Cacería en el Parlamento

Laureano López
Laureano López CAMPO DE BATALLA

GALICIA

17 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En estos debates aflora como nunca ese extraño convencimiento del político, que cree estar él solo en posesión de la verdad, un error que después se arrastra por los boletines oficiales, pasa a las mesas de contratación y eclosiona, por poner solo un ejemplo, en un monte de Santiago. El consenso brilla por su ausencia, apenas se producen gestos entre los dos grandes partidos (el año pasado la lucha contra la corrupción...; este, el voto de los emigrantes). Trasladan a la sociedad el mensaje de que llegar a acuerdos es algo terrible, que darse un apretón de manos después de una negociación es solo una muestra de debilidad. Prácticamente ninguna de las propuestas que Feijoo lanzó el miércoles tuvieron eco, apenas el de la sospecha y la burla, en las filas de la oposición. Sucedió algo parecido a la inversa. Es como si, una detrás de otra, las virtudes de este pueblo, la capacidad de entendimiento, la solidaridad, el trabajo en equipo que, hay mil pruebas empíricas de ello, lo mejora todo, fueran borrados de la memoria de quienes juran o prometen su cargo al llegar a O Hórreo. Se olvidan de para qué fueron elegidos. Algunos, incluso, ya no saben ni en qué lugar ni en qué siglo se encuentran: «Mataremos ao lobo», bramó ayer Yolanda Díaz (AGE). Sí, hay políticos que viven obsesionados con salvar Galicia sin que nadie les haya pedido que lo hagan.