Los rumanos ya son el segundo colectivo extranjero más numeroso de Galicia

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

OSCAR CELA

Se definen como un pueblo trabajador y les duele que se les asocie a la delincuencia

24 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia, año 1998: 25 inmigrantes rumanos. Ni uno más ni uno menos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Año 2015: 8.997, cifra que convierte aquella presencia folclórica en el segundo colectivo de extranjeros más numeroso de la comunidad, por detrás de los portugueses (17.019).

«Nadie sabe por lo que han pasado mis compatriotas», afirma emocionada Cristina, miembro del amplio colectivo rumano de Lugo. Con la voz quebrada, relata «el enorme esfuerzo de adaptación que hubo que asumir, la angustia de esos padres que no pueden ayudar a sus hijos con los deberes porque aún no manejan el idioma y la dureza de tantas horas de trabajo en el bosque, cortando leña con lluvia, nieve, frío... Es admirable».

Los rumanos han desbancado a los brasileños (7.316) como segunda población de inmigrantes, y su presencia, tan significativa ahora, está en consonancia con lo que sucede en el conjunto de España, donde se han convertido en la colonia extranjera más numerosa. Solo la notable presencia de los lusos impide que lo sean también en Galicia, a pesar de que han alcanzado ya el primer puesto en la provincia de Lugo.

Allí los visitó La Voz de Galicia, agrupados muchos de ellos en torno a la parroquia de la Iglesia Ortodoxa Rumana o a locales de hostelería, como la cafetería Danubio, que regenta Daniel Butuc. Él es uno de esos trabajadores de la madera a los que alude Cristina. En realidad es empleado de la construcción que llegó a Galicia por consejo de un primo suyo, después de pasar ocho años en un restaurante de Portugal. «Durante mi primer año en Galicia -explica- trabajé en la madera. Talé todo tipo de árboles bajo la lluvia y la nieve. Un día me cayó uno encima, pero tuve la suerte de que el golpe me lanzó a un agujero y el tronco me pasó por encima». A causa del impacto estuvo «dos meses sin poder hablar por el dolor».

Bajos sueldos en su país

¿Por qué razón han salido masivamente los rumanos de su país? Los inmigrantes lo tienen clarísimo: «El salario de un profesor allí es de 200 euros, tal vez 500 cuando adquiere mucha experiencia, y el coste de la vida en una ciudad grande es como en Galicia», resume Florin. Él vino con 18 años; ahora tiene 31. Se dedica a limpieza de líneas eléctricas. En Galicia ha conseguido salir adelante: «El que quiere encuentra trabajo; tengo más de diez años cotizados aquí».

Lucía, que trabaja de camarera, corrobora lo de los sueldos de 200 euros. «Allí, ese dinero no te da para vivir y la gente tiene más de un empleo porque, si no, es imposible salir adelante». Antes vivía en Andalucía, pero lleva siete en Galicia, que le encanta «porque es verde como Transilvania», su tierra natal.

¿Por qué Galicia?

El desembarco de los rumanos en Galicia y, en general, en España ha sido exponencial en la última década. Radu, el párroco de la Iglesia Ortodoxa, da una de las claves: el idioma, muy similar al suyo. «Cualquier rumano puede entender el 70 % del castellano sin estudiar», resume antes de poner algunos ejemplos sobre esa similitud: «Mano es mana, mesa es masa y vaca, tal cual, vaca. Y tenemos el mismo sonido que la equis gallega, aunque con otra grafía».

La mujer de Radu, Cristina, es experta en idiomas. Estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica en Salamanca, y hoy, con 29 años, prepara un máster en Educación mientras imparte clases de inglés en una academia. «Somos un pueblo preparado y muy trabajador, y esa imagen de delincuentes que se da de nosotros, como si todos lo fuésemos, nos duele mucho, nos hace daño porque no es cierta. En todas partes hay gente buena y mala», reflexiona.

Daniel, el propietario de la cafetería Danubio, compara a su pueblo «con los gallegos», también «muy trabajadores». «Nos parecemos bastante -insiste-, pero los únicos rumanos de los que se habla aquí son los malos, y eso nos perjudica a los que queremos vivir honradamente. No somos así». En su local ofrece tortilla a sus paisanos. «Tenemos también alguna receta de mi país, pero el negocio está enfocado a la gente de aquí», precisa.

En general, se sienten «bien tratados en Galicia», como atestigua Delia, enfermera en su país, empleada del hogar en Lugo. Tal vez porque los gallegos son también un pueblo de emigrantes. En ese sentido, alaban especialmente «a los mayores», más sensibles. «Y luego está la gastronomía -concede Delia-. Es el sitio de España donde mejor se come». Con el tiempo, empiezan a echar raíces sólidas aquí, como confirma Cristina: «Mi hermana, de 18 años, ha hecho su vida y ya no quiere volver a Rumanía».