El espacio político articulado por En Marea está fagocitando el electorado tradicional del BNG

D. S. O. SANTIAGO / LA VOZ

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Uno de los objetivos del nuevo espacio político articulado por Beiras era precisamente atraer a los electores tradicionales del Bloque

05 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas semanas después de abandonar las filas del Bloque Nacionalista Galego (BNG), la organización que contribuyó a fundar en el frontón de Riazor y que lideró durante dos décadas Xosé Manuel Beiras, erigido ya en líder de Anova-Irmandade Nacionalista, proclamó aquello de que «o Bloque somos nós», los que militaban en la organización y dieron el portazo. Aquellas palabras, pronunciadas en una entrevista en el programa Vía V, de V Televisión, fueron toda una declaración de intenciones de que uno de los objetivos del nuevo espacio político articulado por Beiras era precisamente atraer a su seno a los electores tradicionales del BNG, que en sus mejores momentos -año 1997- rozaron los 400.000 votantes.

Y la envolvente al BNG empezó a gestarse ya en las autonómicas del 2012, cuando Beiras se presentó como candidato a la presidencia de la Xunta al frente de la coalición Alternativa Galega de Esquerda (AGE). Sin apenas tiempo para elaborar un programa electoral y echar a rodar la nueva formación constituida junto a Esquerda Unida, la organización impulsada por Beiras logró superar al BNG tanto en votos como en escaños, alzándose con 200.000 papeletas en el 2012 frente a las 146.000 del Bloque.

Poco coste tuvo para AGE el hecho de que su grupo parlamentario encadenara una serie de crisis con los relevos en los escaños y las escisiones que se produjeron en el seno de Anova, porque la reconversión de este espacio político en las mareas municipales, primero, y en la coalición En Marea constituida en las generales del 2015, sirvieron para seguirle comiendo terreno político al Bloque, aunque no solo a este partido, pues la nueva formación, como revelan los estudios poselectorales realizados tras los comicios, también se nutre de ciudadanos que estaban situados en la abstención y de electorado que pululaba en la órbita del PSOE.

En las europeas del 2014 se mantuvo la asimetría en favor de AGE, la fuerza predecesora de En Marea, que obtuvo 27.000 votos más que un BNG situado en el mínimo de las últimas dos décadas, y fue tras las municipales de mayo del 2015, con la llegada de los alcaldes de las mareas a las ciudades de A Coruña, Santiago y Ferrol, cuando las perspectivas del Bloque quedaron definitivamente hundidas.

Aunque técnicamente el BNG se mantuvo como la tercera fuerza política de Galicia en aquellas municipales, debido a su mejor implantación territorial, lo cierto es que aquella fortaleza respondía más bien a un espejismo que no se pudo trasladar a las generales siete meses más tarde. En Marea siguió atrayendo hacia su seno a personas que fueron militantes cualificados del BNG para mostrarse ante el electorado como una especie de nuevo BNG. Y eso propició que, el pasado 20 de diciembre, le sacaran cinco votos por cada uno que logró el Bloque, distancia que se amplió en las generales de junio pasado, pese a que ambas fuerzas perdieron fuelle.