La candidatura unitaria para las elecciones generales se disipa

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Edgardo

El punto débil de la marea gallega fue discutir más sobre con quién confluir para presentarse a las elecciones generales que sobre el programa político para desarrollar

25 oct 2015 . Actualizado a las 14:56 h.

Ferrería, O Toural o la plaza del Humor fueron algunos espacios urbanos elegidos la noche del viernes para albergar una concentración ciudadana inédita. Y reivindicativa. Su incitador fue el escritor Suso de Toro, miembro de la lista del BNG en las europeas del 2014, que hizo un llamamiento a la movilización en las redes sociales con la etiqueta #naprazapolaunidade. Ese era el objetivo de la concentración: impulsar la «unidade» electoral. El país herido por la crisis, que llenó calles con protestas de ahorradores estafados, ganaderos, funcionarios, emigrantes retornados o defensores de la sanidad pública, también tiene un batallón de políticos que llevan meses enroscados hablando de lo suyo más que de lo que les rodea.

Visto en perspectiva, este es uno de los puntos más débiles del debate creado en torno a la confluencia del nacionalismo y la izquierda rupturista, que pusieron su eje en torno a quién debe ir en el taxi a Madrid en vez de hacerlo en torno al proyecto que desean desarrollar allí.

La idea de la lista de unidad fue esbozada ya en mayo pasado por la coordinadora de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, que utilizó con solemnidad la expresión «marea galega» durante mitin ofrecido en el Palexco de A Coruña por un Pablo Iglesias que aún vivía su mejor momento político. Después vino junio, julio... Y se sucedieron los movimientos en las formaciones que ocupan ese espectro político para perfilar los términos casorio, sopesar los costes, elegir a los invitados, pero señalar también a los excluidos. Fue el momento del «tú sí» y del «tú eres prescindible». Cubierta esta fase, convenía atar bien el maridaje, así que, en vez de una, se crearon dos -¡dos!- comisiones promotoras del evento que siempre se miraron de soslayo: Banquete de Conxo 2.0 y Encontro por una Marea Galega. Hubo incluso gente con plaza en ambas.

Este «tempo de emerxencia» que todo remueve ya mostró al PP conjugando elementos como los desahucios o el cheque bebé, y al PSOE queriendo ganar la calle a base de sacar los plenos del coruñés palacio de María Pita para llevarlos al barrio de Os Mallos. Así que la izquierda rupturista tenía que tener también su sainete con la confluencia.

Pero las cartas estaban muy marcadas de antemano. Xavier Vence revolucionó el motor del BNG para que aceptaran sacrificar sus siglas y confluir con la izquierda estatal, apuesta de sinceridad dudosa, pues por ese aro no pasaron nunca sus aliados en Cataluña y el País Vasco.

Con la misma, muchos de los que en el 2012 escaparon al yugo de la UPG, como Beiras y Noriega, acostumbran a estar en alerta ante cualquier movimiento con el que la U pueda enredarlos de nuevo. Y sobre la peña de la Complutense no cabe pensar que haya creado un partido para esparcirlo en varios pedazos en el Congreso para contentar unos socios valencianos o gallegos. Con estos condicionantes, hasta el probable que lo de la candidatura unitaria gallega fuera una quimera. ¿Por qué alentarla entonces?. Pues porque las bases electorales sí que la demandan, quizás por ese anhelo de ser coprotagonistas del tiempo político que se abrirá a partir del 20D.

Al relato de la candidatura unitaria gallega solo le falta escribir la última página. Hay algunos, muy pocos, que creen aún que la cosa acabará en casorio por imperativo popular. Pero lo cierto es que los principales protagonistas se apresuraron ya a señalar culpables para gestionar la gran frustración que le dará algún año de vida al PSdeG.