Las inundaciones de Sada dejan pérdidas millonarias entre vecinos y comerciantes

D. Vázquez, E. Silveira A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Giovanni Martínez

«Si no funcionan las máquinas no sé de dónde voy a sacar el pan para comer», dice una afectada

01 abr 2016 . Actualizado a las 09:20 h.

«Catástrofe» fue la palabra más recurrente del alcalde de Sada, Benito Portela, para hablar ayer de una jornada en donde se pudo comprobar el alcance de la devastación de las inundaciones en As Brañas-A Lagoa, que ha dejado millonarias pérdidas, aún sin cuantificar, sobre todo entre vecinos y comerciantes, por lo que el pleno solicitó la declaración de zona catastrófica para que se habiliten ayudas especiales y decidió pedir a Augas de Galicia la realización de algunas obras para evitar que vuelva a suceder.

Doce personas se acogieron a los servicios de alojamiento que se dispusieron para los damnificados. En este grupo estaban el nonagenario Luis Galán y su hija Nieves, que tuvieron que ser evacuados el miércoles de su bajo en lancha. Por no tener no tenían la casa ni asegurada y los servicios municipales se ofrecieron ya para las labores de limpieza.

Pilar Díaz, que también fue evacuada, se afanaba ayer todavía en sacar el agua de una vivienda arrasada. Concepción Longueira, otra vecina de la zona cero, explicaba de manera gráfica la afectación mientras miraba con desolación su hogar: «Quedou todo desfeito menos as camas, porque ao piso de arriba a auga non chegou». Quien vivió los daños por partida doble fue Miguel Villaverde. «Doble premio en el café y en la casa, gracias que tengo todo asegurado, porque no me llegan 100.000 euros», explicaba mientras relataba con pena la pérdida de los muebles recién estrenados.

Entre los comerciantes, uno de los testimonios más sentidos lo daba María Casal, que no podía evitar los sollozos y que decía: «Ha sido horrible, todo mi esfuerzo tirado», mirando una peluquería que puso en marcha hace dos años. «Nos queda mucha lucha aún, lo peor viene ahora», reconocía. También en la rúa Lagoa está Telas M & L, cuya propietaria, María del Carmen Santos, se mostraba preocupada por la docena de máquinas de su taller de confección. «Si funcionan la cosa aún va a ser llevadera, pero si no ya no sé de dónde voy a sacar el pan para comer». Nieves Sánchez, de Serviaqua, mostraba un local muy dañado y aunque, como la mayoría, no era capaz de cifrar las pérdidas, lo resumía con «cuando llegamos había metro y pico de agua» para explicar la devastación. Anabel Villamor, de Sadasol, cuantificaba las suyas entre los 150.000 y los 180.000 euros, por la afectación de la maquinaria. «Me imaginaba los daños, pero verlos es más fuerte. Lo que queda es buscar soluciones y empezar de cero», reconocía.

A la zona damnificada, en la que los afectados se mueven entre sentimientos de dolor e indignación, se acercó ayer el presidente de la Diputación, Valentín Formoso, que se comprometió a facilitar ayuda técnica y económica a Sada y también el director xeral de Emerxencias, Luis Menor, que destacó que no se produjeron daños personales y que dijo que el plan de emergencia fue «eficaz y correcto». Mientras bomberos de toda la comarca continuaban ayer intentado achicar varios párkings.

Los vecinos de los concellos de la Costa da Morte también trataban de recuperar la normalidad después de 34 horas de intensas y continuadas precipitaciones, informa Toni Longueira desde la delegación de La Voz en Carballo. Esta borrasca dejó siete personas evacuadas, carreteras cortadas por las crecidas, numerosos garajes, bajos, negocios y viviendas anegadas, desprendimientos de tierra y piedras y daños en la red viaria. Los concellos más afectados por estas inundaciones fueron Carballo y Ponteceso, aunque las riadas también se dejaron sentir en Coristanco, Zas y Vimianzo. Particulares y comerciantes comenzaban desde primera hora de la mañana a retirar el agua acumulada en el interior de los inmuebles, tirar aquellos enseres que quedaron inservibles y a retirar las decenas de coches que quedaron completamente anegados.

El presidente de la Xunta explicaba ayer que se activó el protocolo «inmediatamente que fomos notificados por Aemet». «É algo que ocorre outras veces, porque as condicións meteorolóxicas ás veces precipítanse sobre as previsións que teñen os datos máis fiables», dijo Núñez Feijoo. Una vez superadas las lluvias, «o prioritario para nós é solventar os problemas», aseguró.

Los 120 litros caídos son «una barbaridad»

La noche en la que se inundó media comarca coruñesa cayeron 120 litros de agua por metro cuadrado. Eso, según los expertos, es «una barbaridad». Suficiente para desbordar el caudal de los ríos y llenar hasta la bandera lagos y embalses. De hecho, según confirmaron desde Emalcsa, la empresa que gestiona el embalse de Cecebre, este registro es el más alto detectado en la última década y solo comparable con el volumen de agua caído en los años 2006 y 2000, cuando las lluvias llegaron a poner en peligro, paradójicamente, el suministro de agua potable en la ciudad coruñesa y su área metropolitana.

Así, desde las ocho de la mañana del día 29, hasta la misma hora del día siguiente, llovió a mares. «El problema es que llovió esa cantidad durante 24 horas seguidas. Los técnicos de Emalcsa no recuerdan algo parecido», indicaron desde la compañía. Las siguientes horas, cuando amainó el temporal, se registraron 40 litros por metro cuadrado.

Emalcsa confirmó que en este momento el embalse de Cecebre, que se nutre de los ríos Mero y Barcés, está al 62,60 % de su capacidad (el margen legal en invierno es del 70%). La previsión es que este porcentaje aumente en los próximos días con la bajada del agua de las montañas. Ante esta previsión, el miércoles por la noche se abrieron las compuertas de la presa al máximo.