Conxo, el único psiquiátrico que pervive en Galicia tras el cierre del Rebullón

María Santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Hospitales psiquiátricos públicos
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Los demás sanatorios mentales completaron su integración en los hospitales públicos

22 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ley General de Sanidad cumple este año tres décadas. Esa norma aprobada en 1986 incluía una reforma por la cual los antiguos hospitales psiquiátricos -por aquel entonces se les llamaba manicomios- debían desaparecer y el tratamiento de las enfermedades mentales debía integrarse en los hospitales generales. El objetivo de la medida era romper con la estigmatización de las enfermedades psiquiátricas y darles normalidad pasando a atender a los pacientes de patologías mentales en los hospitales tradicionales. Treinta años después, Galicia todavía no ha completado el proceso. En aquel momento la comunidad contaba con cuatro centros públicos de este tipo, uno por provincia: Castro de Rei en Lugo, Toén en Ourense, el compostelano de Conxo en A Coruña y el de Rebullón en la localidad pontevedresa de Mos.

Los cuatro siguieron existiendo durante muchos años pese a la entrada en vigor de esa ley. El primero en cerrar fue el de Toén, pero no fue hasta enero del 2012 cuando perdió su actividad. Un mes después dejaba de prestar servicio el de Castro de Rei. Este mismo martes lo hacía el de Rebullón. En la red pública solo queda operativo, por tanto, el de Conxo. Y, en principio, no hay ninguna previsión de cerrarlo, según confirmaban el jueves desde la Consellería de Sanidade.

Ahora bien, si es cierto que es el único hospital mental tradicional que queda en servicio, también lo es que el hospital psiquiátrico que ahora mismo funciona en Conxo no tiene nada que ver con el sanatorio de tres décadas atrás. A lo largo de los últimos años, el centro ha sido sometido a una profunda reforma, la cifra de pacientes en hospitalización ha disminuido y se han abierto otros servicios de tratamiento más adecuados a la nueva filosofía de la atención psiquiátrica, como un hospital de día y programas de pisos protegidos, talleres o atención a domicilio.

En realidad, aunque el de Conxo sea el último de los psiquiátricos tradicionales que pervive en Galicia, no es el único centro sanitario en la comunidad en el que se presta exclusivamente atención psiquiátrica. En el hospital Nicolás Peña de Vigo, a donde fueron trasladados los últimos pacientes del Rebullón, la parte de hospitalización se dedica únicamente a psiquiatría, aunque sí permanecen otros servicios en el centro. En otras áreas sanitarias también se ha optado por hospitales diferentes al de referencia para emplazar la atención psiquiátrica.

Los pacientes de los tres psiquiátricos cerrados hasta el momento, así como algunos de Conxo, volvieron a su domicilio si su situación lo permitía, otros a pisos tutelados, a hospitales de día y, en aquellos casos en los que necesitaban continuar hospitalizados, lo fueron en las unidades de agudos que se crearon en los hospitales generales públicos.

Otra de las medidas que se impulsaron fue la de enviar a alguno de estos pacientes a residencias de ancianos. En este sentido, la Xunta puso en marcha un programa por medio del cual se procuraba que enfermos mayores de 55 años pudiesen integrarse en residencias asistidas. «Eso facilitó que pacientes que llevaban muchos años pudiesen reintegrarse a la sociedad a través de sistemas sociosanitarios al uso como son las residencias», explica el presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría, Manuel Serrano.

Desde Feafes, la Federación de asociaciones de familiares y pacientes con enfermedad mental de Galicia, el cierre de los psiquiátricos clásicos es una reivindicación histórica y, por tanto, celebran la clausura del sanatorio de Mos. Según el presidente de esta entidad, Xosé Ramón Girón, los antiguos hospitales mentales eran «un mal método para a recuperación das persoas con enfermidades mentais». Eso sí, para Feafes, la desaparición de esos centros no debe suponer que mengüen los recursos, tanto personales como materiales, dedicados a sanidad mental. «La oposición a los psiquiátricos clásicos no justifica la inexistencia de unidades de media y larga estancia que garanticen una buena atención a las personas con una enfermedad mental grave», dice. En cuanto a la supervivencia de Conxo, Girón reconoce que en realidad «o manicomio en si deixou de funcionar».

41.500 gallegos tienen reconocida oficialmente alguna enfermedad mental

Según las cifras oficiales, son 41.500 las personas que en Galicia tienen reconocida oficialmente alguna enfermedad mental. Sin embargo, desde Feafes creen que el número puede ser en realidad mayor, porque muchos pacientes todavía prefieren mantener la reserva sobre su enfermedad y, por tanto, no hacerla pública ni, en consecuencia, pedir que se les reconozca como tales. Además, las estadísticas apuntan a que una de cada cuatro personas sufren alguna enfermedad mental a lo largo de su vida. Y las federaciones de pacientes añaden que las patologías han aumentado por la crisis.

Pese a estos datos, consideran que a la atención psiquiátrica no se le presta suficiente atención en los programas sanitarios de prevención. «Algo se avanzou nos últimos anos, pero fai falta discriminación positiva», opina Xosé Ramón Girón.

Atención infantil

Otra de las reivindicaciones tradicionales es la necesidad de atención a niños y adolescentes con patologías mentales. Para tratar de paliar esa necesidad, hace algo más de tres años se creó en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago la primera unidad de hospitalización psiquiátrica de salud mental infantil y juvenil.