Leiceaga, el economista de izquierdas al que por fin le salieron las cuentas

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

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Con 55 años, Xocas ha escrito de forma interrumpida el que posiblemente sea uno de los currículos más completos y entretenidos del panorama político en activo

29 may 2016 . Actualizado a las 16:30 h.

Por fin, Xaquín Fernández Leiceaga (Noia, 1961) ha encontrado su sitio. Independientemente de lo que dicten los gallegos en las urnas, Xocas ya ha entrado en la memoria de la política autonómica, porque aunque los nombres pasen, la fotografía del cartel electoral permanece. Con 55 años ha escrito de forma interrumpida el que posiblemente sea uno de los currículos más completos y entretenidos del panorama político en activo. Y quizás le salió así por su carácter escurridizo, que le ha reportado por igual oleadas de admiración y sonoros bofetones que terminaban una y otra vez con sus huesos en un despacho de la Universidade de Santiago, en la que tiene plaza de docente.

edgardo

El líder del PSdeG es el mayor de seis hermanos de una familia acomodada noiesa en la que ya se hablaba de política en el tardofranquismo. Pero el veneno le dio fuerte en Santiago, mientras sacaba con brillantez la carrera de Económicas y al mismo tiempo dirigía la organización ERGA (Estudantes Revolucionarios Galegos). Fue el paso previo a participar en la fundación del BNG en Riazor, en 1982.

Su primera experiencia institucional fue breve, como edil en su Noia natal. Siendo un treintañero, a principios de los 90, se labró la fama de buen gestor al dirigir las cuentas de una populosa USC, y antes de acabar el siglo cruzó el Obradoiro para entrar en el pazo de Raxoi como concejal del BNG. El primer bipartito con Sánchez Bugallo al frente funcionó como un reloj con el nacionalista Xocas diseñando presupuestos -con la economía a favor, eso sí-, y su habilidad para los balances le valió el cargo de secretario de Finanzas del Bloque. Como en Noia, duró medio año, porque mientras la formación frentista acorralaba a Beiras en el 2002, Leiceaga dio el gran portazo, que retumbó con retardo cuando el PSOE compostelano lo repescó para la política local al año siguiente.

El traje municipal se le quedó corto muy pronto y Touriño contó con él para faenas mayores, como liderar la fallida reforma del Estatuto en el 2006. La sintonía con Pachi Vázquez, ya en la oposición del Hórreo, tampoco duró demasiado, y cuando sonaba como sustituto de Bugallo se alejó de la vida municipal. En abril del 2012 regresó al despacho universitario. Allí llevaba cuatro años haciendo cuentas.