«La primera reacción de los alumnos que copian suele ser intentar negarlo»

Tamara Montero
tamara montero REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

Paga de su bolsillo un software para comprobar si sus estudiantes plagian. Y ya ha cazado a varios

07 mar 2016 . Actualizado a las 10:29 h.

Cuando sospecha, pasa el texto por un programa antiplagio que paga de su bolsillo, y cada consulta le cuesta entre 10 y 15 euros. Ya ha descubierto tres trabajos de fin de grado plagiados gracias a este sistema y a varios alumnos con otro tipo de actividades copiadas. Raúl Canay, profesor de la Facultade de Económicas de la Universidade de Santiago, también explica que el software del campus virtual que se utilizaba hace años sí permitía detectar plagios, pero que después se cambió por otro y cada docente debe buscar su propia herramienta para cazar trabajos copiados.

- ¿Como se da uno cuenta de que ha sido plagiado?

-Hay dos o tres formas. Lo primero es que a veces no hacen plagio, a veces citan mal. Cogen un texto, lo ponen en su trabajo y en vez de citarlo justo después lo citan más tarde... No lo citan correctamente. Eso no es tanto un plagio como no saber. Los casos de plagio más cantosos normalmente los notas cuando vas leyendo y ves que no hay coherencia en la forma de estar escrito. Es una sensación, piensas: «Este párrafo no está construido de la misma manera que el anterior».

-¿Como si la redacción fuese de diferentes personas?

-Sí, algo así. Y después en Galicia está el asunto de los tiempos compuestos, que de repente hay mucho tiempo compuesto. O utilizan terminología que no acaba de convencer...

-¿Cuando sospecha, qué hace?

-La opción barata es coger el trozo en cuestión, pegarlo en Google y ya salta. Salió de Google, a Google vuelve [ríe]. Cuando es más complejo hay software en los que pones el documento y él se encarga de comprobar la existencia de plagio. En esos casos identifica de dónde ha sido sacado un párrafo. Yo lo pago de mi bolsillo, la universidad no lo tiene. Hay bastantes herramientas y software especializado.

-¿Y la compra de trabajos?

-Es algo que existe desde hace mucho tiempo. Aquí en esto estamos empezando, es algo muy anglosajón. En Estados Unidos hace años que funciona e incluso existe un mercado negro de artículos científicos. Creo que había leído que te hacen hasta el artículo completo. Hay otra modalidad, que era la de alguien tiene artículos ya aceptados y se pagan equis euros y te añaden en el artículo. Estas cosas a nivel de investigadores y profesores sí se ha dado. Están los casos de los ministros alemanes que habían plagiado la tesis, aunque no eran comprados o por lo menos no trascendió. Yo, la compra de trabajos académicos, lo he visto descarado en Oporto, con anuncios. Y por aquí sé que hay un par de webs que se dedican a hacer esas cosas. Se anuncian como escritura académica: te escribimos el TFG, la tesina...

-¿Ha ocurrido en su universidad que se haya encontrado un trabajo comprado?

-No. Sé de un caso, pero no fue en la USC. Alguien entregó un trabajo copiado y le abrieron expediente por haberlo plagiado. Él se defendió diciendo que no lo había copiado, que lo había comprado, que no era lo mismo. Y tuvieron que darle vueltas a los entresijos legales porque no era lo mismo, no lo había copiado. Al final sí encontraron una manera de sancionarlo. En Santiago, otro compañero había localizado un trabajo plagiado porque era un trabajo, no recuerdo exactamente el nombre, pero podía ser algo así como «inversión directa en Perú» y en el texto salía muchas veces México. Habían copiado un informe técnico y se habían olvidado de cambiar el país.

-¿Qué le pasó a los alumnos que cazó con trabajos copiados? Suspenso, supongo.

-La verdad es que no. Como los pillé muy rápido, los llamé a capítulo y les dije que aquello no valía para nada y que empezasen desde cero.

-¿Cómo reaccionan cuándo el profesor les dice que su trabajo es un plagio?

-Su primera reacción suele ser negarlo. Me acuerdo de uno que dijo que sí había buscado algunas cosas en Internet y que se había olvidado de citarlas. El software tiene la ventaja de que da un grado de plagio, y cuando es del 55 % pues está claro. Cuando ya no hay forma de negarlo ya lo reconocen y vuelven a empezar.

Algunas universidades obligan a firmar una declaración de honestidad

No copiaré. Es la declaración de honestidad académica que deben firmar los estudiantes de algunas universidades españolas al matricularse e incluso cuando presentan el trabajo de fin de grado. Las pioneras fueron la Universidad de Cantabria y la de Navarra, a la que siguió la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Valencia, que ha elaborado una normativa de honestidad académica porque la fuerte competencia actual «requiere, y más especialmente ahora, en una época en la que la oferta de becas y empleo es escasa, establecer mecanismos para prevenir, y llegado el caso, denunciar el fraude en el ámbito académico». La normativa del centro valenciano -la universidad se ha marcado en su plan estratégico crear un plan de honestidad académica común a todos los centros que entre en vigor el próximo año- establece un protocolo para la incoación de medidas disciplinarias (solo el rector tiene potestad para sancionar, no los centros) mediante el que se elabora un informe y se da audiencia al alumno o alumnos afectados.

Según se recoge en el preámbulo de esta norma, en la escuela valenciana se han registrado casos como el uso de teléfonos móviles y la suplantación de identidad en los exámenes, e incluso el robo de claves de Intranet del profesorado.

La norma pone el acento en los exámenes, aunque no olvida los trabajos académicos: prohíbe el intercambio de información entre grupos de trabajo y define qué es un trabajo plagiado. Claro que también reconoce que en ocasiones los plagios son involuntarias porque los alumnos no saben citar. Por eso han elaborado una guía de buenas prácticas.