Los refugiados llegan a Sarria tras un periplo de 17 horas desde el Líbano

Dolores Cela Castro
Dolores Cela LUGO / LA VOZ

GALICIA

Óscar Cela / Daniel R. Portela

Son dos familias sirias con siete menores que ya descansan en dos pisos de la localidad

27 jul 2016 . Actualizado a las 13:11 h.

Los once primeros refugiados sirios que acoge Galicia, siete niños y cuatro adultos, llegaron ayer a Sarria en un microbús sobre las diez de la noche, después de 17 horas de viaje. Procedían de uno de los campamentos de Acnur (la agencia de la ONU que se encarga de este colectivo) en Líbano, donde viven alrededor de un millón de sirios que huyeron de la guerra en su país.

Se trata de dos familias -una de cinco miembros y otra de seis, con niños pequeños, uno de ellos con una discapacidad- que aterrizaron en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid sobre las once de la mañana, después de seis horas de viaje en avión desde Líbano. Formaban parte de una expedición formada por 155 personas. De 80 de ellas se encargará Cruz Roja.

Entre los miembros de una de las familias acogidas en Sarria, una población con algo más de 13.000 habitantes situada en pleno Camino de Santiago, figura una persona con heridas de metralla, según fuentes consultadas.

Las dos parejas que llegaron anoche a Sarria, cansadas y con esperanzas de una nueva vida mejor para los siete niños, que son hermanos y primos entre sí, son muy jóvenes. Ninguno de los adultos que integraban la expedición quiso hacer ningún tipo de declaración a su llegada acompañados de un traductor, que los acompañó desde Madrid.

Los primeros en bajar del microbús fueron los niños más pequeños, deseosos de conocer su lugar de acogida y de poder moverse después de tantas horas de viaje. Los pequeños se veían muy delgados y con signos evidentes de cansancio después de tantas horas seguidas de viaje. Dos de los menores dormían profundamente en el interior del vehículo, en tanto sus padres se ocupaban de subir sus pertenencias hasta el primero de los pisos de acogida.

Lágrimas en los ojos

Detrás de los pequeños salieron del bus las mujeres, con lágrimas en los ojos al conseguir llegar a su destino y posiblemente al sentirse a salvo después de los últimos meses.

En el microbús consiguieron introducir las once maletas que portaban, una por persona, en las que iban las propiedades con las que consiguieron salir de Líbano, lo que limitó considerablemente el espacio para los niños y para los adultos. La expedición con destino a Lugo se subió en el medio de transporte tras cumplimentar los trámites en el aeropuerto de Madrid.

Parada para comer

Los viajeros no llegaron a Sarria hasta las diez de la noche. El hecho de que buena parte de los expedicionarios fueran niños de corta edad y de que el microbús no pudiera sobrepasar los 90 kilómetros por hora de velocidad hizo que el trayecto fuera pesado. Hicieron al menos una parada para poder comer, poco después de salir de la autopista, a unos cien kilómetros de Madrid.

Nada trascendió, al menos de momento, de cuáles eran las profesiones de los adultos de las familias antes de verse obligados a salir de Siria ni la zona de la que procedían. Tampoco se sabía cuánto tiempo habían permanecido los niños y sus padres en el campamento de Acnur, si habían pasado por varios de los asentamientos que la agencia de la ONU tiene en el país fronterizo, o si el bebé de escasos meses ya nació en Líbano. Sí se sabía que uno de los dos hombres de la expedición resultó herido antes de abandonar Siria.

Asistencia sanitaria

Antes de dejar el campamento libanés, las familias recibieron asistencia sanitaria por parte del personal desplazado por Cruz Roja, organización que asumió esta función, en las instalaciones montadas por la ONU, según fuentes consultadas. Una vez en España también está previsto que los integrantes del grupo accedan a la tarjeta sanitaria y que los niños sean examinados por el pediatra que les asignen.

En Sarria ayer muy pocas personas tenían conocimiento de que estaba prevista la llegada de los refugiados. En algunos sectores están a la expectativa de las reacciones que se puedan producir y de la solidaridad que despertarán las familias.

El personal de Cruz Roja montó un amplio dispositivo para recibirlos

Cruz Roja organizó un amplio dispositivo de apoyo para la dos familias de refugiados, desde el momento en el que les comunicaron su llegada. Ayer, horas antes de que llegaran los niños y sus padres,el personal daba los últimos retoques a las viviendas y las dotaban de la ropa de cama necesaria, mientras otros compañeros se desplazaban a Madrid en el microbús para recogerlos. Cuando llegaron se encargaron de arroparlos, de acompañarlos a sus nuevos hogares y de comprobar si habían conseguido cubrir las necesidades, tanto de los de los siete niños que esperaban como de los adultos. Los menores en edad escolar ya dispondrá a partir del próximo curso de sus correspondientes plaza en centros educativos de la localidad lucense del Camino de Santiago.