ciudades han empezado a proliferar aquellos que entran en pisos usando métodos propios de los cerrajeros como el bumping, una modalidad que destroza el bombillo por dentro pero no deja huella.

Fuentes de la Unión de Cerrajeros de Seguridad (UCES) hablan de un cambio en el modus operandi de muchos ladrones, que empiezan a dejar atrás los asaltos violentos para perpetrar otros más limpios donde pueden pasar días hasta que el dueño de la propiedad descubre que le falta algo. La cuestión es no hacer mucho ruido para no llamar la atención. Desde ese colectivo advierten de que el mercado de artefactos para poder abrir las puertas no está lo suficientemente controlado, sobre todo en Internet. «Una de las cosas que pretendemos proponer cuando haya Gobierno es que haya un plan renove de cerraduras. La idea es que los ladrones no puedan abrir las cerraduras con la rapidez con lo que lo hacen ahora porque muchas están obsoletas», avanzan además.

Además, los ladrones no aguardan tampoco a que los dueños de la vivienda se vayan de vacaciones para actuar. Muchas veces les basta con que salgan un par de horas para perpetrar su objetivo. Le ocurrió a una vecina de Betanzos que, este año sufrió un cuarto robo en tres años. La diferencia es que, mientras en los anteriores no estaba en casa porque andaba de vacaciones, la última había salido únicamente a dar un paseo por el entorno de la vivienda.

Los mayores que viven solos, uno de los grandes objetivos de los delincuentes

La mujer de Lérez que permanece en la uci recuperándose de las heridas propinadas por los dos asaltantes que entraron el sábado de la semana pasada en su vivienda o el hombre de A Baña atracado de noche no son más que dos ejemplos de uno de los principales blancos de los asaltantes de viviendas: personas mayores que viven solas.

Galicia en eso es además una de las comunidades donde la despoblación ha hecho crecer el fenómeno. Solo en diez años (del 2005 al 2015) los hogares con un solo habitante han pasado de representar el 19 % del total al 21,29 %. Y de ellos muchos están ocupados por jubilados. De los 266.100 hogares unipersonales 121.600 están compuestos por mayores de 65 años. En los pueblos de menos de mil habitantes, en una de cada tres viviendas hay una sola persona. De ahí que sean carne de cañón. Como una octogenaria de Vilanova que el pasado marzo sufrió dos atracos en un solo mes. Con todo, hace años que en la comunidad gallega las personas mayores son objetivo de los ladrones, sobre todo las que viven en aldeas apartadas donde cada vez hay un menor número de vecinos o donde las patrullas no acuden con la frecuencia que deberían por el amplio territorio que deben abarcar.