A la pérdida de su bastión político y al bloqueo de su designación como senador, el líder del PSdeG suma el aumento de la contestación interna
28 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.A López Orozco, el autodecapitado alcalde de Lugo, alguien le sugirió que, ante la llegada del Arde Lucus y el ajetreo, quizás no era mala idea desaparecer de la ciudad amurallada unos días. Viajó a Menorca, a descansar. A Lara Méndez, su sucesora, le dejó las calles libres para darse a conocer con unos cuantos selfies; a Besteiro, su antiguo pupilo, le deseó suerte en su relevo en la Diputación de Lugo y en la nueva etapa que iba a iniciar para preparar su asalto a la Xunta. Poco sospechaba Orozco que, en su ausencia, a Besteiro casi se lo meriendan. Empezó el PP, bloqueando su camino hacia el Senado; continuó el BNG, vetando a su sucesor en la Diputación; y cerró el círculo el PSOE, con un alcalde díscolo entregándole la institución provincial a los populares. Cuentan con sorna que a Orozco le dio mucha pereza regresar de sus vacaciones y encontrarse con un Lugo puesto patas arriba.
Este es un breve resumen de la semana horribilis que le ha tocado vivir al secretario general de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, pues en un corto espacio de tiempo perdió su sueldo y su bastión político, mientras en el PSdeG se reavivaban las tensiones internas para ver si el líder queda herido en alguna cuneta y salta a la palestra algún voluntario para ocupar su puesto. El PSOE es el PSOE, conviene no olvidarlo, un partido en el que no falta animación interna ni gente dispuesta a retransmitirla.
Claro que una parte de los problemas que esta semana enredaron a Besteiro se deben a la bisoñez que imperó en las filas socialistas cuando permitieron que se hiciera una melée con la renovación de un escaño socialista del Senado, el pacto con el PP para renovar instituciones como el Consello de Contas o el Valedor do Pobo y, a la postre, las negociaciones poselectorales que en paralelo se estaban manteniendo con el BNG y las mareas. Si cada acuerdo tuviera su propio espacio, posiblemente Feijoo no dispondría de la capacidad de desconvocar un pleno del Parlamento para impedir la designación de Besteiro como senador, que al fin y al cabo fue el castigo que tenía a mano cuando el PSOE se negó a cambiar el nombre de Leiceaga para el Consello de Contas.
Herido de gravedad
Pero el intercambio de estampitas entre PP y PSOE para renovar todos los órganos pendientes menos el consejo de administración de la Televisión de Galicia, un juguete que los populares se niegan a tocar, es casi anecdótico en comparación con lo ocurrido en Lugo. La pérdida de la Diputación dejó gravemente herido a Besteiro, por mucho que se remarque que hizo todo lo que estaba en su mano para mantener el fortín.
Porque del mismo modo que no se entendería en el 2005 que un diputado de Touriño se dejara llevar por su corajudo personalismo y permitiera que Manuel Fraga continuara como presidente de la Xunta hasta los 87 años, tampoco es fácil aceptar lo que hizo el alcalde socialista de Becerreá. Aunque a Manuel Martínez no falta quien sí lo entienda. Dentro del PSOE, por supuesto, sobre todo los que quieren minar a Besteiro; y en la órbita del PP, desde luego, y no sería raro que esculpieran el busto en mármol de Martínez para olvidar que fue una denuncia del PP la que provocó su imputación judicial y que ahora no sea presidente.
El tiempo dirá las consecuencias que tiene para el liderazgo de Besteiro las guerrillas disputadas en el campo lucense que, aparte de Martínez y la Diputación, dejaron otras dos víctimas en la cuneta. Uno es el propio Orozco, quien se sacrificó personalmente para garantizar una alcaldía del PSOE. El otro es González Santín, secretario provincial del PSdeG, al que Besteiro le dio la espalda en su intento de alzarse con el mando en el palacio de San Marcos y el pleno control político de la provincia.
Conspiraciones internas
Lo que sí son visibles son las conspiraciones internas del PSOE que empiezan a salir a la luz. Dirigentes añejos, entre los que muchas fuentes sitúan a Pachi Vázquez, José Blanco o Ricardo Varela, han empezado a girar su mirada hacia Abel Caballero, el reforzado alcalde de Vigo, como una opción no desdeñable para tomar las riendas del partido si la vía de Besteiro se frustra. No obstante, el lucense no parece tener la más mínima intención de sucumbir, y menos ante un alternativa interna invisible.
Es más, el líder del PSdeG está decidido a mantener firme el timón en dos direcciones. Una para rodearse de un equipo de colaboradores que le ayude a llegar a Xunta y otra para recuperar la Diputación con una moción de censura. Esta última es una opción que cobra forma en el imaginario del PP. La propia presidenta provincial, Elena Candia, se pondrá mañana mismo un sueldo como alcaldesa de Mondoñedo. La explicación que dio es que igual eso de la Diputación es demasiado provisional.
Y ahora toca levantar las alfombras
El PP es consciente de que cada día que estén en la Diputación de Lugo puede ser el último y está decidido a actuar con rapidez para desactivar al PSOE. La presidenta, Elena Candia, avisó que la primera decisión que tomará será la de «acceder á información», labor que consiste básicamente en levantar las alfombras de los contratos y programas que se encuentren para intentar complicar la posición de Besteiro como posible aspirante a la Xunta. Esta determinación del PP contrasta con la actitud mostrada por el propio Besteiro en el 2007: «Un non debe ser revisionista, ten que mirar cara o futuro e poñer en marcha o seu proxecto», dijo tras su toma de posesión. Pero él no tendrá la suerte que tuvo Cacharro Pardo.