La falta de mayorías lastra la acción de gobierno en las ciudades gallegas

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Los gobiernos de las siete ciudades
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Los desacuerdos han desatado una crisis en Ferrol y retrasan la aprobación de los presupuestos

22 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pactos por obligación. Es el resumen del primer año de gobierno en seis de las siete ciudades. La ausencia de mayorías obliga a navegar entre acuerdo con el gobierno y la pinza con la oposición.

Vigo

Mayoría absolutísima versus revés urbanístico. El 24 de mayo del 2015, Abel Caballero puso un pie en la historia política local al lograr un tercer mandato consecutivo con mayoría absoluta y aplastante (17 de 27 concejales). El éxito tuvo continuidad con la elección de su número dos, Carmela Silva, como presidenta de la Diputación. Este doblete apuntaló su poder en la provincia y en el campo socialista, donde se ha convertido en un referente. Pero como todo no podían ser buenas noticias, el Tribunal Supremo le dio un disgusto el 30 de noviembre. Ese día se conocía la sentencia que anulaba en su totalidad el Plan Xeral de Ordenación Urbana, en vigor desde el 2008. En caso de existir proyectos no hay marco legal para materializarlos ya que la ciudad se rige ahora por un vetusto Plan Xeral de 1993. Respecto a la gestión local, la mayoría de la que dispone le permite ignorar a la oposición, y lo hace, sea para elaborar el nuevo Plan Xeral o para cualquier otra cuestión. Además de inclemente con la oposición local (PP y Marea), fustiga a Feijoo casi a diario y es también el látigo de los gobiernos de las mareas.

A Coruña

Uno contra todos y todos contra uno. Xulio Ferreiro y la Marea Atlántica dieron un vuelco a la política coruñesa hace un año, logrando 10 concejales de 27 y situándose como segunda fuerza a menos de 30 votos del PP. Obtuvo apoyos para su investidura, la misma noche electoral, cuando el PSOE anunció el apoyo incondicional de sus seis ediles a un cambio. Unos días más tarde recibió también el apoyo de la única edila del BNG. Los desacuerdos entre las tres fuerzas surgieron pronto y el aislamiento de los conservadores, muy tocados tras la pérdida de la alcaldía, se fue diluyendo. El gobierno no logró imponer sus planes para reorganizar el Ayuntamiento o cambiar el presupuesto, subiendo cada vez más el tono con los socialistas. Las enormes diferencias siguen ahí, aunque el lunes, con 144 días de retraso y tras muchos conflictos, Marea y PSOE aprobarán un presupuesto que ninguno ve como propio. Mientras tanto se han aprobado algunos cambios fiscales, subiendo el IBI al Puerto y el agua a las grandes empresas, y haciendo rebajas a las familias con menos recursos. Entre los choques políticos, y aunque se han puesto en marcha algunas iniciativas en materia de participación ciudadana, siguen pendientes los proyectos estrella del programa de la Marea, como la renta social municipal, cuyo reglamento todavía no ha sido aprobado.

Ourense

Vuelta a la normalidad. En Ourense el foco político ha dejado de estar en el juzgado para regresar al salón de plenos. La vuelta a la normalidad tras cuatro años convulsos es uno de los avales de gestión que presenta el alcalde del PP, Jesús Vázquez. Con un gobierno en franca minoría (10 de los 27 ediles), los populares han centrado sus esfuerzos en desengrasar la maquinaría municipal con concesiones caducadas y gestiones del día a día paralizadas y en lograr inversiones de administraciones amigas. Especialmente de la Xunta, que ha lanzado proyectos parados desde hacía años. Tras el aterrizaje forzoso a Jesús Vázquez le quedan dos grandes retos: la aprobación de los presupuestos, bloqueados ante las dificultades para recibir el aval del interventor a la nueva Relación de Puestos de Trabajo, y sacar adelante el nuevo plan urbanístico, pendiente de un difícil consenso político. Al otro lado del salón de plenos se encuentra una oposición liderada por Democracia Ourensana (8 concejales) y su cruzada para una moción de censura. El PSOE (6 ediles) reitera que no está en su agenda, pese a que hace unos meses apoyó una reprobación en pleno a Vázquez de la que se descolgó Ourense en Común (3).

