«Escapé porque tenía miedo de que me matara»

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

GALICIA

OSCAR CELA

Hallada en un hostal la joven lucense, cuyos padres denunciaron la desaparición el viernes. Ella asegura que se escondió de su exnovio después de una pelea en la que él la agredió

29 feb 2016 . Actualizado a las 17:36 h.

«Me escondí porque tenía miedo de que me matara», así justifica la lucense Beatriz López Blanco, de 26 años, las 24 horas en las que estuvo en paradero desconocido. Según su relato, decidió desaparecer después de que su expareja le propinara varios golpes en la cara, que no eran los primeros que recibía de él y que le dejaron parte de la cara y el cuello morados. La agresión, según la joven, fue en el transcurso de una discusión en la que él le pedía, por enésima vez, que no lo dejara. La Policía Nacional la localizó ayer al mediodía cuando se inscribió en un hostal de Lugo en el que tenía pensado pasar la noche. Su supuesto agresor permanece detenido en la comisaría y a la espera de pasar a disposición del juez por un presunto delito de violencia machista.

Tanto los padres como la compañera de piso estaban muy preocupados por la desaparición de la joven. María, la amiga con la que vive desde hace seis años, declaró horas antes de que la encontraran, que estaba convencida de que no había desaparecido de forma voluntaria y que temía que, o bien le hubiera ocurrido algo, o que estuviera retenida contra su voluntad. Se basaba en que no había recibido ninguna llamada de ella, cuando sabían en cada momento la una de la otra. El padre, Pedro López, se expresó en términos muy parecidos.

Beatriz justificó que no se hubiera puesto en contacto con nadie durante 24 horas diciendo que necesitaba pensar qué iba a hacer y que quería esperar a que le bajase la hinchazón de la cara causada por los golpes. Asegura que en ningún momento pensó que su ausencia fuera a causar tanto revuelo. Dijo que hasta que la policía la localizó en el hostal estuvo en la casa de un amigo. No vio las noticias de la televisión y dedicó buena parte del tiempo a jugar a la videoconsola. Mantuvo el teléfono apagado para evitar que su ex la estuviese llamando todo el fin de semana. 

El amigo con el que estuvo fue posiblemente la persona a la que se refería el detenido, M.R.V., de 31 años y de Baralla, cuando en la comisaría afirmó que la vio marcharse con un encapuchado. 

Beatriz dice que no era consciente de que su amiga María había movilizado a sus padres para que presentaran una denuncia por desaparición. María y sus padres acudieron a la comisaría, junto a su exnovio, que ya no volvió a salir de las dependencias policiales ante las contradicciones en las que incurrió en su relato. Era la última persona de la que tenían constancia que había visto a la joven.

Ayer lo denunció

Beatriz López formalizó ayer la denuncia contra su exnovio en la comisaría y espera que hoy el juzgado dicte una orden de alejamiento contra él y le retire las armas que posee porque es cazador.

Mientras, ella se quedará unos días en la casa de sus padres, en el barrio de As Gándaras. Allí se trasladó después de que le practicaran un reconocimiento médico para conocer el alcance de las lesiones, y tras prestar declaración ante la policía.

Ella asegura que el viernes no fue el único día que su expareja le puso la mano encima: «Hace más de un año que yo quería cortar la relación y no fue posible. Él me decía que no podía vivir sin mí, que si me dejaba me hacía esto y lo otro. Hasta cuando me aseaba en el bidé era motivo de discusión». El último año fue un calvario para la joven: «Intenté dejarlo incontables veces, cambié el teléfono, de piso, de ciudad y siempre me volvía a localizar. Era un machaque constante».

Beatriz López reconoce que su ex al principio era muy bueno y cariñoso. «Tenía muchos detalles y me compraba chocolatinas. Después cambió. Empezó a pedirme que no me pusiera minifalda. Acepté porque siempre uso pantalones. Después no quería que me maquillara ni que me peinara, y andaba sucia y con un chándal todo el día», relata.

Según el testimonio de la joven, él la amenazó con publicar en las redes sociales una foto suya y decir que padecía enfermedades contagiosas: «Llegó a decirme que iba a pegarme un tiro. Ahora espero que se haya acabado la pesadilla».

Cuando la policía localizó a Beatriz, a primera hora de la tarde de ayer, la preocupación desapareció en la familia y en los allegados, que habían recurrido a las redes sociales para tratar de encontrarla. Fue una gran alegría porque la mayoría de las personas, tras 24 horas sin noticias, esperaban un desenlace fatal. 

Se conocieron en una red social de contactos hace tres años  

Beatriz López Blanco conoció al joven de Baralla, que fue detenido por la Policía Nacional el sábado al mediodía, a través de una red social de contactos, hace aproximadamente tres años. Para ella, según sus allegados, no pasó de ser un amigo especial, con una relación bastante fluctuante, y de hecho no llegó a presentárselo a sus padres, que lo conocieron en la comisaría de policía cuando acudieron a presentar la denuncia por desaparición. Antes, según confesó su padre, ni siquiera tenían conocimiento de su existencia. 

M.R.V., según las mismas fuentes, tenía un concepto distinto de lo que era su relación con la joven. Se sentía con derechos sobre ella y se mostraba siempre muy celoso y posesivo. Beatriz, sin embargo, nunca llegó a denunciar estos comportamientos, pese a que su madre la animó a que lo hiciera. Se lo recomendó insistentemente después de que su hija recibiera algunos mensajes inquietantes de él a través de Facebook. 

Obsesivo y celoso

Se conocieron en las redes sociales, que también fueron, según algunas de sus amistades, el foro que utilizó él para mandarle mensajes en las etapas más complicadas de su relación. Ella contestó a ese seguimiento exhaustivo con el bloqueo tanto en WhatsApp como en Facebook. Asegura que efectuó cambios continuos en el número de teléfono, que él siempre acababa encontrándolo y llamándola.

Un año tratando de romper

La mejor amiga de Beatriz López, María, cuando estaba en paradero desconocido y se temía que le hubiera ocurrido algo malo, estaba preocupada porque ella había intentado romper definitivamente con él y no lo había conseguido. Siempre reaparecía en su vida. «Él era con ella una persona celosa y obsesiva», según definieron también la relación  otras personas. «Él se creía su novio, pero ella no lo consideraba su como pareja y distaba mucho de ser el hombre de su vida».

De hecho, según la mejor amiga de la joven, Beatriz le tenía miedo y no daba un paso sin comunicarle dónde estaba y lo que tenía previsto hacer en el día. Su preocupación creció el sábado al no poder localizarla en el móvil y al comprobar que no había vuelto a la hora que la había dicho, las ocho de la tarde, a la casa que ambas comparten.

De los altibajos en la relación también tenían conocimiento en algunos círculos del joven en Baralla, que aseguran que se volvió loco cuando empezó a salir con Beatriz. Dejó de ir a su casa, de hecho algunas fuentes aseguran que su familia fue a buscarlo a Lugo, y le dedicaba todo el tiempo y atenciones a la joven. 

En esta etapa, M.R.V. gastó mucho dinero y llegó a tener deudas importantes, que lo llevaron a vender el rifle de caza, según algunas fuentes. Beatriz aseguraba anoche que su persecución enfermiza lo llevó a intentar evitar que mantuviera cualquier relación con otra persona: «No me dejaba ser feliz».

En los momentos de más incertidumbre de la jornada de ayer cuando toda parecía posible, algunas personas aseguraron que el exnovio era incapaz de hacerle daño a una mosca.