Feijoo sopesa si adelanta las autonómicas al 25 de septiembre o aguarda al 23 de octubre

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

José Manuel Casal

El movimiento de Urkullu pincha la opción del 2 de octubre, la que prefería el presidente gallego

31 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que el viernes por la mañana sus colaboradores le anunciaron que el lendakari esperaba al teléfono, Feijoo tiene un dilema. La decisión de Íñigo Urkullu de adelantar las elecciones vascas al 25 de septiembre, que fue de lo que informó al presidente de la Xunta en esa conversación, ha situado al jefe del Ejecutivo gallego ante la tesitura de escoger entre seguir los pasos de su homólogo o mantener sus propios tiempos. Esta es la disyuntiva de fondo. Aunque lo más relevante del nuevo escenario generado por el movimiento de Urkullu es que, con independencia de que Feijoo opte o no por preservar su interés inicial en hacer coincidir las dos convocatorias, la alternativa para la que antes se barajaban hasta cuatro posibles fechas (los domingos entre el 2 y el 23 de octubre) puede haber quedado reducida a la última de esa horquilla. Así, las opciones más sólidas parecen o bien adelantar las autonómicas al 25 de septiembre o aguardar al 23 de octubre, su plazo natural.

Estas son las cábalas que ayer circulaban en el PPdeG, siempre desde la prudencia y el respeto a un presidente al que, además de ser el único que tiene la prerrogativa en este asunto, le gusta madurar sus decisiones y las gestiona con celo. Preservando esas reflexiones de las que Alberto Núñez Feijoo todavía no ha hecho partícipe a su partido, el razonamiento de que la elección está entre el 25 de septiembre o el 23 de octubre plantea pocas dudas. De entrada, el adelanto al último fin de semana de septiembre parece la salida más factible. Por dos motivos. Por una parte, el copioso calendario de citas electorales de los últimos meses, con dos generales desde diciembre y la posibilidad todavía abierta de unas terceras, aconseja concentrar convocatorias y no trocearlas todavía más. Pero, además, tendría difícil encaje decantarse por un calendario distinto al del País Vasco para ir a una fecha que implicaría encadenar dos comicios autonómicos en menos de un mes.

De lo que quedan pocas dudas en las filas populares es de que la predilección inicial de Feijoo por convocar las gallegas para el 2 de octubre ha quedado superada por los acontecimientos. El presidente de la Xunta le había trasladado a Urkullu su preferencia por esa fecha. Pero, al decantarse el lendakari por el 25 de septiembre, mantenerla provocaría una situación rocambolesca, al coincidir la última semana de campaña electoral en el País Vasco con la primera en Galicia. Esa misma lógica es la que resta posibilidades a llevar los comicios gallegos al 9 de octubre, todavía muy pegados a los vascos, e incluso al 16. La salida sería dejarlos para el 23, para crear una distancia razonable con aquellos comicios y evitar al mismo tiempo aproximarlos a la precampaña de unas posibles terceras generales, porque hay que pensar en todo. 

Un ajuste de una semana

Por todo esto en el PPdeG cobra fuerza la idea de que a la margarita electoral de Feijoo solo le quedan ahora esos dos pétalos por deshojar: el del adelanto a septiembre o el del 23 de octubre. Entre los que creen ver con más nitidez la primera opción prima la idea de que solo supondría anticiparse en una semana a la fecha preferida por el presidente de la Xunta. A fin de cuentas, en el 2012 ya adelantó las elecciones de marzo a octubre (casi cinco meses) para hacerlas coincidir con las vascas. Así que este ajuste, de producirse, sería mucho menos abrupto. Los que así opinan aducen que no tendría mucho sentido renunciar al 25 de septiembre para llamar a las urnas dos o tres semanas después.

En lo que coinciden las voces consultadas en el PPdeG es en evitar cualquier presión a Feijoo. El partido, aseguran, ya tiene toda la maquinaria a punto para lo que el presidente decida.