Lugo

Un gobierno en minoría muy minoritaria. Cuando a la socialista Lara Méndez López le cayó encima la alcaldía se enfrentó a un reto para el que no venía preparada desde la vicepresidencia de la Diputación. Su antecesor, José López Orozco, no consiguió respaldo suficiente, por su imputación en el caso Pokémon, para afrontar la investidura y decidió irse. Tras él dejó una rica herencia en logros, pero también de situaciones altamente problemáticas. Lara Méndez, con un grupo de ocho concejales de un total de 25, logró el apoyo de Lugonovo (3 ediles) y del BNG (2) para la investidura, pero ninguno de ellos aceptó entrar en el gobierno después de una negociación más teatral que sincera. Y ahí se encontró la flamante alcaldesa enfrentada a un mar de líos. Acaba de llevarse una de sus mayores alegrías al ver aprobado, aunque tarde, el presupuesto. Tiene abiertos grandes frentes. En el Urbanismo sigue pendiente de aprobación el 5 % del Plan Xeral. En el área económica, la falta de personal ralentiza hasta el extremo el pago de la electricidad, con cortes incluidos. En este primer año no ha logrado sacar adelante la nueva Relación de Puestos de Trabajo del Concello y la tensión con los sindicatos va en aumento. Aunque hubo avances, tampoco ha logrado el equipo de Méndez sacar a concurso concesiones que, caducadas desde hace años, siguen prestando las empresas contra factura. Ahora, el gobierno, agotado el maná del Plan Urban que tantas obras hizo posibles, espera conseguir fondos europeos por otras vías. En este año, suprimió la ORA y no consiguió crear ninguna alternativa para el control de aparcamientos. La alcaldesa dice que su intención es ejecutar al 100% el programa.

Santiago

Cuestiones domésticas. Un concurso de comedores escolares que se atraganta; una ciudad llena de baches; los problemas vecinales que generan tres marginales en la céntrica praza do Toural; o los roces políticos con la Xunta por proyectos como la estación intermodal vienen ocupando la actualidad de Santiago en estos doce meses. Si a eso se le llama «normalidad» municipal, Compostela Aberta ha logrado su objetivo para este primer año de mandato en minoría, que era estabilizar la agitada y judicializada vida del pazo del Raxoi. Ya no hay registros sorpresa y los únicos sobresaltos los dan las dilatadas negociaciones del equipo de Martiño Noriega con la oposición para tratar de encontrar mayorías aritméticas en los plenos. De momento, una pinza PP-PSOE frenó una reforma fiscal, y sin embargo los presupuestos ya tienen luz verde. El gobierno, dice el alcalde, no está cerrado, y es muy posible que entre las dos citas electorales del 2016 intente integrar al BNG (2 ediles). Con todo, seguiría dependiendo de los socialistas, con los que hay problemas de interlocución.

Pontevedra

Gobierno en minoría. Pese a que hace un año Miguel Anxo Fernández Lores (BNG) obtuvo el mejor resultado en sus cinco mandatos como alcalde, no ha tenido un buen año en lo político. Aunque la ciudad del Lérez sigue siendo una isla en medio del naufragio general del BNG (Lores obtuvo el 24M 12 concejales, quedándose a uno de la mayoría absoluta), la prórroga por 60 años concedida a Ence supuso «o peor día» en los ya 17 años que lleva como alcalde. Pero también el devenir doméstico está marcando un mandato más complicado que los anteriores, cuando gobernaba en coalición con el PSOE. El BNG está en minoría y las pinzas entre la oposición son constantes. Y eso que son grupos antagónicos: 7 ediles del PP, 3 del PSOE, 2 de la Marea y uno de Ciudadanos. Lores tuvo que aprobar los presupuestos valiéndose de su voto de calidad, gracias a la ausencia de un edil del PP de baja por enfermedad. El proyecto para revolucionar la recogida y tratamiento de la basura con una apuesta por el compostaje es la iniciativa política más destacada.

Ferrol

En plena crisis de gobierno. A la ciudad naval el aniversario la pilla en plena crisis de gobierno. Ferrol en Común y PSOE airean sus reproches después de un agitado primer año salpicado desde el principio por los desencuentros. El difícil reparto de concejalías ya vaticinaba las dificultades que se cernían. Polémicas y discrepancias vendrían después de la mano: el intento de retirar el busto de Juan Carlos I, la petición de un plebiscito sobre la monarquía, las subvenciones a la Semana Santa, las divergencias sobre la remunicipalización de servicios, la ausencia de presupuestos... y la viral foto del regidor, Jorge Suárez, fumando en la bañera de la Alcaldía. El gobierno acumula tres dimisiones, justificadas por decisiones personales y profesionales, pero tras las que subyacen problemas internos. El alcalde defiende que se ha cumplido «unha parte importante» de los 85 puntos que recoge el acuerdo con el PSOE, pero apenas llegan a una docena. Tocado, pero con vida, el pacto continúa aunque la virulencia de las acusaciones mutuas se eleva día a día y serviría para justificar una ruptura, que dejaría a Ferrol con un gobierno de seis concejales en una corporación de 25.

Información elaborada con las aportaciones de J. Fuentes, X. Gago, R. Novoa, E.G. Souto, J. Capeáns, S. Barral y R. Pita

un año de gobiernos locales