Manuel Charlín: «Engordei uns quilos; coidábame máis no cárcere, agora cos viños...»

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

GALICIA

MONICA FERREIROS

El patriarca lleva una vida aparentemente tranquila a la espera de si se subasta o no su casa de Cálago

23 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Llega en un Mercedes a su chalé de Cálago, presidido por dos leones algo más modestos que los del Congreso. Viste un chándal y lleva en la mano un gran embudo para trasvasar el vino. Está más gordo que cuando salió de la cárcel, en el año 2010. Lo admite él mismo. «Engordei uns quilos; coidábame máis no cárcere, agora cos viños...». Asegura que tiene una vida social muy agitada y que con tanto alterne no hace tanto ejercicio como cuando estaba en prisión. «Aínda saio a correr, pero non tanto como antes». Lo dice a sus 83 años.

Pero que nadie se lleve a engaño. Detrás de esa fachada de jubilado que convive con su hijo Melchor Charlín está un hombre que pasó media vida en prisión, cumpliendo condenas por narcotráfico, imputado por blanqueo de dinero o por haber sido acusado o ser sospechoso de unos cuantos delitos más, como contrabando de marisco y dinamita o escándalo público. Poco después de salir de la cárcel fue detenido por un supuesto delito de abusos a una discapacitada y juzgado por conducir sin carné.

Por ninguna de esas cosas pierde los nervios. Asegura que lleva una vida tranquila y que subsiste con una pensión de unos dos mil euros, «aínda que boa parte lévaa Facenda».

El jueves, a las dos de la tarde, su hijo Melchor se disponía a comer. «Meu pai non chegou aínda, anda por aí; eu xa lle dixen que eu como ás dúas, el que veña cando queira». Y en efecto, el patriarca llegó un poco después. «Veño de comprar dous cabalos para a finca de Soutomaior, para que a limpen, que está todo a monte, como está embargado... O mesmo que o que teño en Portugal, que non podo facer nada».

En efecto, Manuel Charlín perdió hace años parte de sus propiedades en una subasta de la Agencia Tributaria en la que fue embargado, entre otros bienes, el pazo de Vista Real, adjudicado al Concello de Vilanova, que lo utiliza para diferentes servicios municipales. «Bah, iso non me importa», dice. Pero en otra operación por blanqueo que lleva por nombre Repesca, se le confiscaron más propiedades por valor de doce millones, entre las que figura la casa en la que ahora vive. En el 2014, se anunció que esos inmuebles saldrían también a subasta, pero de momento no se celebró la puja. «Os meus avogados cren que todo iso está prescrito», dice encogiéndose de hombros.

También está a la espera del juicio por haber abusado, supuestamente, de una joven de 17 años con una ligera discapacidad que había huido de un centro de menores. «Non é certo, estivo na miña casa como outras, aínda hai pouco díxome unha amiga que está no paro que ía pasar uns días aquí, que así polo menos comía».

Asegura que se le persigue por ser quien es. «Non hai xustiza», sentencia sin inmutarse.