BNG, Anova y EU piden al jefe del Ejecutivo que «mire a Galicia» y mueva ficha

Los partidos de la oposición recriminaron ayer a Feijoo que el presidente del País Vasco pueda marcar la fecha de las elecciones gallegas, en referencia a que el primero opte finalmente por un adelanto de los comicios al 25 de septiembre. BNG, Anova y Esquerda Unida (EU) coincidieron en apremiar a Feijoo a que mueva ficha cuanto antes y a que lo haga pensando en Galicia y no con otros cálculos.

La portavoz nacional del BNG, y candidata a la Xunta, Ana Pontón, recriminó ayer los «vaivéns» de Feijoo con la convocatoria electoral. Opinó que esa indefinición prueba el «pouco peso» de su palabra, con el argumento de que el presidente de la Xunta había anunciado que los comicios se celebrarían «na contorna do 20 de outubro».

Pontón, que con esta objeción parece dar por hecho que Feijoo se decantará por hacer coincidir las elecciones gallegas con las vascas, le reclamó que «deixe de especular coa data» y concrete una «cita propia» para hablar de Galicia. La candidata nacionalista concluyó que «sería lamentable» que el calendario gallego lo marque Urkullu o que dependa «dos avatares do caso Gürtel», en alusión al condicionante que pueda suponer para llevar la convocatoria a octubre.

Antón Sánchez, de Anova, ironizó que «agora Urkullu é vicelendakari de Galicia», y emplazó a Feijoo a «mirar a Galicia» y a actuar «en función dos intereses dos galegos», informa Europa Press. «Canto antes se disipen as dúbidas, mellor para todos», recalcó Sánchez, que especuló con la posibilidad de que el movimiento del lendakari haya podido coger «co pé cambiado» a Feijoo.

La diputada de En Marea y líder de EU Yolanda Díaz ahondó en la crítica preventiva a la opción de que el presidente de la Xunta se deje llevar por el reloj de su homólogo vasco. Reclamó «que Galicia fixe a senda, e que non sexa ao revés».

Sin las presiones del lendakari por el fuerte crecimiento de Podemos en el País Vasco

Con independencia de la hoja de ruta que desvele mañana, Feijoo podrá trazarla en una coyuntura política que no le plantea las urgencias que han llevado al lendakari a adelantar los comicios vascos. Urkullu actúa movido por la fuerte expansión de Podemos en su comunidad, que se plasmó con claridad en las generales de diciembre y junio, y que ha quedado corroborada en unos sondeos que insisten en vaticinar como probable una mudanza en Ajuria Enea. En los seis meses que separaron las convocatorias de diciembre y junio, el PNV vio volar 16.000 votos (de 302.316 bajó a 286.215), que coinciden con los que ganó el partido morado (de 317.674 a 333.370). Al presidente vasco le interesa no ceder más tiempo a sus rivales.

La tesitura en la que Feijoo debe decidir el calendario de las elecciones gallegas es distinta. Entre las generales de diciembre y las de junio, el PP incrementó sus apoyos en Galicia en 38.000 (de 607.793 a 643.827). Pero En Marea perdió 66.555, lo que permitió incluso al PSOE devolver el sorpasso de diciembre a la coalición que integró a Podemos. Pero es que el actual escenario político en esta comunidad ofrece a Feijoo una baza adicional que le permite fijar el calendario electoral sin presiones. Al convulso proceso interno que mantiene revueltas las aguas de la marea, pendiente aún del papel que decida jugar Podemos de cara a las autonómicas, se suman las erupciones provinciales del PSdeG, que al menos cuenta con la ventaja de tener decidido su candidato. 

Contacto ciudadano

El análisis de puertas adentro en el PP es que sus rivales han dilapidado este mes ocupados en sus cuestiones internas, mientras los populares han comenzado a calentar motores con una campaña de perfil bajo que está llevando a Feijoo a recorrer distintos municipios gallegos para buscar el contacto con los ciudadanos. La iniciativa, que se enmarca en la idea de pisar más calle pensando en las autonómicas, tiene por objeto recabar propuestas entre los vecinos, que, teóricamente, podrán ser incorporadas al programa. En paralelo, el Ejecutivo ha intensificado la apuesta de Feijoo por situar la política social en primer plano. Esa estrategia, que dio lugar el otoño pasado a la creación de una consellería específica, ha cristalizado en medidas como las orientadas a favorecer la natalidad o a frenar desahucios.