Batalla política en el PP con final incierto

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

Las dudas sobre el futuro de Rajoy hacen que muchos vacilen entre permanecer fieles o pensar ya en el día después de su caída

18 abr 2016 . Actualizado a las 15:20 h.

Sabemos desde siempre que en política no hay mejor pegamento para la unidad que la victoria. Pero también que no hay nada que divida más a un partido que la derrota o la expectativa clara de que esta se va a producir. Lo sabe mejor que nadie Mariano Rajoy, al que después de su fracaso en el 2008 se atrevían a criticar en el PP hasta personajes de talla ínfima en el partido, que lo daban por muerto y pretendían medrar a base de ser los primeros en tirar la piedra. El mismo Rajoy que, después de conseguir en el 2011 la mayor victoria en la historia del PP, asistía casi con sonrojo a las alabanzas hiperbólicas de aquellos que solo poco antes le daban la espalda.

Miserias de la política, pero nada que no haya sucedido antes en otros partidos. Cuando huelen la sangre del líder herido, todos buscan el mejor acomodo para repartirse el botín. El problema surge cuando, como ocurre ahora, no está claro si Rajoy es un cadáver en ciernes o un ave fénix que va a resurgir de sus cenizas. En esas inciertas circunstancias, situarse en el lugar preciso es un trabajo delicado al alcance de muy pocos, porque un error de juicio puede suponer la diferencia entre ser alguien importante a muy corto plazo o pasar una larga temporada en galeras.

El Partido Popular es ahora mismo una película no de terror, pero sí de suspense. Cunde el nerviosismo, porque para muchos no está claro si es el momento de conspirar contra Rajoy, dando por hecho que no va a gobernar porque el PSOE o Ciudadanos pedirán su cabeza a cambio de dejar gobernar al PP, o si merece la pena respaldarlo sin fisuras en este momento difícil, jugándosela así a obtener un premio gordo en caso de que Rajoy acabe saliéndose con la suya. Los hay que ahora mismo sudan tinta en ese arriesgado juego, porque saben que a todos los que lo traicionaron o le hicieron sombra Rajoy los ha ido liquidando uno a uno sin hacer ruido, como en el Diez negritos de Agatha Christie. Y también que a los que dieron la cara por él los premió siempre con cargo o cartera y los defendió cuando tuvieron problemas y cayeron en desgracia. Que le pregunten si no a Mato, a Soria, a Arenas y a muchos otros.

Asistimos a momentos trepidantes, con una guerra interna en el PP y en el Gobierno que es más bien una partida de ajedrez. Hasta en el bloque gubernamental del G8, verdadera falange -con perdón- de Rajoy estos años (Pastor, Fernández, García Margallo, Catalá, Tejerina, el difunto Soria y los expatriados Cañete y Wert) se aprecia algún movimiento raro, como si lo que para algunos es el reverso tenebroso de los sorayos (Saénz de Santamaría, Báñez, Montoro, Alonso y Ayllón, entre otros) empezara a ganar la partida en alianza con los querubines e inmaculados vicesecretarios. No faltan sospechas de que las filtraciones sobre Soria, sobre Aznar, sobre Barberá y sobre algún otro por venir, son parte de ese juego de equilibrios. Nadar en esas aguas procelosas es muy peligroso. Y tampoco hay que descartar que ninguno salga vivo de esa refriega. Y por eso algunos, como Alberto Núñez Feijoo, han preferido tomar distancia y no decantarse hasta que la neblina se levante y el paisaje quede despejado.

Puigdemont, de apestado político a pareja de baile

PAU BARRENA | afp

¿Qué pasa con Puigdemont? A pocos días de que se abra una larguísima precampaña electoral, parece que el presidente de la Generalitat ha pasado de ser un apestado con el que ningún líder nacional accedía a retratarse, a tener completo su carné de baile con los dirigentes de los partidos españoles. Quedan pocas dudas de que ese giro se debe exclusivamente a una estrategia electoral. Lo que no está claro es si Puigdemont suma electoralmente porque da la imagen de un soberanista claudicante pidiendo sopitas al próximo jefe del Gobierno, o porque queda chic ser un líder dialogante hasta con quienes quieren acabar con la unidad de España. En cualquier caso, la impresión es de puro oportunismo.

Beiras pretende tomarse la revancha con Iglesias

Cabalar | efe

Queda apenas una semana para que se confirme si hay que ir de nuevo a las urnas para escoger a los 350 diputados que conforman el Parlamento. Y, como si nada hubiera pasado desde que en el pasado mes de octubre Rajoy convocara las elecciones, el líder de Anova, Xosé Manuel Beiras, y el de Podemos, Pablo Iglesias, siguen jugando al gato y al ratón para ver quién acaba ganando la partida. Quedan pocas dudas de que el 20D fue Iglesias quien se salió con la suya, vendiendo gato por liebre al veterano líder nacionalista. Ahora, sin embargo, Beiras cree tener la sartén por el mango y está convencido de que el líder de Podemos acabará cediendo para formar el «partido instrumental» en Galicia.

Caballero quiere ser el líder del PSdeG, pero sin mojarse

M.Moralejo

Las perspectivas del PSdeG en las elecciones gallegas, incluso las que se manejan entre los propios socialistas, se mueven entre un mal resultado y uno malísimo. La segunda posición empieza a darse por perdida, lo que implica una complicadísima papeleta para el PSdeG, obligado a escoger entre apoyar un Gobierno de las mareas, lo que sería un suicidio, o abstenerse para que Feijoo siga gobernando. En esa coyuntura, la estrategia de Abel Caballero, que pretende ser el hombre fuerte y referente del PSdeG, pero sin postularse como candidato y sin ni siquiera arriesgar promoviendo a uno o una de las suyas, indigna a algún socialista de los que están dudando entre dar o no el paso.