Buscan a un ganadero huido en los montes de Vilasantar

T. Silva VILASANTAR / LA VOZ

GALICIA

El ganadero lleva cerca de un año abandonando su ganadería, que llegó a alcanzar el centenar de reses y ha sido motivo de numerosas inspecciones y una denuncia por parte del Seprona

24 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los familiares del ganadero Manuel Suárez esperan su regreso desde que el pasado miércoles huyó por los montes de Vilasantar, un municipio rural del interior de A Coruña. El ganadero, de 48 años, lleva cerca de un año abandonando su ganadería, que llegó a alcanzar el centenar de reses, y ha sido motivo de numerosas inspecciones y una denuncia por parte del Seprona.

El pasado miércoles, varios técnicos de la Xunta acudieron a retirar las vacas -famélicas y maltratadas por falta de atención-, y Manuel se enfrentó a los agentes de la Guardia Civil con un apero de labranza y, tras herirlos levemente, huyó por los montes. Desde entonces, sus tres hermanos lo buscan por la zona y han repartido carteles con su fotografía y la descripción de la ropa que llevaba en el momento de la fuga: un traje de agua azul oscuro y botas verdes hasta las rodillas.

Su familia sabe que no volverá a la casa, ubicada en el lugar de Cezar, por temor a ser detenido por la Guardia Civil. Así que han iniciado una búsqueda en la que intentan contar con la ayuda de los cazadores de la zona. Incluso uno de los parientes ha acudido al lugar donde Manuel solía pernoctar en temporadas de ataques de lobos -para defender a las reses-, para dejarle alimentos. Pero días después han visto que la comida sigue intacta y la preocupación por su salud se ha multiplicado.

Lo que también llevaba consigo Manuel Suárez López en el momento de la huida era su teléfono móvil y, sorprendentemente, el sábado aún tenía señales de batería. «Chamámolo esta mañá [por el sábado] e o teléfono daba ton, pero non contestou», indicó José Luis Suárez, uno de sus hermanos.

Los vecinos de Manuel han sufrido las consecuencias de la dejadez de este ganadero con sus vacas, después de una fiebre por tener una cabaña cada vez más grande. Una vez arruinado, las soltaba por las noches para que pastaran en las fincas de otros propietarios y en ocasiones generaron graves riesgos en las carreteras de este municipio. Según los registros de la Xunta, en solo un año se certificó la baja de 47 reses. Hoy, varios de esos vecinos molestos con Manuel se muestran inquietos por la suerte que pueda correr en el monte.