La justicia de Marruecos devuelve por fin al pequeño Adam a su madre

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

GALICIA

CARLOS CORTÉS

Angela Tyukodi voló la semana pasada a Rabat para hacerse cargo de su hijo, que ya está con ella en Monforte

09 jun 2016 . Actualizado a las 17:13 h.

Solo habla árabe y no entiende una palabra de gallego o español, pero eso no parece importante mucho. El chaval mira con ojos curiosos al puente, al río y a los patos mientras su madre, Angela Tyukodi, lo lleva de la mano por el paseo del Malecón de Monforte. Él ya había estado aquí, pero no se acuerda. Su padre se lo llevó a Marruecos en julio del 2012, cuando no tenía más que dieciocho meses. Han tenido que pasar casi cuatro años para que Angela pudiese recuperarlo. Su caso parecía atascado, pero se ha resuelto repentinamente. Y de la mejor manera para ella.

El 29 de mayo la llamaron de la embajada española en Rabat para comunicarle que las autoridades marroquíes daban por fin vía libre a la repatriación del niño. El Ministerio de Exteriores español le pedía que volase cuanto antes a Marruecos. El personal de la embajada en Rabat se haría cargo de ella en cuanto aterrizase allí. Así que el día 30 Angela se subió a un autobús en Monforte en dirección a Madrid y allí cogió un avión que la dejó a primera hora de la noche en la capital marroquí.

«A la mañana siguiente -cuenta ella-, me vinieron a recoger al hotel con un coche de la embajada y desde allí fuimos a una comisaría». Acompañados por agentes de la policía marroquí se desplazaron a los alrededores de Rabat, a la casa de la familia de su expareja en la que el niño ha estado viviendo estos últimos cuatro años.

Una vez frente a la casa, comprobaron que el niño estaba dentro con sus dos tías, pero el padre no. Sin él delante, los policías no podían entregárselo. El 29 de julio de hace cuatro años, Mohamed B. había decidido dejar Monforte y volver a Marruecos. Aprovechó que Angela no estaba en casa porque trabajaba por la tarde, cogió a su hijo y esa misma noche atravesó la Península de norte a sur. Según comprobó después la Policía Nacional, a la mañana siguiente embarcó en Algeciras y cruzó el Estrecho. En los casi cuatro años que han pasado desde entonces, Angela solo ha podido hablar con su hijo unas pocas veces, mediante videoconferencia a través de Internet.

Dos horas de espera

La semana pasada, Angela tuvo que esperar dos horas frente a la casa de Mohamed B. Cuando su expareja llegó, los policías que estaban con ella lo abordaron y le explicaron la situación. El juzgado marroquí que lleva el caso había decidido que el niño tenía que ser devuelto a su madre en aplicación del convenio de La Haya, que regula los denominados secuestros parentales. Esta resolución ponía fin a un largo procedimiento judicial que parecía haberse atascado sin remedio cuando Angela decidió denunciar su caso públicamente el pasado mes de mayo.

Avanzado el 2014, el procedimiento había concluido y solo faltaba que el juez decidiese con quién tenía que estar el niño. Lo último que había sabido su abogada, la monfortina María Jesús Tapia, es que a finales del 2015 el ministerio de Justicia marroquí todavía estaba traduciendo la documentación incorporada al caso que estaba escrita en español. La resolución judicial que ha provocado el desenlace que la madre esperaba estaba al parecer firmada desde el pasado 23 de marzo.

«Estoy muy feliz, esto es como empezar de cero»

Angela Tyukodi tenía 20 años cuando su entonces pareja decidió llevarse a Marruecos al hijo que habían tenido un año y medio antes. Han pasado cuatro años y ella ha tratado de rehacer su vida y de sobrellevar como podía la ausencia de Adam. Tiene otra pareja y otra hija, pero hasta la semana pasada no había vuelto a respirar tranquila.

-Ya lleva unos días en Monforte con su hijo, ¿cómo se encuentra?

-Estoy muy feliz, esto es como empezar de cero.

-¿El niño se adapta bien?

-Muy bien. Está muy contento con su hermana y enseguida coge confianza con la gente. Él no habla español, pero yo sí entiendo el árabe y también puedo hablarlo, aunque no muy bien. Su padre no lo había escolarizado todavía. En septiembre empezará las clases en un colegio de Monforte, estoy ahora con los papeles para matricularlo.

-¿Él la reconoció en el momento en que se lo devolvieron?

-Sí. Él sabía que yo soy su madre. [en ese momento, Angela le pregunta al niño en árabe quién es ella y el chaval deja lo que estaba haciendo, sonríe con seguridad y dice «mama»].

-¿Sabía su exmarido que usted iba ese día a recoger al niño?

-No lo sabía.

-¿Y cómo reaccionó?

-Los policías lo convencieron de que entregase al niño. Le dijeron que si no lo hacía iba a ser peor para él. Después en la comisaría se puso a discutir conmigo. Me echaba en cara que fuese así a por el niño. ?Como si fuese una oveja o un perro?, me decía. ¿Y cuándo él se lo llevó a Marruecos sin decirme nada?