Un párroco de la Terra Chá celebra este domingo una misa en una carretera que va de Xermade a As Pontes para denunciar el calamitoso estado de la vía
20 may 2016 . Actualizado a las 11:38 h.Una oración comunitaria contra los baches, una plegaria por su reparación. Así podría resumirse la intención del sacerdote Luis Rodríguez Patiño, que pasado mañana oficia una misa junto a una carretera. No es una misa más al aire libre, como podría ocurrir dentro del programa de actividades de unas fiestas populares, sino una ceremonia conscientemente cargada de reivindicación.
El acto religioso, que empieza a la una y media de la tarde, se ha organizado en la parroquia xermadina de Momán, junto a una carretera que enlaza el concello chairego de Xermade con el de As Pontes y cuyo estado, sobre todo en la provincia de Lugo, es una sucesión de baches, de curvas pronunciadas en una calzada más bien estrecha y de firme sin pintar.
El sacerdote, que atiende esta parroquia junto con una de Guitiriz (Labrada) y otras en los vecinos municipios coruñeses de Aranga y de Monfero, ha decidido dar ese paso para denunciar el mal estado de la carretera, para lamentar las condiciones que deben soportar los vecinos de esos municipios y para lanzar además una llamada de atención: asegura que el abandono de la vía, cuya conservación corresponde a las respectivas diputaciones provinciales, es una muestra del descuido con que se trata a la Galicia interior,: sus habitantes, dice, pagan impuestos como los demás y a cambio «apenas reciben servicios».
Patiño es conocido por puntos de vista que no pocas veces entran en abierta contradicción con los que suele expresar la jerarquía, aunque, por otro lado, tampoco oculta una abierta admiración por el actual papa. En este caso, como en otros, sostiene que la ceremonia será, en línea con lo que propugna la Iglesia, una defensa de la vida.
La misa se oficiará en un punto en que la carretera se cruza con otra del municipio de Xermade para facilitar el aparcamiento de los que asistan. El párroco ha pedido a los vecinos que acudan, y ha recibido anuncios de la presencia en el acto de algunos que no cumplen regularmente con ese precepto. Él considera que la causa está más que justificada: «¿Quién no tiene un conocido que no haya sufrido secuelas de un accidente?».
La idea se le ocurrió hace semanas, en un festejo celebrado con vecinos. Estar con los que soportan el inconveniente de esta deteriorada carretera u otros problemas le parece una consecuencia de su cargo: «La Iglesia tiene que estar del lado de los que sufren», afirma.