«Sin una política familiar potente no habrá una solución demográfica»

C. Punzón, J. CAPEáns, I. carballo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Dumont, uno de los demógrafos más reputados del mundo, invita a Galicia a fijar su nivel de población y mantenerlo

07 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un vistazo a la pirámide de población de Galicia le basta para certificar que la comunidad que le ha invitado a meditar sobre demografía tiene un serio problema. «La pirámide de ustedes es ya una peonza», exclama Gérard-François Dumont, uno de los más reputados estudiosos en geografía humana del mundo, al ver que los tramos de población de mayor edad son ya más amplios que los de los más jóvenes.

«Lo primero que tienen que hacer es fijarse un objetivo de población», dice en un encuentro con La Voz de Galicia. Pero establecer esa cifra ideal de población «es lo más difícil», advierte, porque requiere lograr abrir un debate al respecto que no todos los actores sociales y políticos estiman prioritario, indica el profesor de la Universidad de la Sorbona y autor de términos convertidos en mantras en demografía para explicar la recesión poblacional como el de «invierno demográfico» o «la Europa arrugada».

Dumont acaba de lograr que el departamento francés de Aveyron establezca un umbral de residentes con el que le sería factible seguir desarrollándose: trescientos mil vecinos para una zona que ahora tiene 276.000. «Renacer o morir», advierte, añadiendo que los responsables políticos tienen ahora que crear una política integral de ayuda familiar «y ser atrayentes hacia el exterior», otra de las claves dejadas ayer en Santiago por Dumont.

En su análisis apunta a España como uno de los corresponsables de que la UE no se haya tomado más en serio el problema demográfico. «Se hizo algo con la presidencia europea de Suecia, pero luego le tocó el turno a España y este problema ya no se tuvo tan en cuenta», lamenta.

La crisis lo ha empeorado

La crisis económica es para Dumont otro de los elementos que han acabado de torcer en zonas como Galicia su evolución poblacional. «Se han retrasado matrimonios y también tener descendencia y, por último, los que se van son los que están en edad de procrear, que además crean riqueza donde están y donde llegan a tener hijos, no de donde proceden». Así dibuja con cuatro trazos la realidad de los territorios que han visto cómo su saldo demográfico ha pasado a números rojos, y también el migratorio con la fuga de llegados de otros países.

«Galicia tiene que convencer a gente de que se vive mejor aquí que en la periferia de Madrid», simplifica el profesor galo, para quien «sin una política familiar potente no habrá una solución demográfica». «¿Necesitan ustedes mano de obra? Si no la necesitan es que no son atractivos», concluye. «Y la riqueza de un país es proporcional a su población activa», aclara Dumont.

¿Y qué hacer? Para el experto demógrafo Galicia debería atraer hacia sus villas y las zonas rurales nuevas industrias. «Michelin está en una población de 150.000 habitantes», apunta. «La actividad trae más actividad y el despoblamiento del rural es una auténtica fatalidad». Pero además de atraer advierte que hay que mantener la población que hay, y para él la clave es la conciliación, el apoyo al desarrollo de las familias, lo que en Francia ha llegado a generar incluso una red de cuidadoras a domicilio. En esa vertiente estima que es crucial el papel de las empresas, para que vuelvan a apostar por el teletrabajo, al menos dos días a la semana u organicen guarderías. «Las empresas que apuestan por sus recursos humanos logran más beneficios», sentencia.

«Un mayor que trabaja no perjudica a los jóvenes, tener que mantenerlo sí»

Gérard-François Dumont discrepa de la decisión de Francia de bajar la edad de jubilación de los 65 a los 60 años. «Cada vez hay que destinar más presupuestos para más población inactiva, fruto de decisiones como esa destinada a que le voten al que lo promovió», indica para criticar a la clase política, a la que no ve pensando más que en el horizonte que marcan la cita con las urnas. «A los estados le cuesta más un jubilado que un mayor activo, y un trabajador mayor de 65 no es un perjuicio para los jóvenes. Si ese mayor se jubila, sí que será una carga económica para los demás».