«Non podo crer que ninguén soubera nada do que pasaba nesa granxa»

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

OSCAR CELA

Vecinos de los ganaderos investigados en Chantada y Friol dicen que no vieron nada sospechoso

27 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No quedan muchas granjas en Axulfe, en la parroquia de San Pedro de Viana. Al igual que en toda la comarca de Chantada hace años la leche no solo daba para comer, daba para motos, coches de alta gama y para pelear por pagar rondas en el bar durante el fin de semana. Pocos meditaban sobre lo que podría venir después. Ahora el oro blanco parece haberse convertido en hojalata. Da para sobrevivir y echando muchas cuentas. «Parece que ingresan moitos cartos cando chega o pago, pero empezas a pagar facturas... de verdade que hai que facer moitos números», comenta una mujer que limpia un souto que hay junto a la pista que conduce a la aldea vieja de Axulfe. Igual que el resto de vecinos que viven en esa parte del concello de Chantada, sabe perfectamente quién es el dueño de la granja en la que el Seprona halló hace unos días los cadáveres de 39 vacas que, como sospecha la Guardia Civil, habrían ido muriendo poco a poco por falta de alimento.

No acaba de entender qué pudo pasar: «Non podo crer que ninguén soubera nada porque unha vez ao ano teñen que pasar os de saneamento ou pasan os veterinarios que fan controis aleatorios por outras cousas. Hai a quen o multaron porque a auga para os xatos non corría e non van saber nada deso. Ou alguén que viva cerca tampouco. Aínda que non vaias denunciar a un veciño, pode un ver que algo fora do normal pasa e un día comentar na agraria se pode alguén ir ata alí porque ten que pasar algo».

«Tivo que pasarlle algo»

No entiende que ese hombre al que conoce de toda la vida pudiera dejar morir a sus vacas. Nadie lo hace: «Sempre as tivo moi ben mantidas, logo tivo que pasarlle algo». No deja de repetirlo. Tampoco es la única que abraza la teoría de que la mente de ese hombre pudo empezar a nublarse por la impotencia de no poder atender al ganado como antes. Pero eso no lo sabe nadie con certeza.

«Antes los veterinarios que les llamaban de identificar pasaban a poner crotales. No solo ponían eso, aunque no era su trabajo también controlaban cómo estaban las vacas o las condiciones en las que podían estar los dueños dando aviso a Asuntos Sociales. Pero eso desapareció», comenta un veterinario funcionario.

Dicen los vecinos que un accidente que tuvo hace diez años le dejó graves secuelas. Alguno incluso comenta que el mismo ganadero confesó tiempo atrás que debía inyectarse morfina para aguantar y poder continuar con el trabajo. Porque como corrobora otro de los que viven más cerca de la nave en la que tenía el ganado lo hacía todo él solo. «Venía por la mañana y ahí pasaba horas. Luego regresaba por la noche y se quedaba hasta tarde. Cortaba la hierba del prado... Las vacas nunca salían y algún día pensé ?¿Cómo no tendrá este hombre un ayudante??, pero en los cinco años que llevo aquí no vi nada raro».

Antes de que el Seprona inmovilizara la granja, al parecer, un grupo de veterinarios de la Xunta pasó por allí preguntando sobre cosas sospechosas que pudieran haber observado los que viven por allí. «Les dije lo que a usted. No vi nada fuera de lo normal, él continuaba con su rutina. En noviembre aún descargaron un tráiler con hierba. Aquí no llegaba nada de olor y mire dónde está la nave», añade el hombre de la casa más cercana. Otra habitante del lugar convierte ahora cosas a las que no dio importancia en su momento en indicios de lo que estaba ocurriendo.

Un día vio, por ejemplo, que había terminado el silo y pensó «que pronto se lle acabou a fulano a herba». Otro día vio que la luz de la nave estaba apagada antes de lo que era su costumbre y se dijo «que pronto acabou hoxe de muxir fulano», pero le quitó hierro porque esas cosas pasan porque las vacas dan menos leche. Y su vecino más veterano le echa un cabo: «Dígovos que non morreron de fame, igual foi o nitróxeno da herba que a cortaron antes de que lle pasara o efecto do purín».

«Non hai vacas xa hai»

Igual de sorprendidos que estos vecinos de Chantada están los que viven en el entorno de la explotación de Friol cuyo dueño confesó haber quemado varios cadáveres de vacas que fueron muriendo poco a poco en su granja porque no podía alimentarlas. «¿Como salta agora a nova porque aí non hai vacas dende decembro? De fame non morreron. De que morreron. Iso é o que hai que saber», dicen unos vecinos.

Justo hacía un momento que el hombre había marchado de casa. El acceso a su granja estaba cerrado con una cadena, pero desde el exterior podían verse varias pacas de hierba seca. En la cooperativa donde está inscrito, pero con la que no tiene ningún tipo de relación comercial desde hace tres años, dicen que no les debe nada. ¿Qué pasó? Es lo que no pueden explicar todavía.