«Me quedaba un euro y dos ángeles de Tráfico me ofrecieron gasoil y desayuno»

Tania Taboada LUGO / LA VOZ

GALICIA

OSCAR CELA

Un ferrolano en dificultades, que partió de su casa con 600 euros para recorrer 6.000 kilómetros en busca de trabajo, consigue llegar a su hogar gracias a la solidaridad de dos guardias civiles

10 mar 2016 . Actualizado a las 17:13 h.

Situación insólita la que sucedió hace unos días en la A-6, a su paso por la provincia de Lugo a la altura de Pedrafita de O Cebreiro. Pasaba de las diez de la mañana cuando un vehículo de la Guardia Civil de Tráfico de Lugo, con dos agentes en el interior, se encontraba parado en el arcén de la autovía, realizando labores de vigilancia. De repente, un hombre, desolado, desesperado y muy nervioso, les tocó en la ventanilla. Era Manuel Aneiros Picos, un vecino de Ferrol de 58 años que, según cuenta, regresaba a su casa después de recorrer en un coche de alquiler 6.000 kilómetros en busca de trabajo. La aguja del combustible marcaba la reserva, tenía en el bolsillo poco más de un euro y le quedaban por recorrer aproximadamente otros cien kilómetros.

Tras ver al señor al otro lado de la ventanilla, los agentes se miraron con cara de asombro e inmediatamente salieron del vehículo para preguntarle qué le ocurría y qué necesitaba. «El señor estaba muy nervioso, casi llorando, nos pedía ayuda urgente. Decía que necesitaba diez euros para echar gasolina y llegar a su casa. Somos agentes y somos humanos, por lo que ayudarle para que llegase a su destino fue nuestro objetivo», relatan los guardias, quienes rápidamente propusieron echarle veinte euros de combustible poniendo diez cada uno de su bolsillo. Se retiraron de la autovía para evitar el peligro y fueron directamente a la gasolinera de Pedrafita a repostar. Uno de los agentes abrió el tapón del depósito, cogió la manguera del surtidor y le echó gasolina, algo que sorprendió incluso al gasolinero. «Propusimos poner diez euros cada uno y echarle 20 euros de gasoil, pero el hombre se empeñó en decir que no, que con diez euros arreglaba», relatan los dos guardias. «No quería que gastaran más. Solo que me ayudaran a llegar a mi casa», explica Manuel, quien también contó que los agentes lo invitaban a desayunar y a tomar algo caliente, pero rechazó la propuesta. «Los considero mis ángeles de la guardia y los llevo en mi corazón y en mi mente. Me han ayudado en una situación crítica y me han ofrecido más de lo que les he pedido», relata Manuel, quien todavía se plantea cómo devolverle a estos dos guardias lucenses la ayuda prestada.

Lo primero que hizo este ciudadano fue acudir al cuartel de la Guardia Civil de Ferrol para meter por registro un escrito de agradecimiento junto con los diez euros que le habían prestado, con el fin de que llegase a la Comandancia de Lugo. «Escribí cinco copias. Una para dejar en el registro de Ferrol, otra para mí y tres para Lugo, una para el jefe de los dos guardias y otra para cada agente». Según explica este ferrolano, la misión de la carta era decirle a un mando superior que su gente le había auxiliado. «A veces los altos cargos no valoran a los de abajo y tienen que saberlo». Manuel Aneiros explicó que un jefe de los agentes lo llamó y le propuso una condecoración para esos guardias civiles, a lo que este vecino le respondió afirmativamente. «Dije que por supuesto. Estoy dispuesto a eso y a lo que haga falta porque me quedaba un euro y estos dos ángeles de Tráfico me ofrecieron gasoil y desayuno. Fue la satisfacción más grande que tuve y ese sentimiento me quedó grabado en el corazón», apuntó.

Recorrió varias provincias

Manuel contó que partió de su casa el martes 22 de febrero con 600 euros en la cartera en busca de trabajo. Lo hizo en un coche de alquiler porque el suyo está desde hace un mes en el taller y repararlo le cuesta 3.000 euros. Tras recorrer Santander, Pamplona, Teruel y Valencia se quedó sin un duro. Para mayor problema, se equivocó de ruta y cogió la autopista, lo que le supuso tener que gastar más dinero de lo previsto. «Fueron siempre unas personas muy respetables y les he cogido cariño. Cuando un agente te auxilia en la necesidad, no lo olvidas en la vida», concluye.