La Fiscalía pide 80 años de cárcel para los acusados de esclavizar a indigentes

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

JASON LEE | reuters

Los recogían en las calles de A Coruña y los obligaban a golpes a trabajar para ellos

05 mar 2016 . Actualizado a las 11:12 h.

Seis personas sin recursos, desamparadas y algunas con importantes limitaciones psíquicas, fueron esclavizadas, secuestradas, robadas, amenazadas y agredidas por una familia de feriantes asentada en un monte de Culleredo que buscaba en ellos mano de obra no ya barata, sino gratuita. Los tenían a pan y agua, durmiendo en chamizos, aseándose al ras con una manguera y haciendo sus necesidades en el bosque. Eso, entre otras muchas barbaridades, es lo que cuenta el fiscal Miguel Armenteros en su escrito de acusación. Relata tales brutalidades y la comisión de tantos delitos que solicita para los cuatro acusados -dos matrimonios con lazos de sangre- penas que alcanzan los 80 años de prisión. Se les imputa seis delitos de imposición de tratos degradantes, trata de seres humanos, imposición de condiciones laborales abusivas, detención ilegal o secuestro, robo y lesiones.

Sostiene la Fiscalía en su escrito de calificación que estas dos parejas de feriantes, nacidos todos en Portugal, se asentaron en 2011 en el poblado chabolista de A Pasaxe, en A Coruña, y pronto «procedieron a buscar personas en situaciones de especial necesidad e indefensión (seres humanos que vivían en la indigencia, con graves necesidades económicas, con enfermedades o problemas de tipo mental) para obligarlas a trabajar para ellos bajo unas condiciones totalmente abusivas, sin recibir a cambio ninguna remuneración y sin posibilidad de huir o negarse a las órdenes que les daban, pues los tenían sometidos y amenazados». Añade la acusación pública que las víctimas sufrían «condiciones de vida indignas, durmiendo en cajas de camión o galpones sin cuarto de baño o servicios, teniendo que lavarse con una manguera con agua fría, o hacer sus necesidades en el monte y recibiendo escasa comida».

La primera de sus víctimas tenía un grado de minusvalía reconocida por la Xunta de un 67 %, diagnosticado de esquizofrenia paranoide y declarado incapaz. Fue captado en la calle por uno de los acusados a finales del 2010 y se lo llevó a vivir a una chabola en el asentamiento coruñés de A Pasaxe. Afirma el fiscal que lo obligaban a trabajar a golpes. Era agredido tanto por los hombres como por las mujeres, que lo obligaban a recoger cartones por la calle. En una ocasión, mientras se encontraba el agredido buscando entre la basura, vio pasar a la policía y decidió contar lo que le estaba ocurriendo. Así fue como recobró la libertad.

Ya en el 2011, los acusados se mudaron a un monte de Culleredo, en el lugar de Rumbo. Y allí se llevaron a otro indigente. También obligado a trabajar en condiciones infrahumanas, fue golpeado las dos veces que intentó huir. Este último tenía la enfermedad de Párkinson.

A otra de las víctimas la convencieron en Portugal. Y tras ser su esclavo durante meses, huyó. Pero lo fueron a buscar a su pueblo de nuevo y, con amenazas, según la Fiscalía, lo trasladaron de nuevo a Culleredo, donde continuaron pegándole.

En el 2011, ofrecieron trabajo a un hombre con atrofia cerebral, epilepsia y patologías mentales. Al igual que el resto de víctimas, a este también lo sometieron a palizas. Como a otro indigente que encontraron pidiendo limosna en una calle coruñesa. Lo llevaron a su casa y allí le obligaron a trabajar de sol a sol, quitándole incluso la paga de la risga.

Les pegaban y luego reclamaban a los seguros una indemnización por las lesiones

Relata el fiscal que los acusados les retiraban a las víctimas las cartillas del banco donde les ingresaban las pensiones para ir ellos a cobrarlas. Llegaban incluso a agredirles brutalmente y luego los llevaban al hospital, donde los curaban y les entregaban el parte de lesiones que luego presentaban ante compañías de seguro para reclamar una indemnización por accidente de tráfico. Simulaban atropellos a los indigentes y pedían en su nombre una compensación.

Eran muchas las cosas que les hacían. Hasta los llevaban a distintos departamentos de las administraciones para solicitar ayudas económicas que solo ellos cobraban.

Todo eso se acabó en febrero del 2015, cuando la policía, después de una larga investigación, entró en el asentamiento de Culleredo para liberar a las personas que allí estaban siendo esclavizadas y detener a los supuestos autores de los hechos. El lugar estaba dividido en pequeñas fincas propiedad de familias de feriantes, casi todas ellas unidas por lazos familiares. Y en el interior de los terrenos propiedad de los matrimonios imputados, los agentes se encontraron con lo peor. Con los chamizos donde tenían retenidos a sus víctimas en un estado deplorable.

Los imputados lo niegan y hasta dichen que hacían un favor a las víctimas

«Nunca secuestramos a nadie y no sé por qué se inventan esas cosas. Nosotros solo les estábamos haciendo un favor, pues los sacamos de la calle y les dimos trabajo, un techo y ayuda». La frase fue pronunciada por uno de los acusados tras ser detenido en febrero del 2015. Lo dijo después de declarar cómo conoció a uno de los indigentes. Relató que se lo encontró en la iglesia de San Agustín, en A Coruña. Contó que dormía entre cartones y que un día se le acercó para pedirle trabajo. Como no tenía nada que ofrecer a un hombre ya de avanzada edad, le dijo que tenía una chabola en la conservera Celta y que ahí podría vivir. Eso sí, a cambio le tenía que dar una parte de su pensión y ayudarle con pequeñas tareas. Ese fue el trato, según confesó el arrestado.