La poca frecuencia de los controles de la Xunta oculta lo que pasa en las granjas

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

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Un programa informático sustituyó a los veterinarios que marcaban las vacas

26 abr 2016 . Actualizado a las 01:57 h.

¿Qué ha ocurrido para que la Consellería de Medio Rural no actuara antes para evitar la muerte de 80 vacas en tres explotaciones ganaderas de Chantada, Boiro y Friol? La frecuencia anual de los controles de Saneamiento Gandeiro, la aleatoriedad de los planes de inspección sanitaria y la desaparición de los veterinarios identificadores que eran en realidad los ojos de la administración al ir con regularidad a las granjas son algunas de las razones que, como dicen desde el sector, pueden responder a la pregunta.

Pero el ingrediente que, añaden, convierte el campo en un caldo de cultivo de casos de maltrato animal es el abandono que sufre el rural debido a la falta de políticas capaces de frenar la despoblación y de hacer rentable una actividad como la ganadera que fue durante años uno de los motores de la economía gallega.

«Las campañas de saneamiento ganadero han de realizarse una vez al año», explican fuentes del Colegio de Veterinarios de Lugo. Esa labor la realiza Tragsega que luego ha de comunicar cualquier anomalía a la Consellería, pero no lo hace directamente el personal que va a las granjas. Los veterinarios que acuden a la explotación redactan un informe que presentan cada semana en una reunión con sus jefes. La documentación va luego a los jefes del servicio correspondiente de la Consellería.

Además de eso todos los años los veterinarios del Gobierno autonómico realizan planes de inspección en las granjas donde revisan diferentes aspectos. Hay campañas de higiene, para revisar los crotales... Cada oficina agraria elabora una lista de explotaciones susceptibles de revisar. Algunas aparecen de forma aleatoria, pero otras son incluidas porque hubo en ellas algún problema con anterioridad. Nunca son el 100 %. Esos controles, añaden también, son muchos menos de los que había cuando los veterinarios eran los encargados de identificar las reses, una labor que ahora hace el propio ganadero a través de una aplicación informática o por el teléfono.

La burocracia puede retrasar varios meses la intervención en la explotación

Hacer una inspección en una granja requiere una serie de procedimientos administrativos que llevan su tiempo. Fuentes relacionadas con el sector explican que cada una de las de saneamento animal es anunciada vía burofax. A veces el dueño de la explotación no está en la granja y lo hay que localizar para notificarle el día en que irán a verle poruqe puede ser que lleguen los veterinarios de saneamento y no puedan entrar. «Hay veces que todo el proceso puede retrasarse entre cuatro o cinco meses», dicen en este sentido. Observar qué ocurre en un establo desde fuera es complicado porque suelen estar en la parte de atrás de la casa.

Al mismo tiempo explican que el deterioro de una vaca dedicada a la leche que no es alimentada es mucho más rápido que le de una de carne. En ese último caso pueden ir tirando con la hierba que encuentren en los alrededores de la granja.

No es fácil para un ganadero afrontar lo que está pasando el sector lácteo en los últimos meses. Precios del litro de leche que rondan los 0,27 céntimos, algo que no cubre ni el coste de un kilo de pienso (0,3) están abocando a la ruina a decenas de granjas. Hay personas, apunta el pscólogo clínico Manuel Fernández Blanco que asumen como un fracaso propio algo que es originado por factores externos que en este caso son los bajos precios de la leche. Esa es una de las razones que, a su juicio y no conociendo los casos concretos, podrían llevar a alguien a dejar que sus vacas mueran.