«A los 16 solo quería ganar dinero»

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

RAMON LEIRO

Son gallegos, menores de 30 años y dejaron los estudios en una época en la que la tasa de abandono escolar era del 25 %; pero están dando la vuelta al porcentaje

27 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Los profesores eran muy pesados con que hiciera bachillerato, pero yo en aquel momento solo quería sexo, drogas y rock and roll». Dejando a un lado la referencia a Mick Jagger, Marcos Lareo, un pontevedrés de 29 años, ha vivido una experiencia similar a la de muchos gallegos menores de treinta años que una vez culminaron la ESO -Enseñanza Secundaria Obligatoria- decidieron aparcar los libros. Según los últimos datos de la EPA -Encuesta de Población Activa-, la comunidad gallega tiene una de las tasas de abandono escolar temprano más bajas de España. 17 de cada 100 estudiantes de entre 18 y 24 años deciden hoy no estudiar bachillerato, FP o ningún otro título superior. Pero no hace tanto, las cifras eran escandalosamente más altas. Hace 16 años en Galicia dejaba de estudiar casi el 30 % de los alumnos. Un dato parejo al de la media estatal, muy alejado del 15 % que solicita la Unión Europea para el 2020, pero que ha ido descendiendo de manera progresiva. La Voz ha hablado con tres de esos casos que habiendo colgado la mochila a los 16, conocen la importancia de un título.

MARCOS MÍGUEZ

«La gente ahora tiene mucha más consciencia de su valor», asegura Johanna Jiménez, de Caranza. Esta joven de 20 años dejó el instituto hace cuatro por una cuestión «más que nada de tener prisa», y ahora se arrepiente. «Me fui del instituto porque me cogieron para hacer un curso de Administración y no lo pensé dos veces». El problema, comenta, es que en pleno apogeo de la titulitis, los cursos no son suficientes a la hora de buscar un empleo. «Ahora me veo con dos cursos y toda mi disposición, pero no tengo nada oficial; yo no paro de buscar trabajo sin que me salga nada, a lo mejor tengo que volver a hacer el bachillerato por mi cuenta». 

De una escuela a otra

Marcos volvió a la escuela diez años después de haberla dejado, aunque en este caso se tratara de una de Restauración. «Con 16 años lo único que quería era ganar dinero: todos mis amigos iban con sus vespinos, su ropa de marca... y yo dependiendo de la paga de mi madre». Su sueño era ser cantero y se formó como tal en Poio, pero se topó con un inconveniente: «Este trabajo no está reconocido como una profesión oficial, así que cuando enviaba un currículo, la única titulación oficial que podía poner era la ESO». Sin más dilación se agarró los machos y volvió a la biblioteca, eso sí, con una madurez que ayudó a que todo saliera según lo previsto. «He trabajado de cantero y repartiendo pizzas ocho horas al día, con que me pusiera cuatro con los libros ya podía sacar matrícula».

JOSÉ PARDO

La coruñesa Cintia Chaudarcas, por su parte, siempre tuvo las ideas muy claras. «En las asignaturas que me gustaban sacaba muy buenas notas, pero yo no quería seguir estudiando porque sabía que quería hacer peluquería». Se arriesgó y ganó, aunque como ella misma dice: «Soy la excepción que confirma la regla». «Conozco a gente en mi situación que, por no tener un título, ya no les hacen una prueba práctica de peluquería, algo que en mi gremio no tiene sentido, porque es trabajando como realmente demuestras que vales». Desde que dejó el colegio concertado donde estudiaba no ha dejado de trabajar, y con 24 años tiene ya su propia peluquería. Su familia siempre la apoyó porque sabía que era donde iba a dar lo mejor de ella misma, y los profesores «sabían que era buena en los estudios pero me decían que me volcara en lo que quería».

Marcos y Johanna no lo tuvieron tan fácil para llevar a cabo su decisión. El pontevedrés asegura que el hecho de no haber contado con una figura paterna de referencia fue una dificultad más a la hora de ver las cosas con perspectiva. «Mi madre me insistía mucho en que continuara el instituto, pero no la veía como una figura de autoridad a la que hacer caso». Johanna asegura que su familia la apoyó en todo a pesar de que en un primer momento les costara entenderla. «Yo soy gitana, y en mi casa las decisiones las tomamos entre todos; a mis padres no les quedó mas remedio que aceptar lo que quería, pero mi padre al principio no se lo tomó nada bien; hay muy pocas gitanas que terminen la ESO y yo sacaba buenas notas».

A pesar de la diferencia de edad entre ellos, los tres repetirían la decisión que tomaron en el pasado, aunque por motivos bien distintos. Mientras Cintia asegura que para ciertos trabajos una carrera es fundamental - «y yo habría estudiado si me hubiese gustado otra cosa»-, Marcos y Johanna aseguran que la juventud y una ambición mal enfocada les han pasado factura, pero que precisamente por que es precisamente esa inmadurez y esas ganas de crecer antes de tiempo lo que les llevarían, de nuevo, a equivocarse.

Galicia, una de las comunidades en la que más alumnos continúan sus estudios

Galicia está mejor posicionada que la mayoría de comunidades en lo que a abandono escolar temprano se refiere -población de 18 a 24 años que solo ha conseguido terminar la Educación Secundaria Obligatoria-, y es que a nivel estatal hay un 19,8 % de jóvenes en esta situación, mientras que en la comunidad los últimos datos revelan que la cifra es del 16,9 %. En diez años, la comunidad gallega ha reducido en 8 -en el 2006 la tasa era de un 24,9 %- los alumnos que, de cada cien, plantan sus estudios en la ESO. En términos generales, España ha conseguido su mejor dato al obtener un porcentaje por debajo de 20; una situación que no se había producido nunca desde que hay registros. Además, en Cantabria, Navarra y País Vasco ya han conseguido tasas de abandono por debajo del 15 %.