Leiceaga se mueve en un campo de minas

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Edgardo

El candidato del PSdeG fue a Madrid a pedir ayuda a Sánchez frente a Caballero para enfrentar la difícil tarea de las listas

25 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A pocos días de que Alberto Núñez Feijoo disuelva presuntamente el Parlamento gallego, el PSdeG camina firme por su habitual senda de autodestrucción. Para que las elecciones se celebren el 16 de octubre, primera de las fechas dadas como posibles por el presidente de la Xunta, la convocatoria debería hacerse el 21 de agosto. Y, tal y como van las cosas, los socialistas pueden llegar a ese momento con importantes heridas sin curar tras un proceso de elaboración de listas que está demostrando hasta qué punto el PSdeG jugó con fuego al elegir a un candidato enfrentado a Abel Caballero, el único hombre fuerte del socialismo gallego en este momento, y patrocinado además por una dirección nacional cada vez más debilitada.

Xoaquín Fernández Leiceaga lleva ya casi dos meses como aspirante oficial a la Xunta, pero desde entonces apenas ha recibido otra cosa que disgustos. Comprobó primero que José Ramón Gómez Besteiro pretende controlar su acción por medio de la presidenta de la gestora, Pilar Cancela. Y, después, cómo Abel Caballero no está dispuesto siquiera a negociar cuotas y le madruga haciendo circular su propia lista para Pontevedra, lo que augura un choque cruento. En esas condiciones, es difícil liderar nada.

Consciente de ello, Leiceaga se presentó el pasado viernes en Ferraz para pedir un poco de árnica a Pedro Sánchez. El problema es que el desaparecido líder socialista tiene en este momento problemas bastante más graves de los que ocuparse que del avispero gallego, en donde no le conviene que Caballero, habituado a levantar la voz cuando se le lleva la contraria, se sume a quienes le ponen la proa desde otras federaciones. Y de ahí que la reunión con Leiceaga terminase en un fuese y no hubo nada. Las declaraciones realizadas por el candidato del PSdeG a la salida de esa cita de menos de una hora no contribuyeron precisamente a engrandecer su figura política ni a dotarlo de autoridad en el partido. Despachó con cuatro vaguedades el supuesto motivo real de la reunión, hablando de potenciar una «agenda gallega» en Madrid cuyos puntos ni siquiera se molestó en exponer. Y presentó como una conquista que Sánchez esté dispuesto a implicarse en la campaña gallega. Y, a partir de ahí, la nada.

Cuando le preguntaron sobre el goteo de renuncias a formar parte de las listas del PSdeG, prefirió no decir palabra. Sobre el propio proceso de elaboración de las candidaturas, respondió con un desconcertante «yo no estoy en esa cuestión». Ante semejante mutismo, se intentó sacar algún titular por otras vías. «¿Es usted partidario de la renovación?», le preguntaron. «Es el turno de los militantes», fue toda su respuesta. «¿Y qué opinión le trasladó Pedro Sánchez sobre como se está desarrollando el proceso de la elaboración de las listas?». «Es que no hablamos de eso», contesto, dejando ya atónito al personal. Visto el panorama, le inquirieron a Leiceaga al menos por su opinión sobre el proceso de investidura de Rajoy y qué influencia puede tener en Galicia». «Estaremos atentos para valorar el impacto cuando se produzca». Fin. Si Caballero escuchó semejante falta de discurso, sus ganas de desafiar al candidato se habrán redoblado.

Anova quiere aprovechar el escaso liderazgo de Iglesias

Por primera vez en mucho tiempo, en esa tensa relación entre Pablo Iglesias y los líderes de las mareas son estos los que se encuentran en posición dominante y con posibilidades de ganarle el pulso a al líder de Podemos. Iglesias, cada vez más debilitado, ha quedado completamente fuera del actual cuadro de debate político en torno a las negociaciones de investidura. Una posición esa, la de invitado de piedra, que no contribuye a que recupere liderazgo. En esa situación, Podemos se va a limitar a aceptar lo que se decida en Galicia, porque su amenaza de romper la coalición y concurrir por separado en las autonómicas ya no resulta creíble para Anova, que se apresta a tomar el mando.

Rajoy se ve presidente y negocia ya los Presupuestos

Resulta que en lugar del hombre frío y pragmático que todos suponíamos, Mariano Rajoy es un optimista empedernido. Y que, mientras el mundo parece derrumbarse a su alrededor y ya hasta Ciudadanos amenaza con votar no a su investidura, el líder del PP no solo da por hecho que va a ser muy pronto presidente del Gobierno, sino que se dedica ya no a asegurarse la investidura, sino a negociar apoyos para aprobar los próximo presupuestos. La estrategia de permitir que CDC tenga grupo propio en el Congreso y que el PNV lo tenga en el Senado no sería el pago al apoyo a la presidencia del Congreso para Ana Pastor, sino a ese supuesto apoyo futuro de los nacionalistas a las cuentas públicas .

La sobriedad de Pastor y el afán protagonista de López

No hay precedentes de ningún presidente del Congreso que haya recibido elogios de todos los grupos, incluidos aquellos que no le han votado. Ana Pastor arranca su mandato con ese aval. Y, en apenas cinco días en el cargo, ha dado ya sobradas muestras de por qué se lo ha ganado. Su prudencia y economía de declaraciones contrasta con la parcialidad, el exceso declarativo y el afán de protagonismo que desplegó Patxi López, el breve. Paradójicamente, ha sido Ciudadanos el único que ha intentado hacerle un feo a Pastor, difundiendo la versión de que Rajoy quería en el cargo a Jorge Fernández o a De Cospedal. Algo que, ademas de un disparate, es falso. Pastor fue siempre la primera opción de Rajoy.